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El Papa Francisco durante la audiencia general de este miércoles

El Papa Francisco cumplió 88 años el pasado 17 de diciembreAFP

Los tres retos superados por el Papa en 2024

A pesar de algunas dificultades causadas por su salud, a sus 88 años, el Santo Padre sigue siendo el Cabeza de la Iglesia católica con determinación y con una visión clara de renovación en la pastoral y el gobierno de la Iglesia

Un año más, el último día de diciembre vuelve a ser una oportunidad para hacer balance de los últimos 365 días vividos. Las alegrías, los sufrimientos, los logros o los retos que se superaron, o no, son algunos de los pensamientos que rondan por la cabeza para afrontar el año que se avecina con una nueva perspectiva.

Concretamente, 2024 ha sido un año significativo para el Papa Francisco. Aunque se desconocen cuáles serán sus propósitos o desafíos personales para 2025, lo que está claro es que, a sus 88 años, el Santo Padre sigue siendo el Cabeza de la Iglesia católica con determinación, con una visión clara de renovación en pastoral y el gobierno, y con una cercanía especial hacia los más marginados, así como hacia aquellos que sufren guerras y persecuciones.

A pesar de algunas dificultades causadas por su salud y de un mundo asediado por los conflictos, a los cuales el Santo Padre recuerda continuamente en sus homilías, El Debate repasa tres de los grandes logros alcanzados por Francisco en este último año: la llamada a la conversión espiritual como medio para preparar a los fieles para el Año Santo de 2025, el difícil y delicado fortalecimiento de las relaciones entre el Vaticano y China, y el papel clave de mediación desempeñado por la Santa Sede para la liberación de sacerdotes y obispos encarcelados en Nicaragua.

1. La preparación para el Jubileo 2025

El Jubileo 2025, inaugurado el pasado 24 de diciembre bajo el lema Peregrinos de la esperanza, representa no solo uno de los eventos más importantes para la Iglesia católica, sino también el segundo que Francisco ha iniciado, ya que en 2016 celebró, de manera excepcional, un Año Santo Extraordinario: el Jubileo de la Misericordia.

Desde principios de este año, no solo la Santa Sede ha impulsado una organización meticulosa para garantizar que el Año Jubilar sea un momento de renovación espiritual y unidad global de todos los fieles, sino que el Santo Padre ha contribuido espiritualmente a ello.

En medio de un mundo dividido por conflictos y crisis, el Papa ha enfatizado la importancia de vivir el perdón, así como de acudir al sacramento de la confesión. Además, ha perfilado una acción concreta para promover la virtud de la esperanza, no solo en múltiples frentes sociales, sino «donde la vida está herida, donde los fracasos destrozan el corazón, donde la soledad amarga de la derrota asfixia».

Con la apertura de la Puerta Santa en la basílica de San Pedro, Francisco ha dado un paso significativo en su misión de renovar la fe y el compromiso de la Iglesia. El Papa deja claro que el Jubileo no es solo un evento litúrgico, sino una oportunidad real de acción, cambio y conversión en la vida de fe. A través de esta exhortación, Francisco ha logrado poner en el centro de la atención de la Iglesia la necesidad de ser «peregrinos de luz en las tinieblas del mundo», sin dejar de interpelar a las periferias y a los marginados, quienes siguen siendo su prioridad desde que fue escogido como el Sucesor de Pedro.

2. Fortalecimiento de las relaciones entre el Vaticano y China

Uno de los retos más complejos del 2024 fue el fortalecimiento de las relaciones entre la Santa Sede y China. La renovación del acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos, firmado originalmente en 2018, se extendió por primera vez a un periodo de cuatro años, superando el ciclo inicial de dos años y marcando un pequeño avance en esta delicada gestión.

A lo largo de la historia, el Vaticano ha trabajado para garantizar un diálogo constante con las autoridades chinas, a pesar de las muchas dificultades relacionadas con la libertad religiosa y la persecución de los católicos en el país. Y no siempre ha sido fácil. Cualquier avance en las relaciones entre ambos Estados se desmoronaron con la llegada de Mao Zedong y el comunismo, y en 1951, las relaciones diplomáticas fueron formalmente suspendidas.

El conflicto comenzó con la decisión tomada por Pío XII de excomulgar a dos obispos designados por Pekín, lo que llevó al gobierno chino a expulsar al nuncio apostólico, quien se trasladó a Taiwán. En respuesta, China estableció en 1949 su propia Iglesia Patriótica Católica, desvinculada de Roma, controlada por el Estado y próxima a altos cargos del Partido Comunista Chino, que haría surgir como contraposición a una Iglesia clandestina, alimentada y sostenida por los sacramentos pero siempre en lugares ocultos.

Durante el pontificado de Francisco, se han dado pasos en la diplomacia de ambos Estados. Aunque persisten los desafíos y las dificultades, este esfuerzo ha permitido avances en la designación de obispos aceptados tanto por el Vaticano como por el gobierno chino, lo que representa un paso importante hacia una mayor estabilidad y cooperación.

3. Excarcelación de sacerdotes en Nicaragua

El 14 de enero de 2024 marcó un punto de inflexión en la crisis entre la Iglesia Católica y el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. Gracias a la mediación de la Santa Sede, se logró un acuerdo para la liberación de los obispos Isidoro Mora y Rolando Álvarez, junto con 15 sacerdotes y dos seminaristas que habían sido encarcelados durante la ola de arrestos masivos contra religiosos en los últimos días de 2023.

Rolando Álvarez había sido condenado en 2022 a 26 años de prisión por denunciar la persecución contra la Iglesia y las violaciones de derechos humanos en el país. Tras su llegada a Roma, Álvarez ha continuado ejerciendo su labor pastoral desde el exilio, liderando su diócesis de Matagalpa y siendo una voz clave en la defensa de los valores cristianos frente a la represión. Su inclusión por parte del Papa Francisco en el Sínodo de la Sinodalidad resalta la firme posición del Vaticano frente a las presiones del régimen sandinista.

La situación actual de Álvarez recuerda el caso del obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, a quien el Santo Padre ordenó abandonar Nicaragua en 2019 por razones de seguridad. Aunque Báez, despojado de su nacionalidad y derechos como ciudadano, reside ahora en Miami, el Pontífice ha reafirmado su autoridad dentro de la Iglesia de Nicaragua, mostrando así su respaldo a los líderes religiosos que enfrentan persecución.

Francisco ha expresado en varias ocasiones su firme rechazo al régimen de Ortega, al que calificó como una «dictadura grosera», mientras que el mandatario nicaragüense acusó al Vaticano de formar parte del «conglomerado del fascismo». Desde el inicio de la crisis en 2018, el gobierno ha intensificado su persecución contra la Iglesia, expulsando a más de 200 religiosos y expropiando propiedades eclesiásticas, incluida la Compañía de Jesús, a la que pertenece el Pontífice.

En este contexto de tensas relaciones, el Sumo Pontífice envió, a principios de este mes, un mensaje de apoyo y cercanía a los fieles de Nicaragua ante las dificultades que atraviesan. «Estoy con ustedes» –afirmó en la misiva– «No se olviden de la Providencia amorosa del Señor, que nos acompaña y es la única guía segura. Precisamente en las pruebas más complejas, estamos llamados a no dudar de su cuidado y misericordia», escribió.

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