El agujero negro de la política española

Ya se sabe hoy en día lo que en astronomía es un agujero negro, aunque no se entienda bien el concepto. Como en otras tantas cosas de la vida, la realidad del agujero negro, confirmado por los grandes telescopios espaciales, se impone a la imaginación. Pues bien, en la política española ocurre algo parecido. En este sentido, el hundimiento y desaparición del centro político, no solo representado por el proceso de autodestrucción de Ciudadanos, que ocupaba el centroderecha centroizquierda, en una amalgama de liberalismo progresista y socialdemocracia moderada, sino también la falta de un partido socialdemócrata homologable con el resto de los países de nuestro entorno. Desde esta perspectiva, el no centro político es una calamidad que pasará factura porque, precisamente, el éxito de nuestra transición política, a partir de las primeras elecciones democráticas en junio de 1977, fue la existencia de una concentración del voto y del espacio de centro, aglutinado en torno a la UCD de Adolfo Suarez y el PSOE de Suresnes, representado por los jóvenes socialdemócratas sevillanos. Este agujero negro que, como en la astronomía y el espacio estelar, parte de la nada del centro neurálgico, llevará a España de nuevo a la polarización, con una izquierda ultra y ultraizquierda que competirán entre ellos con la fantasma de que viene el fascismo y una derecha desunida combatiendo por el voto no izquierdista. Mal panorama para el 2023.