Ese momento decisivo
No hay fórmula alternativa que no sea arrancar con una negociación entre ambas opciones, con el objetivo de hacer un Gobierno conjuntamente, más allá de lo que conviene a uno u otro, desde un punto de vista partidista
Quienes estamos dedicados exclusivamente a poner en marcha una alternativa cultural, NEOS, asentada en fundamentos cristianos, no somos ni podemos ser ajenos a la evolución de una alternativa política que ha tenido en las elecciones de ayer de Castilla y León un hito relevante, aunque de alcance hoy indeterminado.
El resultado de estas elecciones es y será evaluado por nosotros en función del grado de avance o retroceso del objetivo principal, del proceso y del frente popular que nos gobierna, que no es otro que el de reemplazar, sustituir y destruir un orden social determinado. En cada elección de carácter autonómico, local, municipal o nacional, cualquiera que sea su naturaleza, se testa un proyecto de ingeniería social, un esfuerzo de inventar o reinventar la nación, España, la naturaleza y la dignidad de la persona, la familia tradicional, la libertad… La pregunta clave a fecha de hoy es, por ello, saber si el resultado de ayer nos aproxima o nos aleja de una alternativa en su doble dimensión: política y cultural.
Los resultados de ayer nos deberían ayudar al avance y desarrollo de una alternativa porque, entre otras razones, no se ha rozado la posibilidad de la configuración de un frente popular «castellanizado», eso es la suma de socialistas, comunistas y opciones provincialistas, que son la expresión de rechazo al sistema constitucional y autonómico. Porque de haberse producido, hubiese sido una tragedia para España por la voracidad del frente, que no tiene límites. Es verdad que no era probable, no se esperaba. Pero la evolución de la campaña despertó esta preocupación al final de la misma.
Es tan letal lo que significaría la reedición del frente popular liderado por Sánchez en el Gobierno tras las próximas elecciones del 2023, es tan suicida el mantenimiento del actual proceso que nos gobierna, que lo urgente, lo extremadamente urgente es la posibilidad y la conformación de una alternativa. El proceso nos llevaría no solo al mantenimiento del frente popular de Sánchez en el Gobierno de España, y al Gobierno de Esquerra Republicana en Cataluña, sino al Gobierno de ETA, a la luz del día, no en la sombra, en el País Vasco y Navarra. Razón por la que esta última se incorporaría a la comunidad vasca. Una España con ETA en el Gobierno del País Vasco en el 2024 sería imposible de gobernar y gestionar, con una Monarquía irrelevante o desaparecida, con una Iglesia culpabilizada, humillada y debilitada, desde el momento en el que culminara la causa general abierta en estas fechas contra la misma.
El resultado de ayer ha sido esperanzador para una alternativa política nacional, pese a los resultados de formaciones provincialistas, reflejo y síntoma de una crisis nacional. Por el contrario, la valoración inicial de los dirigentes del PP fue decepcionante, inquietante, expresión práctica y viva de que se huye de la verdad como de la peste, de la no aceptación de la realidad que tenemos delante de nosotros, esclavos de una moda dominante de lo políticamente correcto. Castilla y León ha puesto de manifiesto con más claridad que nunca que hoy hay dos derechas. Una más pragmática, más centrista, más adaptada a la moda dominante, y otra con más fundamentos, más rotunda y atacada al mismo tiempo. Una, Vox, que es la segunda que he enunciado, al alza. Otra, más numerosa, el PP, pero a la baja.
Defínanlas como ustedes quieran. Pero hay dos maneras de entender hoy la alternativa. Pueden competir hasta que una destruya a la otra, pero, por encima de todo, tienen la obligación, el objeto social, la función social de desalojar democráticamente el proceso que sufrimos, las próximas elecciones generales. No más tarde. No hay fórmula alternativa que no sea arrancar con una negociación entre ambas opciones, con el objetivo de hacer un Gobierno conjuntamente, más allá de lo que conviene a uno u otro, desde un punto de vista partidista. Qué fácil resultaría decir la verdad, aceptar la verdad y actuar en consecuencia. Pero más allá de esta primera reacción, todavía están a tiempo, porque tienen el aliado de la verdad, porque los resultados son indiscutibles en cuanto a sus consecuencias; no tienen otra opción, no es cuestión de gustos o preferencias, es un mandato de las urnas.
Además, añadiría que hoy, una alternativa política, desde el centro derecha o las derechas, tienen que entender que la cuestión principal a la que tienen que saber hacer frente es de ingeniería social, es de una voluntad de cambiar conciencias y actitudes personales. De ahí la trascendencia de la actitud personal de los dirigentes políticos, que deben dar ejemplo. No solo es una cuestión de aritmética electoral. No solo es encontrar una fórmula para el relevo, para encontrar una manera de alcanzar el poder. Se trata de definir una dirección, una actitud personal ejemplar que busca el bien común, un proyecto de suma, un porqué y un para qué. Hoy no lo pueden hacer separadamente estas opciones. La obligación del momento, la función social que ambos tienen, excede el ámbito de la comunidad de Castilla y León, es de carácter nacional.
Permítanme por último una experiencia personal, que confirma que las elecciones autonómicas suelen ser el prólogo y el preámbulo de una situación que en teoría parece solo determinada por unas elecciones de carácter general. Recuerdo que en el año 1981 y 82, esto es, hace 40 años, las elecciones autonómicas de Galicia y de Andalucía determinaron con mucha antelación dos fenómenos; la mayoría absoluta del socialismo español, que nació en Octubre de 1982 y que duraría 14 años en el poder, y el segundo fue la sustitución de la UCD, mi partido en aquellas fechas, por Alianza Popular. Ello arrancó en una comunidad conservadora como Galicia, y culminó en otra de carácter más supuestamente progresista como Andalucía. Aquellas elecciones autonómicas de Andalucía, en las que yo era un joven inexperto secretario general de Acción Electoral de UCD para Andalucía, aprendí la trascendencia de las mareas sociales. Es verdad que la UCD había perdido su función social: la transición. Pero cuidado, el PP tiene la función social de unir al espacio del centro derecha, solo o acompañado.
En Andalucía Alianza Popular triplicó a la UCD en las elecciones andaluzas, y el sorpasso llegó inevitablemente. No se había interpretado correcta y previamente el resultado en Galicia, ni se detectó la marea social que había arrancado. Hoy, no dentro de un año ni de dos, estamos ante el momento decisivo. Permítanme una perogrullada, todo es diferente, pero en el fondo todo es igual. Pero el Frente Popular no es precisamente el partido socialista liderado por Felipe González en 1982. En definitiva, por todo ello, los dirigentes políticos de nuestro espacio tienen una obligación mucho más profunda.
- Jaime Mayor Oreja es miembro de NEOS España