Diestros y siniestros

Decía el maestro Ortega y Gasset que «ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral». En este sentido, y como criterio estrictamente personal, como soy de derechas no creo que exista ya, a la altura de esta época, una división entre derechas e izquierdas o viceversa, porque cuando Ortega escribe Rebelión de las Masas (que es donde se hace la famosa cita reseñada) España, como en casi el resto de los países del entorno, se debatía, con una base social, entre los defensores de una parte de la sociedad, la acomodada, frente a la otra, los obreros y asalariados. Con la implosión y desarrollo de las clases medias, la teoría marxista de la lucha de clases está claramente obsoleta. Pero desde un punto de vista cultural y de valores, es cierto que hay «diestros», es decir, personas que optamos por la libertad, la iniciativa privada como motor de crecimiento y la defensa de los principios propios de una cultura occidental basada en el cristianismo, y otras personas, los siniestros, que prefieren el igualitarismo como forma de igualar por debajo, sin tener en cuenta el mérito, el esfuerzo y la capacidad, las subvenciones públicas y cualquier cultura que no sea la cristiana, cuya tradición le tiene repulsa por instinto. Todo esto hace referencia a eso que el presidente del Gobierno aludió a que en las elecciones andaluzas, el dilema es entre «derechas y derechos», como si eso que él denomina «derechas» no defendieran los derechos y, en cambio, las «izquierdas» tengan el monopolio de dicha defensa, algo que, indudablemente, por mucha propaganda que ejerzan, no se lo cree ya nadie, ni ellos mismos.