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Cartas al director

Una deuda desbocada

No estamos para seguir aumentando el gasto en «políticas sociales» o mejor dicho subvenciones clientelares a fondo perdido para mantener el poder sin principios: como dijera Groucho Marx, «estos son mis principios, si no te gustan tengo otros»: Ley de amnistía, cupo catalán, etc.

La actual deuda pública, que se sitúa ya por encima del 108 % del PIB, condicionará insoslayablemente el futuro de posteriores generaciones. Cada vez destinamos más dinero a pagar intereses devengados de la deuda a nuestros acreedores y menos al bienestar del ciudadano.

Esta vorágine de déficit desbocado que urge revertir necesita urgentemente de gobernantes sin las manos atadas para acometer las reformas que solventen este grave problema. La brutal recesión nos llevará a una economía planificada e intervenida que anulará la economía de mercado que nos ha proporcionado nuestro sistema actual de confort.

La ejecución económica debe venir marcada por empresarios solventes, con trayectorias acreditadas que limiten el tremendo endeudamiento estatal que sentenciará a pymes y autónomos a un abismo sideral. Debemos proceder a una reindustrialización buscando inversores que se sientan seguros con estímulos fiscales y laborales, no debemos espantar a las grandes fortunas sino atraerlas a que inviertan en nuestro suelo su capital. El sector primario debe ser potenciado para con las exportaciones crear ingresos procedentes del exterior. Tenemos que frenar la hemorragia de turistas desencantados que difícilmente volverán si descubren nuevas zonas placenteras. Y no olvidemos la inversión tan importante en sanidad, educación e I+D+I que incrementará notablemente nuestra calidad de vida venidera.

Desgraciadamente, nada de esto se está haciendo. Ya somos la cuarta economía más endeudada de la UE. ¡Qué lejos quedan deudas como la alemana (63 % del PIB) o la danesa (30 %)!

Juan Romero

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