Francisco elogia la promoción de la amistad con el pueblo judío de Benedicto XVI

La monumental Sala Clementina del Palacio Apostólico ha acogido este jueves un evento especial, bajo la presidencia del Papa Francisco. Por primera vez en la historia de los Premios Ratzinger, que otorga la fundación que lleva su nombre desde el año 2011, uno de los galardonados es de religión hebrea. Se trata del profesor de la Universidad de Nueva York Joseph H.H. Weiler.

Weiler es un constitucionalista que colaboró en la defensa de los crucifijos en las aulas cuando el caso se abordó en los tribunales italianos, en el año 2010. Asegura que «cualquiera que viva en Europa, que conozca Europa, solo tiene que mirar a su alrededor: El arte, la cultura, la música, la literatura… No se puede negar el enorme impacto que el cristianismo tuvo en el activo y la identidad culturales de Europa».

El Papa Francisco ha declarado estar «realmente contento» de que el galardón haya recaído en un profesor judío. Sobre todo, porque «cuando han sembrado dudas sobre Benedicto XVI, el Papa ha afirmado con decisión y firmeza que un objetivo de su labor teológica ha sido la promoción de todos los pasos posibles para la reconciliación entre cristianos y judíos, partiendo del Concilio».

También ha destacado que «la sintonía entre el Papa emérito y el profesor Weiler se aprecia en cuestiones de gran importancia, como la relación entre la fe y la razón jurídica en el mundo contemporáneo, la crisis del positivismo jurídico y los conflictos generados por la extensión sin límites de derechos subjetivos». También coinciden ambos pensadores en «la justa comprensión del ejercicio de la libertad religiosa en una cultura que tiende a relegar la religión al ámbito privado».

Entre los aspectos que más aprecia el Papa Francisco del profesor Weiler se encuentra el hecho de que «ha adoptado posiciones valientes, pasando, cuando era necesario, del plano académico al del debate». Todo ello con el objetivo de «alcanzar un consenso sobre valores fundamentales y superar los conflictos para el bien común. El que cristianos y judíos puedan encontrarse unidos es un signo esperanzador», ha concluido el pontífice.

Benedicto XVI en el Vaticano II

El obispo de Roma también ha recordado este jueves la importante aportación del pontífice emérito al Concilio Vaticano II, al celebrarse este año el 60 aniversario de su apertura. Tras recordar su trabajo en algunos textos, ha asegurado que Ratzinger «nos ha ayudado a leer los documentos conciliares con profundidad, proponiendo una auténtica ‘hermenéutica de la reforma y la continuidad’. Incluso, más recientemente, ha dejado en evidencia cómo el Concilio ejercita su función crucial, al proporcionar las claves necesarias para reformular las cuestiones de la naturaleza y la misión de la Iglesia en nuestro tiempo».

Al comenzar su discurso, Francisco ha afirmado que «no me faltan momentos de encuentro personal, fraterno y afectuoso, con el Papa emérito. Además, todos sentimos su presencia espiritual y su compañía en la oración por toda la Iglesia». Y aprovechó la ocasión para reafirmar que «la contribución de su obra teológica, y más en general, de su pensamiento, continúa a ser fecundo y activo».

Junto al profesor Weiler también ha sido galardonado el religioso Michel Fédou, profesor de Patrística y Teología Dogmática de París. El Papa Francisco ha destacado de este intelectual que «su mirada no se ha detenido en el pasado. El conocimiento de la tradición de la fe ha alimentado en él un pensamiento vivo, que ha sabido afrontar también cuestiones de actualidad en el campo del ecumenismo y de la relación con otras religiones».