Cartas al director
Tribunal Constitucional, en juego
El TC, posiblemente único en las naciones europeas, tiene como función primordial la vigilancia de todas las leyes y que las mismas cumplan con la Constitución. Podíamos ampliar sus atribuciones y deberes, pero nunca, nunca, serán ellas las que permitan interpretar las leyes, apretarlas, desarrollarlas, o manipularlas de forma torticera para adecuarlas a cualquier momento político, que beneficie a partido o gobierno alguno, sea cuales sean las circunstancias. La gravedad del momento actual en la política española, con sujetos ciegos de poder y sordos al buen consejo, y presionando los pilares de la democracia, pueden destruir la indispensable separación de poderes llevándonos a situaciones peligrosas e irreversibles. El mismo TC, dejándose llevar por este proceso, sería la primera víctima de una larga lista de la que nadie estaría libre. Ojalá vengan tiempos de razonamiento y concordia y que los malos vientos que se presienten, desaparezcan en el horizonte del buen hacer y del sentido común, en aras del bienestar del pueblo español, que es y debe ser el único fin de la Política, con mayúsculas. Recordar a los actores del momento, que nombres y apellidos, acciones y olvidos y omisiones permanecen en la memoria del pueblo español, y en el momento debido emitirá su juicio. La democracia lo exigirá y todos lo veremos