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El venerable Enrique Shaw

¿Puede un rico ir al cielo? El testimonio de Enrique Shaw, el empresario de Dios al que se encomienda el Papa

Monseñor Santiago Olivera, vicepostulador de la causa de canonización de Shaw, ha afirmado que un presunto milagro atribuido a su intercesión ha superado la «instancia médica»

A veces da la impresión de que los ricos o los que prosperan son los 'malos' de la película y que no encontrarán la salvación eterna. Aunque no nos corresponde a nosotros decidir eso, hay una verdad que sí podemos afirmar: cuando Jesús dice que «es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos» (Mt 19,24), lo presenta como algo bastante difícil, pero no imposible.

La historia de Enrique Shaw demuestra precisamente esto. Fue un empresario argentino de familia acomodada, pero intentó vivir siempre de acuerdo con el Evangelio y los principios sociales cristianos, poniéndose al servicio de sus empleados. De hecho, cuando le diagnosticaron cáncer, más de 200 obreros se presentaron a donarle sangre en una clínica de Buenos Aires. «Ahora soy feliz, porque por mis venas corre sangre obrera», dijo.

En 2021, el Papa ya había reconocido las virtudes heroicas de Shaw, declarándolo venerable. Según recoge la agencia Aica, monseñor Santiago Olivera, vicepostulador de su causa de canonización, ha afirmado que un presunto milagro atribuido a su intercesión ha superado la «instancia médica», lo que significa que fue evaluado por un grupo de médicos expertos, quienes confirmaron que el suceso no tiene una explicación científica. A pesar de este avance, Olivera señaló que «hay que ser muy cautos porque el proceso continúa con la Comisión de Teólogos y luego con los obispos y cardenales».

El obispo castrense destacó que, si las siguientes etapas se completan favorablemente, el cardenal encargado presentará al Papa Francisco la solicitud para emitir el decreto oficial de beatificación, pero ve esencial «esperar y ser muy respetuosos con las siguientes etapas».

El rol del cristiano en la sociedad

Enrique Shaw nació en 1921. A los cuatro años, la tragedia tocó su puerta con la muerte de su madre. Fue entonces cuando su padre decidió enviarlo al Colegio de La Salle en Buenos Aires, donde Enrique comenzó a forjar un camino de excelencia académica.

A los catorce años, con una firmeza que ya era parte de su carácter, ingresó a la Escuela Naval Militar en Río Santiago. Allí, se destacó como uno de los tres mejores promedios de su generación y, con apenas 19 años, se graduó como Guardiamarina, marcando un hito en la historia de la Armada Argentina al convertirse en el oficial más joven de su tiempo. En 1943 se casó con Cecilia Bunge con quien tendría nueve hijos.

Sin embargo, fue en 1939 que todo cambió. Al leer un libro del cardenal francés Emmanuel Suhard sobre el rol del hombre cristiano en la sociedad, Shaw experimentó una «conversión definitiva», como siempre afirmó. Decidió dejar la Marina y unirse al mundo empresarial, comenzando en la fábrica de Cristalerías Rigolleau S.A. Allí, ascendió hasta convertirse en director delegado, supervisando a 3.400 obreros.

Un hombre por 1.200 obreros

Shaw aplicó los principios de la Doctrina Social de la Iglesia en su gestión empresarial, promoviendo la ley de asignaciones familiares y estableciendo una caja previsional propia que brindaba servicios médicos, préstamos para emergencias y subsidios por enfermedad.

Uno de los testimonios que recoge la página oficial de Enrique Shaw es el de Adelina Humier, una de sus secretarias: «Cuando iba a tener a mi bebe, no querían darme un aumento por mérito y fui a hablar con él y me dio mucho más de lo que le pedí; con decir que podía pagar el alquiler, el gas, la luz y todavía me sobraba», recuerda.

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Enrique Shaw con su mujer y sus nueve hijosPágina oficial Enrique Shaw

Además, fue cofundador de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), con el objetivo de promover la paz social y cumplir con la tarea apostólica en el ámbito empresarial. Su vida estuvo marcada por un compromiso profundo con sus empleados. Shaw no veía a los obreros como meros instrumentos de producción, sino personas con derechos y una dignidad fundamental. Esta concepción lo llevó a tomar decisiones difíciles, que muchos habrían calificado como arriesgadas.

En 1961, con su salud ya deteriorada por el cáncer, Shaw enfrentó una de las pruebas más grandes de su vida. La empresa, que por aquel entonces estaba bajo el control norteamericano, había decidido despedir a 1.200 trabajadores. «Si echan a una sola persona, yo renuncio», advirtió Shaw a sus superiores, consciente de que esta postura podía poner a su familia en una situación difícil. Pero el riesgo no fue en vano. Logró frenar los despidos, demostrando su lealtad y amor por aquellos que trabajaban a su lado.

En una entrevista, el Papa llegó a afirmar que «una persona puede tener dinero; Dios se lo da para que lo administre bien. Este hombre [Enrique Shaw] lo administraba bien, no con paternalismos, sino haciendo crecer a aquellos que necesitaban su ayuda».

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