Giovanni Merlini, primer beato del Jubileo: misionero entre bandidos y consejero de Pío IX
El milagro que ha conseguido su beatificación ocurrió en 2015, cuando Ciriaco Cefalo, de 80 años, sanó de una grave hemorragia intestinal tras colocar una imagen del cura italiano en su cama
Giovanni Merlini no fue un sacerdote común. En el clima anterior al Risorgimento, el proceso de unificación de Italia marcado por revueltas y tensiones, él optó por otro camino: el de la palabra firme, la misericordia y la redención. En un contexto tan convulso, sus sermones no solo conmocionaron a las multitudes, sino que incluso lograron que algunos de los criminales más temidos pidieran personalmente perdón al Papa.
Siguiendo el legado de su padre espiritual, san Gaspar del Búfalo, Merlini recorrió incansablemente la Italia del siglo XIX, llevando un mensaje de fe y esperanza a regiones marcadas por la violencia, la delincuencia y el bandolerismo. Su incansable labor espiritual y social lo convirtió en un verdadero líder. Aunque a menudo se asocia a esta palabra a la persona que simplemente arrastra multitudes, Merlini muestra cómo el verdadero líder va más allá: con su vida y su ejemplo, inspiró a otros a hacer el bien y a desarrollar la virtud.
«La voluntad de Dios me basta» era su lema, y es quizás por eso que su beatificación encaja tan bien con este año jubilar de la esperanza. En un mundo donde la esperanza a menudo se reduce a la expectativa de que las cosas salgan bien, Merlini enseña que la verdadera esperanza no es simplemente un «esperemos que Dios quiera», sino una confianza plena en la voluntad divina. Es la capacidad de ver más allá de los propios deseos y aceptar que todo lo que vivimos, incluso lo que no entendemos, tiene un propósito que, al final, es lo mejor para nosotros.
El pasado domingo, 12 de enero, dos siglos después de su muerte, Giovanni Merlini ha sido proclamado beato en la catedral de Roma, la sede del Papa. Un reconocimiento que no solo celebra su santidad, sino también su audacia como líder: un hombre que fue capaz de fomentar el crecimiento interior y la excelencia moral de los demás.
«Consejero prudente y mensajero de paz»
Durante el Ángelus posterior a la ceremonia, el Papa Francisco destacó el legado de Merlini, describiéndolo como un sacerdote profundamente entregado a las misiones y al servicio de las almas, al tiempo que resaltó su papel como «mensajero de paz». En la homilía, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, añadió que Merlini fue un hombre de oración, con un extraordinario sentido de la prudencia y una capacidad notable para guiar en tiempos de incertidumbre.
Nacido en Spoleto, en el entonces Estado Pontificio, Giovanni Merlini ingresó al sacerdocio a los 23 años. Su vida cambió en 1820 cuando conoció a Gaspar del Búfalo, fundador de los Misioneros de la Preciosa Sangre, durante unos ejercicios espirituales en la abadía de San Felice en Giano, Umbría. Fascinado por el carisma de san Gaspar, Merlini decidió unirse a la congregación, dedicando su vida al servicio de las misiones y la evangelización.
En un contexto histórico marcado por los desafíos de la secularización, Merlini asumió un rol clave en la Iglesia, predicando la fe como respuesta a los problemas sociales de su tiempo. Con el lema que guiaba su misión —«Solo la voluntad de Dios me basta»—, se convirtió en un auténtico pastor de almas, atento a las necesidades de los marginados y comprometido con la reconciliación y el perdón.
Merlini viajó incansablemente por Roma, los Estados Pontificios y otras regiones de Italia, predicando y llevando consuelo a los pobres. Su predicación se distinguió por la promoción de la devoción a la Virgen María y a la Preciosísima Sangre de Cristo.
Este enfoque le ganó la confianza del Papa Pío IX, quien acudió a él en numerosas ocasiones para pedirle consejo y asesoramiento. Fue precisamente gracias a esta amistad que Merlini sugirió al Papa que, para poder regresar a Roma tras el levantamiento de 1848, extendiera la fiesta de la Preciosa Sangre a toda la Iglesia. El Papa, sin hacer un voto formal, aceptó la sugerencia como una promesa. Al regresar a Roma, el 10 de agosto de 1849, Pío IX promulgó la bula Redempti sumus, estableciendo la fiesta para toda la Iglesia el primer domingo de julio.
El milagro que selló su beatificación
Giovanni Merlini también fue mentor de santa María De Mattias, fundadora de las Hermanas Adoratrices de la Sangre de Cristo. En 1847, sucedió a san Gaspar como moderador general de los Misioneros de la Preciosa Sangre, destacándose por su liderazgo firme y compasivo.
Merlini falleció el 12 de enero de 1873 en Roma, a consecuencia de las heridas sufridas semanas antes en un incidente violento. Mientras salía de la basílica de Sant’Andrea delle Fratte tras rezar ante la Virgen del Milagro, fue atropellado por un conductor anticlerical. En su lecho de muerte, ofreció palabras de perdón para su agresor.
La beatificación de Merlini fue posible gracias a un milagro atribuido a su intercesión. En 2015, un hombre de 80 años, Ciriaco Cefalo, se encontraba al borde de la muerte debido a una hemorragia intestinal grave. La colocación de una imagen de Merlini en su cama del hospital marcó un giro inesperado: su recuperación fue inmediata y completa, desafiando todas las expectativas médicas. Este suceso fue reconocido oficialmente por el Papa Francisco en 2023 como un milagro, lo que abrió el camino para su beatificación.