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Cartas al director

El «VAR» y la convivencia

Decía Eugenio D’Ors, yo creo que era este escritor, el que, tras su colaboración periodística, invitaba a su secretaria a que lo leyese antes de escribirlo.

- ¿Está claro?, le decía a la lectora y esta decía…

- Sí señor, muy claro.

- Pues entonces dámelo que lo voy a oscurecer.

Eso pasa con la legislación del VAR en los partidos de futbol o «furgol», como yo escuché decir a un aficionado.

El VAR es como el Tribunal Supremo del balompié.

Ocurre que el inventor de esta ocurrencia no sabe el mal obtenido.

Tengo derecho a expresarme.

El VAR es una exhibición que no coincide siempre con la emoción del público. La persona se siente molesta e insegura.

Descontando con una supuesta ayuda del equipo a su enemigo partícipe. Irrespetuoso con el árbitro-abogado. El público asistente, debe corregir su visión. Eso que hacen gratis algunos.

El VAR es intruso, no sabe simbología y no sabe nada de la geometría de brazos y manos.

El VAR es antisocial, aumenta la sudoración personal, odia a los otros seguidores y no los insulta de labios hacia afuera.

Sobre el VAR y creo que tengo seguidores, y perdón por la audacia.

Diego Navarro Mota, exsecretario general del Ateneo de Cádiz

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