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Cartas al director

Leyenda negra vs. hispanidad

Cuando san Juan Pablo II visitó México el 9 de mayo 1990, calificó como «hermoso en su conjunto» el proceso de conquista y evangelización, a pesar de las sombras, que no faltaron. El Papa Francisco, en la misma línea, pidió disculpas por los excesos de algunos españoles, pero exigió reconocer con objetividad el grandioso testimonio de miles de obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas (franciscanos, dominicos, agustinos, jesuitas, carmelitas…) quienes durante siglos, e incluso hoy, consagran su vida a la evangelización, en su viaje hace cuatro años a Ecuador, Bolivia y Paraguay.

Otra cuestión muy diferente es la leyenda negra que los enemigos de España, de dentro y de fuera, airean estos días promovida por el presidente mexicano AMLO. Mientras otros países saben vender su terrible colonización de algunas naciones americanas, parece que España tiene que pedir disculpas de nuevo por sus pocas sombras y sus muchas luces.

Frente a la leyenda negra está la realidad objetiva de la Hispanidad, tal como la intuyó Ramiro Maeztu, que es necesario rescatar de la marginación y del olvido. La España de ahora, como la de Ramiro Maeztu, tiene la necesidad de volver a descubrir el gran legado histórico, del que muchos reniegan con desprecio y prepotencia. Para Ramiro Maeztu la España de su tiempo, como la de ahora, necesita volver a defender sus grandes valores que se sintetizan en la hispanidad, tal como la plasmó su máximo poeta Rubén Darío en su verso: «La América que reza a Jesucristo y habla español». Para Ramiro Maeztu la tragedia de España es de la intentar experimentar las grandes ideas de liberalismo y el socialismo, con sus místicas laicistas y secularizadoras, abandonando las raíces católicas de su Monarquía sin las cuales la historia real de España no tiene sentido ni es comprensible. Como escribía Ramiro Maeztu en su tiempo, experimentable hoy: «A esta España que vive como si estuviera de más en el mundo y no es sino una sombra de gran nación, solo le queda volver a los grandes ideales actualizados a los tiempos tan complejos y difíciles cuyos síntomas más dolorosos son el separatismo y la destrucción de la unidad como nación». Escribía Ramiro de Maeztu: «El alma de los seres humanos, como la de los pueblos, necesitan perspectivas infinitas para no resignarse a las limitaciones cotidianas». Los versos de Rubén Darío son memorables: «Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda/ espíritus fraternos, luminosas almas ¡Salve!».

Fidel García Martínez

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