Qué pena que Ábalos no fuera ministro de Vivienda
Con que la mitad de las propiedades que le atribuye la Guardia Civil sean ciertas, estamos ante un auténtico virtuoso del mercado inmobiliario
En este día de San José, Día del Padre y del Seminario, hemos conocido que, según un informe de Tinsa, la renta disponible necesaria para afrontar el pago de una hipoteca se sitúa en el 49 % en el caso de la vivienda nueva. Solo unas horas después, este periódico publicaba que la UCO ha confirmado que Ábalos tiene el inmueble en Perú que desveló El Debate y, a mayores, otro en Colombia que costó 2,1 millones.
José Luis Ábalos, hoy marginado en el gallinero del Congreso de los Diputados, era el vicepresidente de facto de los primeros gobiernos de Pedro Sánchez, que prescindió de él un sábado de julio de 2021. Pero sobre todo era el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana de España, el departamento mejor dotado presupuestariamente en el momento de menor control sobre los contratos públicos por aquello de la pandemia y las razones de urgencia. Andado el tiempo, qué pena que José Luis no fuera nombrado ministro de Vivienda, a la vista de la facilidad con la que habría crecido su patrimonio, siempre según los informes policiales. A veces la verdad judicial dista mucho de la verdad policial, pero con que la mitad de las propiedades que le atribuye la Guardia Civil sean ciertas, estamos ante un auténtico virtuoso del mercado inmobiliario.
Tal y como ha publicado este miércoles Alejandro Entrambasaguas, los investigadores han descubierto esta mansión colombiana tras analizar los dispositivos de Koldo García, asesor del exministro y, presuntamente, el propietario del catálogo desde el que José Luis escogía algunas de sus compañías, amistades de pago que acababan cobrando de la cosa pública sin necesidad de trabajar, en lo que supone todo un hito de las relaciones laborales. Quién sabe si el maestro valenciano no hubiera sido, también, un gran ministro de Trabajo.
El informe de la UCO confirma por tanto que en el cambio de siglo José Luis era todo un portento inmobiliario. En 1998 se hizo con la parcela de Chimbote (Perú) y en 2003 con esta nueva propiedad colombiana. Y todo con su sueldo de concejal valenciano, de ahí el mérito. Lástima que no apareciera ninguno de ellos en su declaración de bienes y rentas en el Congreso de los Diputados, porque habría sido llamativo. La nueva política quiso poner de moda el no tener nada a nombre de uno, como si ser un ‘tieso’ fuera señal inequívoca de honradez. A la vista del tino de sus inversiones, el bueno de Ábalos podría impartir una lección magistral sobre real estate (un webinar lo llaman ahora) y exportar su modelo de éxito al conjunto de los españoles.