Balduino, el rey con vocación de sacerdote que abdicó un día para no aprobar el aborto
El Vaticano está analizando exhaustivamente la vida del monarca y el impacto de Balduino como ejemplo de fe y compromiso cristiano en su misión como jefe de Estado
El dicasterio para las Causas de los Santos inicia el proceso de beatificación del rey Balduino de Bélgica
El 4 de abril de 1990 sería recordado para siempre por el rey Balduino. Durante 24 horas, se quitó la corona para no tener que firmar la ley del aborto que sería aprobada por el Consejo de Ministros. La norma, según le contó al primer ministro de entonces, Wilfried Martens, iba en contra de sus profundas convicciones cristianas. Ni su fe ni su conciencia le permitían firmarla. La solución que encontraron entonces fue invocar el artículo 82 de la Constitución belga y aplicar a Balduino la «incapacidad temporal para reinar». Martens asumió la regencia y la Alta Cámara sancionó la ley.
La mañana del 5 de abril, Balduino volvió a ser Rey de los belgas tras una decisión sin precedentes en la historia del país. Habían pasado 39 años desde que con tan solo 21 asumiera el trono tras la abdicación de su padre, Leopoldo III. Era 1951 y su vocación era en realidad el sacerdocio, pero tuvo que dejarla a un lado al recaer sobre él el peso de la monarquía.
La vida del llamado rey triste estuvo marcado por la muerte de su madre cuando apenas contaba los 5 años, la invasión nazi de Bélgica cuando tenía 10 y acabó como rehén de Hitler; y las segundas nupcias de su padre a los 11. Antes de la mayoría de edad, Balduino había pasado por media Europa: su padre le envió con sus hermanos a Francia primero y a España después, tras la entrada de los alemanes en Bélgica; los nazis se llevaron a sus rehenes a Alemania y luego a Austria. Tras ser liberada, la familia se instaló en Suiza, donde Balduino terminó la educación secundaria. En 1948 viajó por primera vez a Estados Unidos, y por fin, en 1950 regresó a su tierra natal junto a su padre y su madrasta, la princesa Lilian Baels.
En busca de una católica esposa
Tras un referéndum y una serie de protestas públicas, Leopoldo III decidió, tan solo un año después, abdicar en su hijo, el joven Balduino. Su infancia le había convertido en un muchacho solitario, introvertido y muy devoto, tanto que en realidad lo que quería era entrar al seminario. No llegaría nunca a ser sacerdote, pero buscó en uno a su más cercano consejero, el futuro cardenal Leo Suenens, uno de los responsables del Concilio Vaticano II.
A él le encargó la tarea de encontrarle una católica esposa. Como celestino del rey, colaboró con la religiosa irlandesa Verónica O'Brien, en busca de una reina para los belgas, tras una década de reinado de soltero. Entre las candidatas se dice que estuvieron la Reina Sofía o Doña Pilar , hermana del Rey Juan Carlos, pero la elegida fue finalmente la hija de los marqueses de Casa Riera, la aristócrata española Fabiola de Mora y Aragón.
El suyo fue un matrimonio feliz, aunque no consiguieron tener descendencia. La Reina Fabiola sufrió varios embarazos ectópicos y cinco abortos. Se casaron en diciembre de 1960 en la catedral de Bruselas con más que la sangre azul en común: la Reina de los belgas también se había planteado la vocación religiosa. Quiso ser monja y dedicar su vida a cuidar a niños y enfermos.
Dios, Fabiola y España
Con su luna de miel en Córdoba, comenzó el tercer romance que Balduino viviría en su vida: Dios, Fabiola y España. Viajaron con frecuencia a España y por toda España, si bien, una de sus ciudades preferidas y de las más visitadas por el matrimonio real fue Ávila. Todos los veranos los pasaban en Motril, Granada, en un palacio nombrado en honor a la madre del monarca, Villa Astrida. Tras una operación de corazón, allí le llegó repentina la muerte. El 31 de julio de 1993 Bélgica quedó conmocionada con la muerte de su rey. Medio millón de personas acudió a la capilla ardiente, en la que se vio a Fabiola cumplir el último deseo de su marido: que su luto fuese de blanco, como lo había sido en todas las monarquías europeas hasta que los Reyes Católicos establecieron el negro.
Tres décadas después de su muerte, en un estadio con su nombre, el Papa Francisco celebró una misa tan multitudinaria como lo había sido aquella capilla ardiente. En este viaje apostólico, el Pontífice argentino anunció el inicio de la causa de beatificación y canonización de Balduino, que como hombre de fe puede ser «una guía para los gobernantes», exclamó Francisco. Así, el proceso que ahora ha iniciado el dicasterio para las Causas de los Santos, busca analizar exhaustivamente la vida, las virtudes y el impacto de Balduino como ejemplo de fe y compromiso cristiano en su misión como jefe de Estado.