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30 de junio de 2024

En primera líneaRafael Puyol

La ingeniería demográfica

Con frecuencia, olvidamos el poder explicativo que tiene la demografía, con o sin ingeniería, para explicar determinados conflictos. Siempre buscamos las razones económicas para entenderlos, pero hay otros motivos de naturaleza extraeconómica que tienen una poderosa fuerza causal

Actualizada 01:30

Es un intento deliberado para influir o transformar la demografía de un grupo humano o de un territorio. Su manifestación más habitual es la pretensión de cambiar el equilibrio étnico de un área con la finalidad de conseguir poblaciones más «homogéneas». Los instrumentos utilizados pueden ser múltiples. Algunos son puramente técnicos como alterar los resultados de un censo. Otros son reales como modificar las fronteras, favorecer un natalismo diferencial para conseguir que unos grupos tengan más hijos que otros, propiciar la emigración voluntaria de ciertos colectivos, o imponerla mediante traslados de población y el reasentamiento de los grupos beneficiados. En casos extremos, la ingeniería se convierte en un verdadero genocidio cuyo objetivo es eliminar a una determinada comunidad.

Ingeniería

Lu Tolstova

El ejemplo más claro de genocidio por motivos raciales fue el cometido por los nazis con los judíos y otros grupos étnicos considerados inferiores (negros, gitanos). Con algunos la solución final fue el exterminio; con otros (los considerados débiles mentales) la esterilización para que no pudieran tener descendientes que rebajaran la presencia y superioridad de la raza aria en suelo alemán. Pero hay otro tipo de genocidio que afecta a ciertos grupos humanos definidos ahora por el sexo o la edad. La preferencia por lo hijos varones en la India o China (sobre todo durante la etapa de la política del hijo único) hizo del aborto selectivo una práctica habitual en esas sociedades. La proporción de nacimientos masculinos sobre los femeninos rebasaba la relación habitual de 105 varones por cada 100 mujeres con cifras por encima de 110. Eso ha creado, sobre todo en China, un desequilibrio entre los sexos que perturba la formación de parejas. Muchos varones chinos no se casan simplemente porque no tienen con quien hacerlo.

En cuanto a las edades no hay situaciones agudas de ingeniería poblacional. Los que podrían estar más afectados son las personas mayores cuya eliminación solo se plantea en las distopías demográficas. No hay, por el momento, manifestaciones de «cacotanasia», entendida como la muerte premeditada y programada sin el consentimiento de la víctima. Pero a veces, aparecen algunos indicios y comportamientos preocupantes como las declaraciones del ministro de Finanzas japonés, Taro Aso, quien a sus 72 años pidió a los más viejos de su país que no usasen los cuidados paliativos cuando únicamente estuvieran en condiciones de comer, beber o dormir y que no tratasen sus enfermedades para evitar las ingentes cantidades de dinero que se utilizaban para mantenerlos vivos. «Que se den prisa y se mueran» fue su propuesta de eutanasia generalizada que debió rectificar cuando la insólita proclama fue descalificada de forma general. Afortunadamente afirmaciones como las de Aso son hechos aislados que al atentar contra los derechos fundamentales del ser humano no censan demasiados adeptos.

Un caso notable de ingeniería demográfica fue el llevado a cabo en Rumanía bajo el mandato de Nicolas Ceaucescu. Su pretensión fue hacer un país étnicamente rumano al que se oponía en algunas zonas (Transilvania) una significativa proporción de judíos, gitanos o húngaros y en las ciudades importantes comunidades de «germanos». Aunque la contracepción y el aborto fueron prohibidos en 1966, las autoridades hicieron la vista gorda en zonas donde predominaban los gitanos o los húngaros. Y favorecieron la emigración de germanos y judíos hacia Alemania o Israel. Así pues, a través de la promoción de los nacimientos de rumanos para los que la prohibición de controlar la natalidad e interrumpir los embarazos fue más estricta y por medio de la emigración de otros grupos étnicos, la demografía rumana fue «intervenida» para hacerla (étnicamente) más uniforme.

Otro ejemplo es el de Irlanda del Norte donde las autoridades unionistas han pretendido mantener una proporción de dos protestantes por cada católico. Con esa finalidad implementaron políticas de vivienda y empleo que perjudicaban a la población católica con tasas de natalidad más altas. Para muchos la emigración fue la única salida. El hecho de que los católicos del norte tuvieran más descendientes por mujer que los del sur sugiere que, al menos en parte, el conflicto actuó como agente causal. He aquí dos estrategias opuestas de ingeniería demográfica: el mantenimiento de una natalidad más alta por parte de los católicos del Norte y para contrarrestarla la incitación a la emigración por parte de los protestantes.

Con frecuencia, olvidamos el poder explicativo que tiene la demografía, con o sin ingeniería, para explicar determinados conflictos en regiones como el Medio Oriente, Asia del Sur o el continente africano. Siempre buscamos las razones económicas para entenderlos, pero hay otros motivos de naturaleza extraeconómica que tienen una poderosa fuerza causal. La demografía es una ciencia políticamente neutra, aunque en ocasiones se la utilice con fines ilegítimos.

  • Rafael Puyol es presidente de la Real Sociedad Geográfica
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