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"Polvo eres y en polvo te convertirás", nos recuerda la Iglesia

«Polvo eres y en polvo te convertirás», nos recuerda la Iglesia

Qué es la Cuaresma y por qué cada año empieza un día distinto

Su origen se remonta a los primeros siglos del cristianismo y está marcada por el ayuno, la oración y la limosna. Comienza hoy, Miércoles de Ceniza

Con el tradicional «entierro de la sardina» se pone punto y final a las celebraciones de carnaval que año tras año llenan de exotismo y algarabía puntos tan dispares del planeta como Río de Janeiro, Venecia o Cádiz. Y con ello da comienzo, a renglón seguido, la Cuaresma.

Menos popular que los de Navidad o Semana Santa, la Cuaresma es uno de los dos tiempos litúrgicos de la Iglesia –junto al de Adviento– que preparan a los fieles para las grandes fiestas cristianas. En este caso, para la Pascua (que arranca con el Triduo Pascual de la Pasión y Muerte de Jesús, los días de Jueves, Viernes y Sábado Santo, y el Domingo de Resurrección).

Pero, ¿cuánto dura? ¿desde cuándo se celebra? ¿Y por qué cambia de fecha cada año?

Su origen

La palabra «cuaresma» proviene del latín tardío «quadragesĭma», por su alusión al tiempo que abarca: un período de 40 días en el que la Iglesia llama a los fieles a la conversión, recordando los 40 días que Jesús pasó en el desierto, en ayuno y oración, antes de comenzar su vida pública.

Así, aunque su origen proviene de una acción del mismo Jesucristo, la práctica de este tiempo litúrgico se consolidó realmente en el siglo IV, cuando la Iglesia fijó la duración y las normas del ayuno cuaresmal.

El propio san León Magno, el Papa número 45 de la historia de la Iglesia y que vivió a caballo entre los siglos IV y V, en una de sus homilías ya explicaba el sentido de este tiempo: «Así como el Señor, después del ayuno de cuarenta días, venció al tentador, también nosotros, con el mismo auxilio, podremos triunfar sobre los asaltos del enemigo».

¿Por qué en 2025 comienza el 5 de marzo?

Como ocurre con la Semana Santa, también la fecha de inicio de la Cuaresma varía cada año. El motivo es que depende del calendario litúrgico, que se basa en el cálculo de la Pascua. Y esta, a su vez, se celebra el primer domingo después de la primera luna llena de primavera, para hacer coincidir lo máximo posible el Domingo de Resurrección con la festividad de la antigua Pascua judía, que según el calendario hebreo se celebraba el día 14 del mes de Nisán.

Una vez hecho el cálculo del calendario lunar para establecer cada año el Domingo de Resurrección, desde ahí se cuentan 46 días hacia atrás (es decir, los 40 de la Cuaresma, más los 6 domingos, que no son días de ayuno). Por ese motivo, este 2025 la Pascua será el 20 de abril, de modo que el Miércoles de Ceniza cae el 5 de marzo.

Curiosamente, este cálculo sigue la tradición establecida en el importantísimo Concilio de Nicea (celebrado en el año 325), cuando se fijó la regla para determinar la fecha de la Pascua y del que ahora se conmemoran los 1.700 años.

Los símbolos: ceniza, colores, oraciones…

El inicio de la Cuaresma está marcado por la imposición de la ceniza, un signo de penitencia y conversión. Esta tradición proviene del Antiguo Testamento, donde el uso de la ceniza simbolizaba el arrepentimiento. En la liturgia católica del Miércoles de Ceniza, primer día del tiempo cuaresmal, al imponer la ceniza sobre la frente de los fieles, el sacerdote dice: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás» (Génesis 3,19) o «Conviértete y cree en el Evangelio» (Marcos 1,15), enfatizando la necesidad de morir a uno mismo para abrazar el Evangelio.

Además, la Cuaresma está llena de símbolos exteriores que, a modo de recordatorio, invitan la conversión y a la penitencia. Los más destacados son:

El color morado: El color de las flores del desierto, se usa en la liturgia para simbolizar la penitencia y la preparación espiritual.

El ayuno y la abstinencia: Expresan el desprendimiento y el dominio sobre los deseos desordenados.

La oración: El camino hacia la comunión con Dios.

La limosna: El desprendimiento material aporta libertad interior, y la limosna es un ejercicio que nace del hecho de que la fe cristiana implica entregar la vida a los demás… también en su dimensión material.

La ausencia del Aleluya: Un modo de reservarse, en preparación, el canto por antonomasia que expresa la alegría de la Resurrección.

El rezo del Vía Crucis: Una tradicional práctica piadosa, que ayuda a meditar los diferentes momentos de la Pasión de Cristo, desde el momento de la oración en el Huerto de los Olivos hasta la muerte en la Cruz, pasando por su prendimiento, su flagelación o sus caídas.

Tiempo de conversión

Más allá de las prácticas externas, la Iglesia enseña que la Cuaresma es, ante todo, un «tiempo para volver a Dios». El Papa Francisco, en su mensaje cuaresmal de 2023, lo recordaba de un modo muy plástico: «La Cuaresma es un tiempo de conversión, un tiempo para cambiar nuestra mirada y nuestro corazón, un tiempo para redescubrir la belleza de la fe y la alegría del Evangelio».

Por eso, más que un período de sacrificios, la Cuaresma es una oportunidad para renovar la relación con Dios y con los demás, a través de la oración, el ayuno y la caridad.

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