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Cartas al director

Ejemplaridad

Presumo que todas estas tramas que afectan a notorios responsables de los partidos políticos tienen algo en común. Salvando las diferencias, hay en común un atropello a la confianza de los ciudadanos. Un abuso de poder. Un valerse de sus circunstancias públicas para el exclusivo provecho personal. Y ahí es donde entrelaza la colocación excepcional de la hija de la secretaria del PNV en Álava, en el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas. O la trama de fraude fiscal del novio de la presidenta de Madrid, con la consecuente politización de la fiscalía por parte de Ayuso. O la corrupción en torno al exministro Ábalos. O el otorgamiento de una plaza en la universidad a la señora del presidente Sánchez. Y si la señora Gómez quiere sentirse útil, lo cual es del todo legítimo, que pruebe en el banco de alimentos, o que ejerza benévolamente el cometido que elija. Al final, sea el partido que sea, unos y otros convergen en la extralimitación de la función pública que desempeñan. En el engaño al ciudadano. En valerse del cargo que ostentan, en lugar de servir con eficiencia y transparencia. Si además puede ser con respeto a los rivales, ya de ensueño. Maldita ejemplaridad que exhiben. No me extraña luego los altísimos índices de abstencionismo; la corruptela en el acceso a las ayudas públicas; el a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Y si no es entre todos, y la modélica imagen y participación de nuestra representación pública, pues España se nos va al carajo. Y como siempre, la culpa la tiene el partido rival. Qué porquería de hacer política.

Enrique López de Turíso

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