
Javier Martínez-Pinna desmonta en su libro los principales bulos contra la Iglesia
Entrevista con Javier Martínez-Pinna, historiador y escritor
«La leyenda negra contra la Iglesia y contra España son las dos caras de una misma moneda»
«La Edad Media es el periodo en el que se construyen los principales pilares sobre los que se sustenta la civilización occidental», asegura el historiador Javier Martínez-Pinna
Es profesor de historia y autor de varios libros de divulgación: desde la piratería, las guerras púnicas o la Edad Media hasta el antiguo Egipto o las gestas de España. Su título más reciente es Eso no estaba en mi libro de historia de la Iglesia católica (Almuzara), un volumen que abarca desde el nacimiento del cristianismo hasta fechas muy recientes. Es Javier Martínez-Pinna, y sale al paso de algunos de los tópicos que parecen más instalados en una parte del nuevo imaginario colectivo, a resultas de El código da Vinci y de divulgadores polémicos —con ingente número de seguidores en Twitter e incluso espacio en programas televisivos— que afirman, por ejemplo, que Jesús no nación en Belén. Por eso, afirma: «Los Evangelios son fuentes fiables; la historicidad de Jesús está fuera de toda duda».
— ¿Cuándo nace la leyenda negra de la Iglesia?
— La Iglesia siempre ha tenido su leyenda negra desde que se asoció al poder en tiempos de Constantino. Algunos autores consideran que los principales episodios se desarrollan a partir del pontificado de Gregorio VII, con quien se inicia la querella de las investiduras y el enfrentamiento del papado con los poderes temporales. Yo, personalmente, creo que la leyenda negra contra la Iglesia y la leyenda negra contra España son las dos caras de una misma moneda. En este sentido debemos de tener en cuenta que la monarquía española, especialmente a partir de Isabel y Fernando, realizó un gran trabajo en la reforma de la Iglesia, que tuvo en España uno de los pilares fundamentales en su lucha contra las iglesias reformadas.
— Empecemos por algo del siglo XX. ¿Cómo fue la relación de la Iglesia católica con el nazismo?— Este es uno de los aspectos polémicos que tratamos en el libro, pero, desde el principio, la postura de la Iglesia es clara. En abril de 1937 vieron la luz dos encíclicas, Mit brennender sorge, contra el régimen nazi, y Divini redemptoris, que condenó al ateísmo marxista como ideología oficial de la Unión Soviética. Por supuesto, en Eso no estaba en mi libro de historia de la Iglesia católica hablamos sobre la ambigua respuesta, incluso la simpatía de algunos miembros de la alta jerarquía eclesiástica alemana hacia el régimen nacionalsocialista, pero sin olvidar la valentía de otros muchos, como los mártires que dejaron su vida en el campo de concentración de Auschwitz, en su lucha contra el terror nazi que, recordemos, nunca esconderá su pretensión de suplantar al cristianismo por una nueva religión de naturaleza pagana.

La portada del último libro de Martínez-Pinna
— ¿En qué situación se encontró Pío XII?
— Por desgracia, Pío XII es uno de esos papas que han sufrido un proceso de difamación a lo largo de la historia; en este caso, se le llegó a condenar de tener un papel activo en el genocidio del pueblo judío. Esto es algo difícil de entender teniendo en cuenta que, tras su muerte, resonaron las palabras de agradecimiento hacia el Papa por parte de las principales víctimas del nazismo, como la de Golda Meir. ¿Qué ocurrió? Simplemente que, tras la derrota de Alemania, el Papa se mostró igualmente combativo contra los brutales regímenes comunistas de Stalin y Mao, y estas críticas no fueron bien recibidas en determinados ámbitos políticos e ideológicos.
— Los movimientos revolucionarios del siglo XIX. ¿Una búsqueda de libertad, o una oleada de anticlericalismo?
— A partir de los siglos XVII y XVIII se produce la gran crisis de la conciencia europea, como la definió Paul Hazard. Con la introducción del racionalismo cartesiano se rechazó todo aquello que no resultase evidente a la razón, por lo tanto, las verdades reveladas y de orden natural no tendrían ningún tipo de validez. En este sentido, es clave el pensamiento de Spinoza, que abre el camino al deísmo y a la masonería. En el libro hablamos sobre el curioso caso de los libertinos, entre ellos Cyrano de Bergerac, cuyo papel anticipa el escepticismo y el ateísmo, pero también, por desgracia, el anticlericalismo que se materializará en tiempos de la revolución francesa con episodios especialmente violentos como los desarrollados en La Vendée.
Las primeras universidades
— ¿La Edad Media fue oscura? ¿Por culpa de la Iglesia?
— La Edad Media, lo queramos o no, es el periodo en el que se construyen los principales pilares sobre los que se sustenta la civilización occidental. Siendo así, en estos momentos en los que se impone el pensamiento postmoderno y la corrección política, los principales ataques se han dirigido a la Iglesia por ser la institución que actuó como elemento aglutinador y cohesionador de las sociedades medievales. La Edad Media fue muy larga, por lo que tenemos momentos de retroceso y otros de evolución, como puede ser el nacimiento del humanismo cristiano, del parlamentarismo, la aparición de las primeras universidades, el auge de la vida urbana y la difusión del libro. En esto la Iglesia tuvo también un especial protagonismo.

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— «La mujer no tiene alma». ¿Alguna vez dijo eso la Iglesia?
— Esto es una de esas cosas relacionadas con la leyenda negra contra la Iglesia, pero tan absurdo que solo debemos tener en cuenta que, desde el principio, el cristianismo no hacía distinciones y que se bautizaba, confesaba y admitía en la eucaristía a hombres y mujeres por igual. Además, alguno de los primeros mártires venerados fueron mujeres como santa Inés, santa Cecilia o santa Ágata.
Cristo y Nicea
— «Cristo no fue Dios hasta el Concilio de Nicea». ¿Es esto cierto?
— Una de las típicas afirmaciones de los que ni tan siquiera conocen a los Padres de la Iglesia. Precisamente, en Nicea, se condenó al arrianismo por negar la naturaleza divina de Cristo. Creo que uno de los momentos más apasionantes de la historia de la Iglesia es la época conciliar en la que se llevó a cabo un intenso debate, que duró siglos, para tratar de comprender el misterio de Cristo y de la Santísima Trinidad. Si Jesucristo era perfecto Dios y perfecto hombre, ¿cómo se podían conjugar en Él ambas naturalezas?
— «Jesús no nació en Belén, y tuvo una mujer, que era Magdalena». ¿Esta afirmación tiene base?
— A pesar de la proliferación de propuestas absurdas, más o menos sensacionalistas, a las que, por desgracia, estamos tan acostumbrados, entendemos el cristianismo como la religión inspirada por Jesús, cuyas enseñanzas se convirtieron en la base de un cuerpo de creencias que perdura en la actualidad. Los Evangelios presuponen que Jesús fue el fundador de la comunidad de creyentes que, después, desembocó en la aparición de la Iglesia. En este sentido, la actuación histórica del nazareno, su pasión y muerte en la cruz y la posterior resurrección constituyen el eje de la religión cristiana, mientras que la historia de Israel se interpretó como la clave para entender su misión entre los hombres. La única forma de entender la vida y el mensaje de Jesús de Nazaret es mediante el estudio de los Evangelios y de la situación del judaísmo en el siglo I d.C. Por lo tanto, esos debates en torno a su supuesto matrimonio con la Magdalena o si después de su crucifixión habría ido a la India donde finalmente habría sido enterrado, debemos dejarlo más para novelas tipo El código da Vinci y ensayos sensacionalistas que para estudios serios sobre la biografía de Jesús y la historia de la Iglesia.
Historicidad de Jesús
— «Jesús no existió, los Evangelios no son fuentes fiables». ¿Desmitificación o fantasía?
— Hoy sabemos que los Evangelios se escribieron en la segunda mitad del siglo I, pero no conservamos ningún original, tal y como ocurre con el resto de obras de la Antigüedad, que solo conocemos a partir de las copias. En lo que se refiere a los Evangelios, la crítica textual ha permitido la reconstrucción de los textos originales; además contamos con la ventaja de las obras escritas por los escritores cristianos, desde san Jerónimo a san Atanasio, en las que citan constantemente los Evangelios, hasta tal punto que no sería exagerado afirmar que casi podríamos reproducir los cuatro evangelios a partir de estas citas. Es por este motivo por el que podemos afirmar que los Evangelios son fuentes fiables. En lo que se refiere a la historicidad de Jesús está fuera de toda duda; su negación solo se puede entender desde posicionamientos ideológicos.
— ¿Cuál es la situación actual de la Iglesia?
— En la actualidad seguimos viviendo las consecuencias del Concilio Vaticano II y de la ingente labor de los padres conciliares que, entre 1962 y 1965, trataron de encontrar respuestas a los problemas de un mundo puesto en contra del hecho religioso. El programa de renovación cristiana fue muy bien acogido, pero, por lo que hemos visto, no fue suficiente para dar solución a los problemas de la Iglesia y del pensamiento tradicional, hoy amenazado por la imposición del postmodernismo y el relativismo moral. Ante esta disyuntiva, parte de la Iglesia se muestra partidaria de adaptarse al pensamiento actual, pero otra parte considera inviable el acercamiento a una ideología, algunos la han denominado cultura woke, que atenta contra la dignidad del ser humano.