Cartas al director
Reflexiones bélicas
La guerra entre Israel y Hamás ha cumplido un mes. Todo comenzó con un acto terrorista de gran magnitud, mayor que el 11S en términos comparativos. Los hamasíes tenían claro cómo iba a ser la reacción del Estado de Israel ante semejante acción y provocación: apocalíptica, ergo, devastación y exterminio. ¿Por qué lo hicieron?. Hagamos una abstracción de las horrorosas imágenes que vemos en la televisión para reflexionar sin que la emoción nos embarge y nos nuble el juicio: ¿Quién es más sádico, quien ataca edificios residenciales o quien se parapeta en ellos utilizando a sus habitantes como escudos humanos o sacos terreros? ¿Qué podemos decir de quienes se esconden bajo un hospital, escuela o lugar de culto para protegerse y dejar a la gente indefensa y a merced del enemigo? Toda guerra acarrea muerte, hambre y enfermedades; los cuatro jinetes del Apocalipsis montan sus caballos y arrasan Gaza. ¿Quién ha propiciado y auspiciado esta guerra? ¿Quiénes se benefician del cuanto peor para los demás mejor para ellos?. Niños y mujeres israelíes y palestinos; madres y esposas, ancianos y enfermos, gente corriente de ambos bandos civiles y militares son de verdad quienes pagan el pato. Hamás, sus mentores y mecenas, han abierto la caja de Pandora a sabiendas y prendido la mecha de la guerra. Yahvé, Alá, Moisés, Mahoma, Muro de las Lamentaciones, Al-Aqsa, Estrella de David, Media Luna, Torá, Corán: Shalom, Salam.