Cartas al director
Ahora toca callarse
Son muchísimas las llamadas y mensajes enviados en estos días por los resultados electorales. Transmitiéndonos, ante el panorama general, la gran pena que magníficos alcaldes y presidentes autonómicos tuvieran que llevarse las bofetadas que iban dirigidas a otros. Los partidos políticos no están para polarizar. Querer sacar rédito de una sociedad polarizada, fomentando el frentismo partidista, es pan para hoy y hambre para mañana. Porque empeñarse en gobernar de espaldas a la dura realidad, renunciando a los cambios tranquilos y consensuados, dejándose por el camino señas de nuestra propia identidad y renunciando al deber primordial de todo gobierno que es gobernar para todos, para esa gran mayoría social que representa a nuestros pueblos y a nuestro país, para dar plena satisfacción a pequeñas minorías, generalmente muy radicalizadas, es condenar todo lo que de esta manera se pudiese conseguir a ser algo totalmente efímero. Porque el siguiente, sencillamente, lo va a derogar. En España sigue existiendo una gran mayoría tranquila, sin más confrontación que la normal en una democracia, que pone y quita gobiernos en libertad y que rechaza la crispación y la polarización. Precisamente el terreno de juego en la que algunos quieren seguir viendo, por desgracia, su oportunidad. Pero una oportunidad condenada, de nuevo, a fracasar. Si alguien se considera responsable de unos resultados electorales desastrosos, después de caer en el inmenso error de convertir unas elecciones municipales y autonómicas en un verdadero plebiscito sobre su persona, pues solo tiene dos salidas: irse o corregirse. Pero resulta que esa misma noche se escogió una tercera sin que ningún órgano del partido la explicara, debatiera o aprobara. Es lo que tienen los liderazgos mesiánicos. Que entre el líder y las bases de su partido no hay nada.
Erigiéndose uno así en el intérprete supremo y único de la voluntad general. Jamás vi nada igual en el PSOE.