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Cartas al director

Nuestra memoria

El drama de la humanidad, es cuando lo intenso desaparece con el tiempo y la vida no siempre brilla igual. La exploración de la memoria y el deseo, lo que acontece en el corazón y el alma, es donde el hombre busca su identidad.

Entre la pena y la nada, elije la pena, poniendo siempre en primer lugar el valor irrenunciable de la vida de todo hombre, de toda persona para construir un mundo más tolerante y solidario. Hoy nadie aspira a tener una vida lograda. (De tan imposible que lo vemos, ya hemos renunciado a ella). Hubo un tiempo en que fuimos felices, en nuestro paraíso de la infancia, con el caballito de madera, los tebeos del Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Piedrín y las películas de blanco y negro. Paraíso es el amor nacido del deseo sin limitarse a este. Amor a los débiles a los enfermos a los desamparados que afecta sobre todo al alma. Siempre el amor como el agua en el mar. Siempre eterna.

Necesitamos pensar. Pensar para no desbaratar nuestra temblorosa conciencia humana. Nuestra memoria, queremos ser queridos sin desearnos y, también queremos querer. Un mundo completo, equilibrado, como si la eternidad, nuestra eternidad estuviese a la vez a mano, siempre. Equivocadamente hoy está lejos de nuestro alcance, consciente de que tan imposible es volver a los momentos felices, como tratar de olvidarlos. No nos deja la memoria.

Apuremos la copa de la vida, por difícil que esta sea, hasta el final. Sin perder en ningún momento nuestra memoria. No somos perfectos. Lo único que podemos hacer es hablar, escribir, gritar, hacer todo lo posible para advertir a la gente de lo que ha pasado y de lo que puede pasar, sin que nadie nos imponga ninguna memoria que nos puede destruir…

Maximo de la Peña Bermejo

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