Los tres desafíos del Papa para 2025
El Sumo Pontífice enfrenta este nuevo año con una agenda cargada de retos que reflejan la complejidad de su liderazgo al servicio de la Iglesia
Habiendo soplado 88 velas hace menos de un mes, el Papa Francisco se ha convertido en uno de los Pontífices más longevos de la historia de la Iglesia, la cual continúa gobernando con una visión que rompe esquemas para muchos. Hay dos palabras con las que Francisco ha comenzado este 2025: esperanza y paz. Aunque parecen los típicos términos protocolarios con los que se debe afrontar un año nuevo, en realidad no son fruto de la casualidad.
En el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, con el que todos los Papas inauguran el año nuevo desde 1968, Francisco enfatiza: «En este tiempo jubilar dedicado a la esperanza, dirijo mi más sincero deseo de paz a toda mujer y hombre, en particular a quienes se sienten postrados por su propia condición existencial, condenados por sus propios errores, aplastados por el juicio de los demás, y que ya no logran divisar ninguna perspectiva para su propia vida». Palabras que no solo dan comienzo al 2025, sino que también reflejan el núcleo de su visión pastoral para los próximos meses.
El Sumo Pontífice enfrenta este nuevo periodo con una agenda cargada de retos que reflejan la complejidad de su liderazgo al servicio de la Iglesia. El Debate analiza tres principales temas que dominan su horizonte para este año que comienza: el desgaste físico que impone su avanzada edad, su cruzada por la condonación de la deuda externa de los países más pobres y su insistente llamada al desarme global en un mundo cada vez más dividido.
1. ¿Problemas de salud?
La salud del Papa Francisco es un tema de atención mediática, especialmente debido a su avanzada edad y a ciertos episodios que han evidenciado su fragilidad en los últimos años. Aunque ha demostrado una notable energía para cumplir con sus responsabilidades como Cabeza de la Iglesia, es evidente que los signos de desgaste físico han comenzado a manifestarse.
El Pontífice, que ha superado intervenciones quirúrgicas y ha enfrentado dificultades respiratorias asociadas a su historial médico, sigue bajo constante supervisión de su equipo médico, encabezado por el doctor Sergio Alfieri, quien ya le ha operado varias veces en los últimos años. Su estado de salud es estable y acorde a su edad, pero los periodos de mayor actividad y carga laboral a veces le pasan factura, obligándolo a reducir su ritmo.
En los últimos años, el propio Francisco ha hablado con franqueza sobre sus limitaciones físicas y la posibilidad de disminuir sus viajes internacionales, recordando que su prioridad es preservar las energías necesarias para servir a la Iglesia. No obstante, incluso en medio de un calendario exigente, la salud del Santo Padre no le ha impedido mantener un liderazgo activo, especialmente en un momento crucial como la el inicio del Jubileo y su papel en asuntos internacionales como la paz mundial, el diálogo interreligioso y la defensa de los más vulnerables.
2. Condonación de la deuda externa
Francisco no ha sido ajeno a las complejidades del sistema económico mundial. Su constante preocupación por los países más endeudados lo llevó, en múltiples ocasiones, a abogar por la condonación de la deuda externa como un acto de justicia y misericordia. En su mensaje para la Jornada de la Paz, el Pontífice ha señalado que esta medida es esencial para restaurar la dignidad de millones de personas y abrirles un camino hacia la esperanza.
Siguiendo el espíritu del Jubileo del año 2000, cuando san Juan Pablo II pidió una reducción significativa de las deudas internacionales, el Pontífice ha instado a la comunidad internacional a adoptar acciones concretas, llegando incluso a una «reducción consecuente, si no la condonación total, de la deuda internacional, que pesa sobre el destino de muchas naciones».
Su mensaje, titulado Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz, enfatiza que estas cargas económicas no solo sofocan el desarrollo de numerosos países, sino que también perpetúan la pobreza y la desigualdad. El Papa sostiene que superar la crisis de la deuda es una cuestión de justicia, una forma de reconocer que todos, de alguna manera, somos «deudores perdonados».
3. Urgencia del desarme mundial
Desde el balcón del Vaticano, el Papa pidió el pasado 25 de diciembre «que callen las armas en la martirizada Ucrania», sin dejar de olvidar otros lugares asolados por la guerra como en Oriente Medio, Israel, Palestina, Líbano y Siria. Francisco ha reiterado con fuerza la urgencia de avanzar hacia el desarme mundial, una tarea que describe como «exigente y clarividente», necesaria en esta «encrucijada» histórica que enfrenta la humanidad.
Más de una vez ha destacado que los tratados de desarme no son meros compromisos legales, sino un paso crucial hacia la estabilidad y la confianza global. Según sus palabras, «es una fuente de fuerza y responsabilidad, ya que aumenta la confianza y la estabilidad».
Desde el Vaticano, Francisco ha llamado la atención sobre «los peligros de los enfoques miopes» de estrategias de seguridad que perpetúan la proliferación de armas, recordando que estas decisiones inevitablemente conducen a vidas inocentes perdidas y «se mide en términos de matanza y destrucción».