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El Papa Francisco observa el Nacimiento, colocado en la Sala Pablo VI

El Papa Francisco observa el Nacimiento, colocado en la Sala Pablo VIAFP

Empieza la Navidad en el Vaticano con un niño Jesús sobre un pañuelo palestino

Esta tarde se inauguran el árbol y el belén en la Plaza de San Pedro, tras la presentación esta mañana en el Aula Pablo VI de un nacimiento donado por la ciudad de Belén

La Plaza de San Pedro se iluminará de un modo especial este sábado 7 de diciembre con la inauguración del tradicional árbol y del Belén, dos símbolos que marcan el inicio de la temporada navideña en el Vaticano. La ceremonia, que dará comienzo a las 18:30 horas, estará presidida por el cardenal Fernando Vérgez Alzaga y sor Raffaella Petrini, respectivamente Presidente y Secretaria General del Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Como es habitual, se contará con la presencia de representantes de los lugares que han donado los adornos navideños. En esta ocasión, el árbol proviene de Ledro, en la diócesis de Trento, y el Belén artístico, de Grado, una histórica localidad costera cercana a Venecia. Este permanecerá expuesto hasta el 12 de enero de 2025.

Es una obra realizada por un grupo de 40 voluntarios que muestra escenas de la vida cotidiana en la región, inspiradas en la laguna y el paisaje de principios del siglo XX del municipio italiano, con una réplica de una típica «Casone», cabaña de barro y paja. La representación incluye una curiosa novedad: los Reyes Magos llegan al pesebre a bordo de una barca, en lugar de camellos, como es tradicional.

Un recuerdo a la «atormentada Palestina»

Esta mañana, en el Aula Pablo VI, se ha celebrado la inauguración de un Nacimiento. Esta representación ha sido un obsequio de Belén al Papa Francisco quien ha recordado ante este pesebre a «nuestros hermanos y hermanas que, en Belén y en otras partes del mundo, sufren la tragedia de la guerra».

La imagen preside el gran salón de audiencias del Vaticano, donde se puede ver al niño Jesús reposar sobre el pañuelo tradicional palestino. Este gesto ha sido aprovechado por el Pontífice para pedir rezos por todas las víctimas de la guerra.

El Nacimiento que preside el gran salón de audiencias del Vaticano

El Nacimiento que preside el gran salón de audiencias del VaticanoAFP

Esta actividad ha sido acompañada por una audiencia del Santo Padre, quien ha recibido a las delegaciones oficiales de los municipios de Grado y Ledro, así como a la representación de la Embajada del Estado de Palestina ante la Santa Sede. Durante su discurso, el Papa destacó la importancia de la ciudad de Belén, un símbolo de paz, y expresó su cercanía con la «atormentada Palestina».

Por otra parte, esta tarde se inauguran el árbol y el belén en la Plaza de San Pedro. Sobre el árbol de Navidad, Francisco resaltó su «majestuosa solemnidad». En relación con los anillos del tronco, el obispo de Roma expresó como estos ofrecen «una bella imagen» de la Iglesia: «pueblo y cuerpo» que difunden «la luz de Cristo».

«Para llegar a Jesús se necesita la barca de la Iglesia»

El Santo Padre ha destacado la importancia simbólica de la barca en el pesebre que acoge la emblemática plaza, señalando que, al igual que las embarcaciones tradicionales que conectan las casonas de la laguna, «también para llegar a Jesús se necesita una barca: la Iglesia». Subrayó que nunca se llega a Él en solitario, sino siempre «en comunidad», zarpando en la «pequeña gran barca que Pedro sigue guiando», en la que «siempre hay lugar para todos». En este sentido, recordó que los pecadores son «los primeros, los privilegiados», porque porque Jesús «vino para los pecadores, para todos nosotros, no para los santos».

Al mirar los pesebres provenientes de Belén, el Papa reflexionó sobre el mensaje común de «paz y amor» que transmiten, especialmente en un contexto de guerra, como la que sufren muchos en la tierra donde nació Jesús. Francisco enfatizó que la guerra, impulsada por intereses económicos, es inaceptable, llamando a un alto definitivo a los conflictos: «Ganar por matar... pero ¿cómo es posible? ¡Basta de guerras!». Terminó su discurso pidiendo «paz en todo el mundo y para todos los hombres, a quienes Dios ama».

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