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En primera líneaFernando Gutiérrez Díaz de Otazu

Liderazgo mesiánico

Del énfasis puesto de manifiesto por los miembros del Partido Socialista en el Gobierno para descalificar al líder del principal partido de la oposición, se desprende que el modelo preferido por el actual Partido Socialista es el modelo del liderazgo mesiánico

Actualizada 01:30

Cabría esperar, incluso exigir, que la principal preocupación de los componentes de un Gobierno democrático, de los miembros de su Consejo de Ministros, fuese la adopción de medidas eficaces que contribuyesen a paliar las dificultades a las que, eventualmente, tuvieran que hacer frente los ciudadanos y parece que, en el momento actual, las dificultades a las que hacen frente los ciudadanos, no son pocas.

Nos encontramos, en cambio, con un Gobierno aparentemente obsesionado por producir el desgaste de la imagen pública del líder del principal partido de la oposición, empeñando, en esta obsesión, tiempo del que tendrían que emplear para encontrar las soluciones a los problemas que se acumulan sobre nuestra maltrecha realidad actual y adoptar las medidas oportunas que, además de ser objeto de ingentes dosis de propaganda, arrojasen resultados positivos, los cuales, lamentablemente, son mucho menos ingentes.

El origen de esta obsesión parece encontrarse en la evolución de las encuestas sobre expectativas de voto para las próximas confrontaciones electorales, que, al fin y a la postre, no son más que encuestas y estudios demoscópicos, con mayor o menor grado de fiabilidad en cuanto a sus expectativas de acierto final en unas elecciones.

Desde que en el debate sobre el estado de la nación del pasado mes de julio, el presidente del Gobierno dijera que estaba dispuesto a acometer el próximo año electoral que se nos avecina, con elecciones municipales, autonómicas y generales, «yendo a por todas», parece que los miembros del Gobierno se han aprestado a cumplir fielmente este mandato implícito (o explícito) y se han propuesto «ir a por todas».

Como consecuencia de la interrupción del proceso de negociación para la renovación de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, en el cual se encontraban inmersos el Partido Popular y el Partido Socialista, la Portavoz del PSOE, que al propio tiempo es Ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, desencadenó la ofensiva de descalificación del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, afirmando en rueda de prensa que éste carece de liderazgo porque consulta sus decisiones con sus colaboradores y se hace eco de las expectativas de sus electores.

Al parecer, el hecho de no hacer lo que le da la gana, sin dar explicación alguna, recabar asesoramiento alguno, ni evaluar lo que de él esperan sus electores, le convierte en un líder débil y manipulable. Parece ser que el liderazgo fetén para el Partido Socialista es el contrario; el de un líder que hace lo que quiere, sin evaluar las consecuencias de sus actos y sin seguir una línea coherente de actuación, llegando incluso a hacer lo contrario de lo que había anunciado a toda la ciudadanía y en asuntos no menores. Dos modelos, sin duda, diferentes.

Ilustración: Feijóo y Sánchez

Lu Tolstova

En esta misma línea argumental se mueve el presidente Putin, que considera débiles a los líderes europeos por depender en exceso de las opiniones públicas de sus países y de las de sus votantes, cosa que, a él, no le parece sino muestras de debilidad. Él, desde luego, no tiene ese «problema».

Por otro lado, esta semana un amigo mío ironizaba en su blog con la hipótesis de lo torpes que debían de ser los gallegos para haber elegido por mayoría absoluta cuatro veces consecutivas a una persona con tan poco liderazgo y tan poca capacidad de gestionar y hasta de dialogar.

Durante la última sesión de control al Gobierno, se puso de manifiesto la estrategia de los ministros del Gobierno de todos los españoles apuntada por la ministra de Educación al comienzo de la semana. Repetición del argumento. Descalificaciones personales del líder del principal Partido de la oposición reiteradas de manera literalmente exacta por todos los miembros socialistas del Consejo de Ministros. Ante esta estrategia, se imagina uno a los miembros del Gobierno poniéndose de acuerdo para decir todos lo mismo y ello produce una cierta sensación de tristeza por lo mediocre del procedimiento para «defender» la gestión propia. Peor aún es imaginar que lo que hacen es repetir, prácticamente sin variación, lo que «alguien» les ha dicho que tienen que repetir. Y lo hacen.

Por su parte, durante esa misma sesión de control, que debería servir para que la oposición controlase la acción del Gobierno, se produjo precisamente lo contrario; la acusación del presidente del Gobierno a la oposición de descalificar las actuaciones del Gobierno. Teóricamente, ese es el papel de la oposición en un sistema democrático. Preocupa que al presidente del Gobierno le parezca digno de descrédito el que la oposición critique al Gobierno. Pone de manifiesto un talante autoritario. El Gobierno tiene que ofrecer respuestas. El que está en la oposición tiene que ejercer la responsabilidad de contrarrestar la actuación del Gobierno para que no lo haga de manera autocrática o pensando sólo en una parte de la sociedad (la que le ha votado o le puede votar).

Existen dos modelos de liderazgo contrapuestos. Por una parte el liderazgo de proyecto en el que una persona aúna las voluntades de un equipo para llevar adelante un proyecto que todos ellos identifican como necesario, con matices que se van perfilando y que van perfeccionando, conforme a su entendimiento, el proyecto que, a priori comparten. Por otra parte el liderazgo mesiánico, en el que el proyecto es el propio líder, que, dada su condición de mesías, con poderes de origen sobrenatural, va definiendo el proyecto del grupo, según él considera conveniente. Los seguidores del líder mesiánico le prestan obediencia ciega, hasta cuando hace cosas absolutamente sorprendentes e incluso contrarias al proyecto inicial. Al fin y al cabo, él sabrá por qué. Para los seguidores del liderazgo mesiánico es mucho más importante el «quién» que el «qué».

Del énfasis puesto de manifiesto por los miembros del Partido Socialista en el Gobierno para descalificar al líder del principal partido de la oposición, por no actuar según su criterio estrictamente personal, se desprende que el modelo preferido, al parecer, por el actual Partido Socialista, o al menos por sus dirigentes es el modelo del liderazgo mesiánico.

  • Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu es diputado nacional por Melilla del Grupo Parlamentario Popular
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