¿Por qué Japón es el país más envejecido del mundo?
Las razones de esa reducida duración fueron: la pretensión de los ocupantes americanos de evitar una renovada presión demográfica que podría causar, como había producido la anterior, una nueva fase expansionista
Decir Japón es decir país profundamente envejecido. Ese es su rasgo esencial que eclipsa cualquier otro y va a plantear al país (ya lo está haciendo) profundos desafíos económicos y sociales. Se trata de un envejecimiento «total» es decir, por la base y por la parte alta de la pirámide de edades debido a la caída de la natalidad y al fuerte crecimiento de la longevidad. El problema de Japón, a diferencia de otros territorios intensamente envejecidos, es la pequeñez de su inmigración que no permite compensar el desfavorable balance natural.
–La caída de la natalidad. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Japón experimenta el crecimiento vegetativo más fuerte debido al descenso de la mortalidad y a la juventud de su población. La fecundidad era alta, pero estaba disminuyendo desde un valor de 5,3 hijos por mujer en 1920 a 4 a comienzos de 1950. Hubo una recuperación postbélica en los años 1947-48, pero fue efímera comparada con la duración que tuvo el baby boom en otros contextos. Las razones de esa reducida duración fueron: la pretensión de los ocupantes americanos de evitar una renovada presión demográfica que podría causar, como había producido la anterior, una nueva fase expansionista; la inquietud que provocó la elevada natalidad de 1947 aunque fuese simplemente el habitual fenómeno de recuperación tras una guerra; la vuelta a la metrópoli de varios millones de japoneses procedentes de los territorios invadidos que alentaron el temor de una superpoblación.
Japón inicia así una política demográfica de reducción de la natalidad a la que se unió una ley de protección eugenésica nacional cuyo objetivo es impedir el nacimiento de niños con alguna discapacidad y «proteger» la vida de las madres. La Ley obligó a la esterilización de personas con determinados hándicaps y al aborto por razones de salud o motivos sociales. La norma estuvo en vigor durante 48 años hasta que fue declarada inconstitucional en 1996. Según un informe parlamentario reciente el balance de ese periodo fue de miles de personas esterilizadas, especialmente mujeres con o sin consentimiento y de más de un millón de abortos oficialmente registrados entre 1953 y 1961 con una tasa superior al 70 % en relación a los nacimientos...
Como consecuencia de esta legislación la fecundidad disminuyó de 3,7 hijos por mujer en 1950 a 1,3 hijos por mujer en 2023 y el número de nacimientos de dos millones en 1973 a menos de 800.000 en la actualidad. Los principales factores de este descenso fueron la disminución de mujeres casadas y el consiguiente aumento de solteras y la elevación de la edad a la que se alumbra el primer hijo. La desafección de las japonesas por el matrimonio se relaciona con la mejora de sus niveles educativos y su incorporación al mercado de trabajo en el que se ganan bien la vida. Bajo estas condiciones o no desean ponerse «al servicio» de un marido o no encuentran el que les conviene que debe poseer una adecuada posición social y unos ingresos suficientes. Los propios varones renuncian al matrimonio si su opción es casarse con una mujer más educada sobre la que no pueden ejercitar su dominio. O les resulta difícil encontrar esposa si su situación laboral no goza de estabilidad.
Este alejamiento de los jóvenes y de las jóvenes japonesas por el matrimonio ha dado lugar a la aparición de los llamados «célibes parásitos». Se trata de jóvenes adultos que permanecen largo tiempo en casa de sus padres, pero con una saludable posición económica. El término fue inventado por el sociólogo Masahiro Yamada en 2011 para describir a personas consumidoras de bienes superfluos que no desean contraer una relación estable. A ellos se atribuye en buena parte la caída de los nacimientos y a ésta el retroceso de la población a partir de 2005.
–El país más longevo del mundo. En 2023 los hombres podían esperar vivir 81 años y las mujeres 87. Son uno de los mejores registros a escala internacional, especialmente en el caso de las mujeres. Lo explican, ante todo, los factores sanitarios: un sistema de calidad, un acceso casi universal a precios asequibles, un personal suficiente y socialmente valorado, o la existencia de políticas eficaces de prevención.
La elevada esperanza de vida se relaciona igualmente con todos aquellos factores que propician la existencia de las llamadas «zonas azules», esos territorios de especial longevidad: una alimentación predominantemente sana, equilibrada y moderada, una vida activa tanto física, como mental y una existencia en la que las relaciones sociales con la familia, con los amigos o con comunidades de creyentes se convierte en una práctica habitual y saludable.
- Rafael Puyol es presidente de la Real Sociedad Geográfica