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La Virgen de las Cuevas, de Zurbarán

Mercedarios, los frailes españoles que daban sus vidas para liberar esclavos

El 24 de septiembre se celebra la fiesta de la Virgen de la Merced, considerada la fundadora de la Orden de san Pedro Nolasco, quien, junto a sus compañeros, se dedicó a liberar a los cristianos cautivos de manos de los musulmanes

Reconocibles por su distintivo hábito blanco, ceñido con un cinturón y coronado por un escapulario, los mercedarios llevan en su pecho un escudo que refleja su rica historia. Hace más de 800 años, en 1218, san Pedro Nolasco fundó una Orden impulsado por la Virgen de la Merced. Su misión era redimir a los cristianos cautivos en manos musulmanas, quienes, si no se convertían al Islam, eran vendidos como esclavos. Nolasco, mercader de experiencia, comprendía bien esta tragedia.

España luchó durante 800 años para expulsar a los moros, y los cristianos capturados enfrentaban la difícil elección de renunciar a su fe o ser esclavizados. La historia de Miguel de Cervantes, quien fue cautivo, es un ejemplo notable de esta realidad. La Virgen María fue la inspiración del joven catalán para ayudar a los oprimidos, dando origen a la Orden de la Merced. El Papa Inocencio XII extendió su labor a la Iglesia universal, convirtiendo a su protectora la Virgen en una figura venerada en todo el mundo.

Dar una vida en rescate por muchos

Pedro Nolasco, nacido en Barcelona en 1189, era un joven comerciante con una vida prometedora, pero el destino, o la Providencia, lo llevaron por otro camino. A los 15 años, tras perder a su padre, decidió repartir su herencia entre los más necesitados, un gesto generoso que su madre apoyó con fe. En lugar de seguir la vida cómoda de un mercader, buscó respuestas a su vida y peregrinó a Montserrat, donde, ante la Virgen, encontró su verdadera vocación: dedicar su vida a los demás con la ayuda de la Madre de Dios, a quien tanta devoción tenía.

En tiempos en que los musulmanes asolaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos al norte de África, la situación de estas víctimas era insoportable. Muchos, en su sufrimiento, perdían la fe, creyendo que Dios los había abandonado. Nolasco, con su experiencia como comerciante, decidió destinar su fortuna a una noble causa: liberar al mayor número posible de cautivos. Inspirado por las palabras del Evangelio: «No acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corrompen y los ladrones los roban. Atesoraos un tesoro en el cielo» (Mt 6,20), emprendió su misión de misericordia y redención.

Aparición de la Virgen de la Merced a San Pedro Nolasco, de Alonso del Arco

Aparición de la Virgen de la Merced a San Pedro Nolasco, de Alonso del Arco

En 1203, Pedro comenzó en Valencia su misión, liberando a 300 prisioneros con su propio patrimonio. Pronto formó un grupo comprometido a compartir sus bienes y organizó expediciones para negociar la liberación de más esclavos. Cuando los recursos se agotaron, crearon cofradías para recaudar la «limosna para los cautivos». Sin embargo, llegó un momento en que esa ayuda también se desvaneció. En medio de esta crisis, Nolasco contempló la posibilidad de ingresar en una orden religiosa o retirarse a una vida de soledad en el desierto.

Sin embargo, una noche de agosto de 1218, la Virgen María se le apareció, animándole a fundar la Orden de la Merced, formalizando así el trabajo que Pedro y sus compañeros llevaban realizando durante los últimos 15 años. Según una tradición, la Virgen también se apareció a san Raimundo de Peñafort y al rey Jaime I de Aragón, transmitiendo el mismo mensaje. Así, el 10 de agosto de 1218, en la catedral de Barcelona, ante la presencia del rey y del obispo Berenguer de Palou, nació oficialmente la Orden de la Merced. Pedro y sus compañeros tomaron el hábito mercedario, simbolizado por el escudo con las cuatro barras rojas de la corona de Aragón y una cruz blanca sobre fondo rojo.

De bandolero a mercedario entregado a la causa

Desde sus inicios, la orden fue laica y tuvo su primera sede en el hospital de Santa Eulalia, donde atendían a cautivos recién liberados y personas indigentes. Pedro Nolasco reconoció siempre a la Virgen de la Merced como la auténtica fundadora de la orden, cuyo nombre significa «misericordia».

Lo que distinguía a los mercedarios de otras órdenes era su cuarto voto, además de los tradicionales de pobreza, castidad y obediencia: los frailes se comprometían a la liberación de los esclavos, incluso con la propia vida. Si no podían recaudar el dinero suficiente para liberarlos, muchas veces los mercedarios se ofrecían a ocupar su lugar, para que el cristiano no perdiera la fe. Este sacrificio quedó inmortalizado en figuras como san Pedro Ermengol quien, tras una juventud turbulenta como cabecilla de un grupo de bandoleros, ingresó en la orden y vivió plenamente este voto.

Pedro Nolasco, el 10 de agosto de 1218, fundó oficialmente la Orden de Santa María de la Merced de la Redención de Cautivos, con toda solemnidad y notoriedad, en el altar mayor de la Catedral de la Santa Cruz de Barcelona

El 10 de agosto de 1218,Pedro Nolasco fundó la Orden en el altar mayor de la catedral de la Santa Cruz de Barcelona

En dos meses, Ermengol rescató a 346 esclavos, asegurando su regreso a casa. En Bugia, liberó a 119 cristianos, incluidos algunos de sus compañeros que estaban cautivos. Además, negoció la libertad de 18 jóvenes cristianos, que iban a ser enviados al Islam, por 30.000 ducados. Al no tener esa suma, ofreció quedarse en su lugar.

Durante su tiempo como prisionero, fue un consuelo para sus compañeros, logrando numerosas conversiones, incluso entre musulmanes. Esto molestó a las autoridades locales, que al ver retrasado el pago de los 30.000 ducados, lo acusaron de ser espía y lo sentenciaron a la horca.

El Papa Gregorio IX aprobó oficialmente la Orden de la Merced, nombrando a san Pedro Nolasco como su primer Superior General. Su labor fue profundamente apreciada por el rey Jaime I de Aragón, quien atribuyó la conquista de Valencia a las oraciones de Nolasco.

Los mercedarios llegan al Nuevo Mundo

Aunque la evangelización en la Nueva España comenzó con los franciscanos, el primer religioso que llegó a México fue fray Bartolomé de Olmedo, mercedario que acompañó a Hernán Cortés en 1519. Desde su llegada, la Orden se expandió rápidamente, estableciendo conventos y colegios en diversas ciudades.

Los mercedarios no solo redimieron cautivos, sino que también contribuyeron a la educación, formando catedráticos y obispos en el nuevo continente. Su carisma de redención se ha adaptado a nuevas formas de esclavitud contemporánea, reflejando el compromiso de la Orden con las obras de misericordia.

Hoy, los mercedarios se enfocan en la atención de refugiados, la reinserción de presos y la educación de los pobres. La familia mercedaria incluye a Padres mercedarios, mercedarios descalzos y monjas mercedarias, quienes atienden no solo a los cautivos físicos, sino también a aquellos esclavizados por la pobreza, la marginación y las nuevas formas de opresión.

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