Noventa años de las apariciones de la Virgen que afirmaba ser la Inmaculada Concepción
Las apariciones de la Virgen en Beauraing ocurrieron durante seis semanas y están aprobadas por la Santa Sede. El actual alcalde cree que «hay que mimar cada adoquín que pisó la Virgen»
Nada más terminar la Primera Guerra Mundial y su posterior recesión, pocos podían imaginar el advenimiento de otra guerra, y mucho menos una nueva aparición como la de Lourdes. Este fue el marco de la histórica visita de la Virgen María a un pequeño pueblo belga y reconocida por la Iglesia.
Beauraing era una humilde aldea al sudoeste de Bélgica, con una población de solo 2.000 habitantes, que sufría como toda Europa los estragos de la Gran Depresión.
Asintió y abrió los brazos
Desde el 29 de noviembre del 1932 hasta el 3 de enero del 1933, la Virgen María se apareció casi todos los días a cinco niños, haciendo un total de 33 apariciones documentadas en los informes de la Iglesia.
Un día Alberto, uno de los niños exclamó emocionado: «Miren, la Virgen, vestida de blanco, está caminando en el puente». Pero sus amigas no le prestaron atención hasta que Fernande, por el tono de alarma en la voz de su hermano y por la expresión de su rostro, se giró para ver qué sucedía. Al mirar se quedó congelada. Posteriormente al contar lo sucedido, nadie creyó el relato de los niños.
Sin embargo, la Virgen siguió apareciéndose, al principio sin decir nada; hasta el viernes 2 de diciembre, en que por fin contestó.
A la pregunta, «¿es usted la Virgen Inmaculada?», Ella movió su cabeza y abrió sus brazos. Después preguntaron: «¿Qué quiere usted de nosotros?», y ella respondió por primera vez «sean siempre buenos».
Las apariciones fueron aprobadas por la Santa Sede. Desde entonces, cada año unas 200.000 personas visitan el santuario, donde la Virgen se apareció a aquellos niños.
En estos días de celebración dice Marc Lejeune, alcalde de Beauraing desde 2012, que «se sienten bien» en el pequeño pueblo, y añade que sus padres «vivían en Pondrôme, fui a la escuela con los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Y mi abuela me contaba las apariciones; ella había vivido esa época».
El apego familiar al santuario continúa hasta hoy, como lo confirma el alcalde, que se encarga de mostrar a los peregrinos los lugares donde la Virgen hizo acto de presencia: «A menudo muestro la iglesia cuando doy la bienvenida a los visitantes a Beauraing. Mi hermano, que vive en Polonia, viene a meditar allí en cada una de sus visitas».
Mimar donde pisó la Virgen
El alcalde explica el porqué de este apego como una necesidad: «Cuando estamos allí podemos recomponernos, pedir ayuda y sentir que hay algo más allá de nosotros»; además, añade que «necesitamos lugares para pensar en otra cosa».
Después de la década de los cincuenta, destinados a facilitar la infraestructura para las peregrinaciones hasta el santuario, la política de urbanismo todavía está determinada por el carácter único del pueblo y su propia idiosincrasia. Algunas áreas se manejan con precaución, como la rue de l'Aubépine, ya que es «una calle especial», como confirma Lejeune, «por ser uno de los lugares donde la Virgen María se apareció a los niños». Por eso, subraya que «tienen mucho cuidado, por ejemplo, con los adoquines sobre los que se arrodillaban los pequeños Voisin y Degeimbe».
Quentin Denoyelle, joven francés que no había oído hablar de las apariciones antes de venir a Bélgica, descubrió que la aparición de la Virgen María estaba muy presente en «la vida cotidiana, cerca del ferrocarril, no lejos de la escuela, etc.» y le animé a escribir una ficción titulada La visita , en la que a partir de una situación familiar actual, los niños se sumergen en 1932 para vivir los mismos acontecimientos en los que la misma Virgen María reconoció ante la sencillez de unos niños, su Inmaculada Concepción.