Cartas al director
Víctimas como memoria y luz
Se celebra en Vitoria una conferencia internacional en relación con víctimas del terrorismo, auspiciada por Naciones Unidas. Por fin estamos instalados en la paz. Se fueron los asesinatos, si bien aún quedan ramalazos de la pesadilla que nos impuso ETA por espacio de cuarenta y dos años. Ya entonces, cada cual gestionó su particular instrumentalización del fenómeno. Catorce años después de que la muerte llamase a nuestras puertas por última vez, se sigue abundando en el aprovechamiento partidista del terror.
A la cabeza, Bildu, que a pesar de los trompicones de normalización; a pesar de los intentos de explicitación, no han reconocido aún el daño causado en la parte que les toca. Ni nunca ha condenado lo que jamás debió ocurrir. No asume sus responsabilidades. Tampoco ha perdido perdón, con esa colorida y entusiasta puesta en escena que caracterizan sus eventos. Sigue amarrado a Sortu, que le impone la tremebunda forma de sostener su propia memoria.
También los partidos democráticos amarran el lúgubre recuerdo de ETA. Ha transcurrido el tiempo y siguen doblando las «campanades a mort», cada cual a su manera. Y entre tanto las víctimas. En un momento muy atrás, completamente abandonadas. Luego desarraigadas: de su pueblo; huérfanas de su propia gente incluso; expuestas a su dolor; inmersas en su propia confusión. Posteriormente deseadas, a cambio de un cutre clientelismo. Ahora, organizadas y respetadas, son la única luz vívida de una tragedia que no acaba de esfumarse. Arropémoslas. Solo ellas son la memoria de lo que no merecimos. Absténganse por favor los partidos, so peligro de contaminación.