Cartas al director
La debilidad
Todos los imperios y los reinos han perecido a causa de la debilidad de sus gobernantes, a pesar de haber sido fundados sobre hombres fuertes y soberbios.
Solo la Iglesia fue fundada sobre un hombre débil y, por esa razón es indestructible. Jesús fundo su Iglesia contando con la debilidad de los hombres. Por eso se diferencia de casi todas las instituciones humanas, que han sido fundadas sin contar con esa debilidad; y al no contar con ella, están condenadas a la extinción.
Cuando aparece un nuevo partido político, sus líderes pretenden presentarse ante las masas como hombres sin tacha, impolutos y fuertes, dispuestos a limpiar los males de los viejos partidos. Naturalmente cuando estos presuntos hombres impecables alcanzan el poder no tardan ni un día en ser tan vulnerables a los males que antes denunciaban, o incluso más.
El hombre que se cree fuerte no confía en la ayuda de sus semejantes (es un individualista que trata a los demás como inferiores) y mucho menos pide el auxilio divino, pues considera que Dios es una creación de débiles mentales. Y, cuando más arriba esta, mas hundido termina en el barro de la soberbia.
Solo el hombre que se reconoce débil, que se sabe herido por los problemas propios de la naturaleza humana y con humildad se reconoce hecho de barro, puede aspirar con la ayuda de sus semejantes y el auxilio de la gracia divina, a vencer su soberbia.
Caminamos hacia un gran fracaso colectivo en nuestro país, más allá de que esta realidad se disimula o se acentúa. Las instituciones se ven paralizadas por la incapacidad y la soberbia de sus dirigentes, aflorando la frustración de amplios sectores de la población, su desencanto y su desesperanza contra casi todo.
Lo peor de un gobernante no es su incapacidad, su falta de ideas y principios. Lo verdaderamente peligrosos es su soberbia con las personas libres e iguales, utilizando el «todo vale» para conseguir el poder.
España no se puede resignar a que la gobierne la mediocridad y la soberbia, no es posible vivir feliz sin honestidad, humildad y justicia…