Las zonas azules
Con los genes de una vida larga se nace, pero la longevidad también se moldea haciendo camino al andar
El azul es un color que trasmite tranquilidad, confianza, estabilidad, salud, paz… Es símbolo de distinción y en los cuentos de hadas de liberación cuando el príncipe («azul») sale al rescate de una dama en apuros para redimirla de un hechizo. Por extensión el príncipe azul es el esposo deseado por las adolescentes en edad de merecer, aunque pocas pueden optar a uno dada la escasez de tales especímenes.
El origen de la denominación de las zonas azules que aquí voy a explicar es mucho menos poético. Esos espacios añiles son territorios con una especial concentración de personas mayores –octogenarios, nonagenarios y centenarios– el primero de los cuales fue identificado por el demógrafo Michel Poulain y el médico Gianni Pes en la región central de la isla de Cerdeña, quienes delimitaron su territorio con tinta azul .Un estudio realizado a comienzos de este siglo puso de manifiesto que una de cada 170 personas nacidas entre 1880 y 1890 había llegado a cumplir 100 años. Con posterioridad el investigador estadounidense Dan Buettner inició un proyecto para identificar otros territorios con elevados niveles de longevidad. Localizó cuatro espacios más que recibieron por extensión el nombre de zonas azules y que se sitúan en Okinawa (Japón), Icaria (Grecia), Loma Linda (California) y la península de Nicoya (Costa Rica). Todas ellas son zonas que además de reunir muchas personas viejas poseen algún rasgo especial que las singulariza. En Cerdeña existe la mayor concentración de centenarios del mundo. Okinawa localiza las mujeres más ancianas del planeta. Icaria, en el Egeo, tiene las poblaciones de longevos con menores índices de demencia a escala internacional. Nicoya concentra la segunda comunidad de centenarios más grande de la Tierra. Y Loma Linda es una comunidad de adventistas del séptimo día con una esperanza de vida 10 años superior a la estadounidense.
¿Cual es el secreto de esas zonas azules para albergar tantos longevos? Un equipo dirigido por el referido Dan Buettner y compuesto por diferentes especialistas (demógrafos, epidemiólogos, nutricionistas, antropólogos, médicos…) identificó nueve grandes factores de longevidad:
1)Una intensa movilidad habitual. El sedentarismo no forma parte de la vida diaria de esas comunidades.
2) Tener IKIGAI, una palabra japonesa para definir las razones por las que merece la pena vivir.
3) Un estrés moderado que contribuye a amortiguar las enfermedades causadas por el envejecimiento.
4)Practicar el «hara hachi bu», la recomendación de Confucio para no comer hasta saciarse.
5) Una preferencia por los alimentos vegetales. La carne o el pescado se consumen, pero en proporciones reducidas.
6)Reducir la ingesta de alcohol a dosis muy moderadas.
7)Una inserción en grupos que fomenten los comportamientos saludables.
8)La pertenencia a comunidades de creyentes con prácticas religiosas habituales.
9)La existencia de lazos familiares sólidos entre los diferentes miembros de la familia.
Sintetizando podríamos reducir estos nueve factores a dos. El primero sería el de llevar una vida saludable que supone una movilidad habitual, una práctica de rutinas que limitan el estrés, comer, sin saciarse, productos prioritariamente vegetales y beber alcohol de forma comedida. Y el segundo insertarse en grupos que fomenten y ayuden a cumplir estas «buenas prácticas»: grupos familiares, comunidades de creyentes y grupos sociales que deben de tener su propio ikigai, su razón de vivir. Y es que al ikigai personal de cada individuo, se sobrepone un ikigai colectivo que define las aspiraciones de cada comunidad y los mecanismos para lograrlas. Con los genes de una vida larga se nace, pero la longevidad también se moldea haciendo camino al andar, como así lo prueban las experiencias llevadas a cabo en otros territorios (Finlandia o EE. UU.) con prácticas semejantes a las de los cinco territorios aludidos.
Como he referido el origen de las zonas azules es bastante prosaico. Podrían haberse denominado zonas verdes o granates si el útil de escritura para delimitar la de Cerdeña hubiera tenido alguno de esos colores. Pero quizás en el subconsciente de sus definidores latía un impulso para emplear esa tonalidad porque el azul identifica, en el imaginario colectivo la paz, el sosiego, la armonía que son factores coadyuvantes de una vida larga.
Rafael Puyol es presidente de UNIR