Francisco celebra la última misa del año: «La esperanza de un mundo fraterno no es una ideología»
«El año que termina ha sido muy exigente para la ciudad de Roma», comentó el Papa, destacando como los ciudadanos, peregrinos y turistas han vivido los trabajos previos al Año Santo
El Papa Francisco instó a la fraternidad como la base de la esperanza para el mundo, durante la última misa del año celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano. En las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, el Pontífice expresó: «Sí, la esperanza del mundo está en la fraternidad».
Esta misa solemne incluyó el tradicional 'Te Deum' de agradecimiento por el cierre del año. Durante su homilía, el Papa cuestionó: «¿La esperanza de una humanidad fraterna es sólo un eslogan retórico o tiene una base sólida sobre la que construir algo estable y duradero?» A continuación, ofreció una respuesta profunda: «La respuesta la da la Santa Madre de Dios mostrándonos a Jesús».
Francisco destacó que la esperanza de un mundo fraterno «no es una ideología», ni un sistema económico, ni el avance tecnológico, sino que radica en «el hijo encarnado, enviado por el Padre para que todos podamos convertirnos en lo que somos: hijos del Padre que está en los cielos, y por lo tanto, hermanos y hermanas entre nosotros».
Además, se refirió a las preparaciones que Roma ha llevado a cabo para el Jubileo, que comenzó el 24 de diciembre y se extenderá durante todo 2025. En su mensaje, el Papa exhortó a los fieles a «caminar juntos, como peregrinos de esperanza, por el camino de la fraternidad».
«El año que termina ha sido muy exigente para la ciudad de Roma», comentó Francisco, destacando como los ciudadanos, peregrinos y turistas han vivido los trabajos previos al Año Santo, «con la multiplicación de obras grandes y pequeñas». El Papa subrayó el sentido profundo de estas iniciativas, recordando que «todo este trabajo, además del valor que tiene en sí mismo, tuvo un sentido que corresponde a la vocación propia de Roma: su vocación universal». Añadió que esta vocación «podría expresarse así: Roma está llamada a acoger a todos para que todos puedan reconocerse como hijos de Dios y hermanos entre sí».