Si todo es familia, nada es familia
Que la intención de fondo de quienes desgraciadamente nos gobiernan no es ayudar a la familia también resulta indiscutible
este martes el Consejo de Ministros ha aprobado la nueva ley de familias promovida por el peor Gobierno de los habidos desde la aprobación de la Constitución de 1978, precisamente, en un momento crucial de la vida española.
Que la familia está necesitada de ayuda resulta evidente. Que el momento de crianza de los hijos es un reto para los padres, nadie lo duda. Que posiblemente muchos españoles quisieran tener más hijos de los que tienen, seguramente. Que resulta difícil la conciliación entre familia y trabajo, no lo voy a negar, pero que la intención de fondo de quienes desgraciadamente nos gobiernan no es ayudar a la familia también resulta indiscutible.
Con el pretexto de ayudas sociales a la institución familiar el objetivo más importante que impulsa a nuestros actuales gobernantes no es ayudar a la familia, sino contentar a lobbies que les apoyan, adoctrinar, desdibujar, redefinir. De nuevo, se hace un uso espurio de la ley para conceptualizar en este caso lo que es una familia. De nuevo, un adoctrinamiento ideológico a través de la ley, degradando, una vez más, la actividad legislativa. De nuevo, se manipula el lenguaje con la pretensión de que un cambio de nombre cambiará la realidad de lo que las cosas son.
La nueva ley de familias bajo capas de ayudas sociales, permisos retribuidos, ayudas a la crianza, ampliación de permisos paternales... contribuye decisivamente a desdibujar el concepto de familia, asimila las familias monoparentales a las familias numerosas, inventa palabras no reconocidas por la RAE como «monomarental», y aprovecha para estrechar los márgenes de libertad de las familias, prohibiendo el pin parental, una herramienta para preservar la libertad educativa de los padres ante cuestiones de las que el Estado y la educación obligatoria no tienen por qué interferir o colisionar con los padres.
Todos sabemos lo que es una familia, precisamente en un país como el nuestro que es profundamente familiar y que valora enormemente dicha institución.
A la familia no se la ayuda recalificándola, desdibujándola o conceptualizándola desde la neolengua que están inventando.
A la familia se le ayuda poniendo en valor la vida, y no promoviendo el aborto incluso entre menores de edad sin consentimiento de sus padres.
A la familia se le ayuda concediendo libertad educativa a los padres en vez de limitarles sus derechos como primeros titulares de la educación.
A la familia se le ayuda, protegiendo la discapacidad, la ancianidad o la enfermedad de cualquiera de sus miembros, en vez de impulsar la eutanasia.
A la familia se la ayuda aplaudiéndola como lugar de la vida, de la crianza, de la educación, del cuidado, como aquel lugar que proporciona mayor plenitud y felicidad al ser humano.
Así que, ningún Gobierno tiene derecho a reinventar la familia, déjennos ustedes ser familia, déjennos decirles a nuestros hijos lo que los padres estimemos conveniente, no se metan en nuestra casa. Váyanse a la suya a cuidar con mucho cariño de su familia, que es sin duda lo que les va a hacer a ustedes mucho más felices y a nosotros también.
- Carmen Sánchez Maíllo es secretaria académica del Instituto CEU de Estudios de la Familia