Cartas al director
A huevo
Argumentos torticeros o manidas referencias a la maldad de curas y monjas es algo a lo que la izquierda nos tiene acostumbrados.
Victoria Kent, como la Nelken, se negaba a reconocer el sufragio a las españolas porque se hallaban bajo el dominio del clero. Mutatis mutandis, el argumento de Tezanos cien años después.
Fernández Heredia, como Bolaños, como Ferrera, son de los que cuando se levantan se peinan con minipimer. Tampoco dan la imagen de espercochados. O se ven guapos o ese look debe de vender. Manca finezza. En política debería ser obligatorio el lema que los bodegueros se impusieron, Domecq oblige.
Heredia, y aquí es donde me pierdo, no es un mindundi, es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y doctor en Infraestructuras de los Transportes. Bolaños, tampoco.
Qué cables se cruzan en la cabeza de personajes con este bagaje para que se atrevan a enmarañar la ya enmarañada política valiéndose de cosas tan peregrinas y, sobre todo, falsas como la foto de un pato muerto. Tras su hazaña, o a pesar de ella, Puente, el simiesco ministro que con semejante cara y peores modos se atreve a criticar a los demás por su aspecto, lo acaba de colocar.
O la perspicacia no va paralela con la formación –un íntimo amigo ya fallecido le birló a Solbes el Premio Nacional Fin de Carrera y era el ser más impropio que he conocido– o no me salen las cuentas. ¿Lo del pato y las monjitas de Tezanos es ingenuidad, torpeza o reflejo de catadura moral?
Lo que creo, y esto es lo importante, es que demuestra el concepto que del votante tienen estos sujetos. En muy poca consideración nos deben de tener con señuelos tan hueros.
Quizás nosotros se lo ponemos a huevo.