España suma
Mientras PP y Vox continúen tirándose los trastos y culpabilizándose mutuamente de haber impedido sumar los escaños necesarios para lograr la alternativa, los españoles que la deseamos poco podremos hacer
Transcurridos unos días desde las elecciones generales y digeridos más o menos sus resultados, traigo a la palestra una propuesta poco original pero todavía apenas planteada. Se habla mucho de las complicaciones del Partido Popular para buscar socios para la investidura mientras que para el PSOE de Sánchez no existe obstáculo ninguno por su falta de escrúpulos. Algunos comentan también que mientras la derecha no recupere su unidad, como ocurrió en tiempo de Aznar, será imposible que consiga una mayoría absoluta. Así también lo entendió Manuel Fraga a mediados de los ochenta con coalición popular –AP, PDP y Unión Liberal– hasta la refundación y el nacimiento del Partido Popular.
En política, como en casi todos los órdenes de la vida, pocas cosas nuevas pueden proponerse, tan es así que el título de este artículo es un préstamo de la fórmula registrada por Pablo Casado en el Ministerio del Interior hace este mes exactamente cuatro años, «España Suma». El Partido Popular, consciente de las dificultades para descabalgar a Sánchez del poder, consideró que solo la fórmula de una coalición electoral con los afines podría lograrlo. El experimento se había ensayado en las autonómicas navarras de mayo con «Navarra Suma» concurriendo juntos UPN, PP y Ciudadanos, lo mismo ocurriría el año siguiente en el País Vasco.
A pesar de los buenos resultados en las elecciones en la Comunidad Foral, la coalición finalmente no llegó a plasmarse en las elecciones generales de noviembre de 2019, los motivos –el primero de ellos la ambición de un Rivera cegado por su éxito de abril– son conocidos y darían para otro artículo. Frustrada la iniciativa llegaron las consecuencias que conocemos, el principio del fin de Ciudadanos, y el muy notable incremento de la presencia de Vox.
Volver a unir al centroderecha en un solo partido quizá no resulte posible, también algunos dudan si es conveniente, pero lo que parece evidente es que no ocurrirá a corto plazo y mientras no suceda, la izquierda y los separatistas lo celebrarán, porque España, o lo que quede de ella, estará en sus manos. Mientras PP y Vox continúen tirándose los trastos y culpabilizándose mutuamente de haber impedido sumar los escaños necesarios para lograr la alternativa, los españoles que la deseamos poco podremos hacer.
Estaría bien por tanto que, para empezar, enterraran estas formaciones la soberbia, mala compañera para el triunfo de cualquier proyecto político. A continuación, deberían tener una sana ambición, alejada por tanto del interés partidario y particular, para pensar en lo común, en lo de todos, en España. Si así fuera, apostar por una coalición electoral no debiera suponer obstáculo alguno sino todo lo contrario, se convertiría, al menos mientras rija la ley D,Hondt, en el instrumento que permitirá desalojar en las próximas elecciones, al hombre que nos ha situado al borde del precipicio y que está a punto de arrojarnos por él. Si para Feijóo y Abascal España es lo primero, tienen a su alcance la fórmula que puede ayudar a confirmarlo.
- Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco