Entrevista | Fernando Bernaldo de Quirós Robles
'Coronavirus: los errores culposos del Gobierno': tras el 8M la mayor parte de los fallecidos fueron mujeres
Si el confinamiento se hubiera decretado el día 7, habría sido imposible celebrar al día siguiente la manifestación feminista
Tras varios años de investigación y estudio de precisión sobre la covid, Fernando Bernaldo de Quirós Robles, licenciado en Ciencias Matemáticas, Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, decidió escribir el libro cuyo título, abreviado, es: Coronavirus: los errores culposos del Gobierno, para demostrar que la gestión de pandemia de Pedro Sánchez no fue tan buena como el propio Gobierno dice.
–¿Qué le indujo a hacer el esfuerzo de escribir y publicar este libro?
–Hay una causa genérica y otra específica para cada estudio. La genérica es mi vocación por realizar estudios de carácter cuantitativo. A esta actividad he dedicado gran parte de mi vida profesional, asesorando a diversos Gobiernos de España, de distinta ideología política, al Banco Mundial y a la Comisión de la UE, entre otros.
–¿Cuál es el contenido de su libro, de forma resumida?
–El libro incluye dos trabajos: uno se refiere a los efectos de la gestión de la pandemia, en general, que hizo el Gobierno de España y el otro a los efectos generados por las manifestaciones feministas del 8 M de 2020.
–Cuando dice «efectos», ¿a qué se refiere exactamente?
–Por mi vocación, pretendí estimar, en el primer trabajo, el número de registrados como contagiados (el número real de contagiados se desconoce) y el de fallecidos que se podrían haber evitado, si el Gobierno hubiera efectuado una gestión adecuada de la pandemia. En el segundo estudio, calculé las mujeres registradas como contagiadas y las fallecidas por culpa de la celebración de las manifestaciones feministas del 8 M de 2020.
–¿Hay algún otro trabajo en España con la finalidad de objetivar los hechos con estimaciones cuantitativas?
–Hay solo uno, que yo conozca y he investigado mucho, efectuado por FEDEA. En un excelente trabajo, muy bien documentado y realizado a nivel de provincias, FEDEA determinó que si el confinamiento, en vez del 14 de marzo, se hubiera decretado una semana antes, se podría haber evitado el 62,35 % de los contagios registrados. Naturalmente, si el confinamiento se hubiera decretado el día 7, habría sido imposible celebrar al día siguiente la manifestación feminista. Aunque el escenario es muy diferente, porque en mi libro se llega a la conclusión de que el confinamiento drástico y prolongado era innecesario, he comparado los resultados del estudio de FEDEA con los de mis trabajos y son plenamente compatibles. Esta confirmación me ha sido muy valiosa.
–Ha dicho antes, que cada estudio tuvo una motivación específica. ¿Cuál fue la de este primer trabajo?
–El 31 de enero de 2020, Fernando Simón dijo: «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado». Esta frase no tenía el menor rigor científico. Ya había contagios en muchos países. Algunos de nuestro entorno más próximo. Lo malo no es que Fernando Simón la pronunciase, sino que ella ha sido la pauta que ha marcado la actuación del Gobierno. Lo recomendable hubiera sido decir justo lo contrario: en España se van a producir, sin ninguna duda, contagios. Es imprescindible tomar medidas, ahora que no tenemos ningún afectado, para reducir al mínimo los contagios, hospitalizaciones y eventuales fallecimientos. Y eso, con medidas tempranas que permitirán que sean menos agresivas para la población.
–¿Cómo se desarrollaron sus trabajos en este primer estudio?
–A primeros de febrero de 2020, comencé la recopilación de datos, y simultáneamente, traté de razonar, sobre el problema de la entonces epidemia y sobre su tratamiento posible. En ese momento, se sabía que la covid era muy contagiosa entre humanos, especialmente por vía respiratoria, y que, en algunos casos, los contagiados podían ser asintomáticos o tener unos síntomas confundibles con los de otras enfermedades. Pero que el virus no era muy letal, salvo en ancianos o inmunodeprimidos. Fruto de ese razonamiento, decidí recoger información de seis países orientales y de otros cinco occidentales en los que, antes del 31 de enero de 2020, se había registrado algún contagio. Por orden del primer contagio, los países elegidos fueron: China, Hong Kong, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Japón, EEUU. Francia, Alemania, Reino Unido e Italia. Naturalmente, desde el comienzo incluí a España, objetivo de mi estudio, aunque el primer registrado oficial se produjo el 12 de febrero.
–¿A qué conclusiones llegó?
–Si en España hasta el 12 de febrero no había contagiados, sí los había en otros países, incluso de nuestro entorno, y la epidemia era muy contagiosa, era preciso controlar los viajeros procedentes de otros países. Debería habérseles hecho un test al menos de temperatura y de PCR que estuvo disponible muy pronto, para impedir la entrada a los contagiados o, alternativamente, establecer una cuarentena.
En nuestro país, aun sin tener contagiados registrados hasta el 12 de febrero, desde el 24 de enero como mínimo, en el que se produjeron contagios en el país limítrofe de Francia, se debería haber animado a todos los que tuvieran algún síntoma sospechoso a que fueran a los Centros de Salud. Se hizo lo contrario. Se invitó a que no fueran y que, simplemente, llamasen por teléfono. Gran error. Si hubieran acudido los sospechosos a los Centros de Salud y Hospitales, a los contagiados se les habría tratado con los medios que había, se les habría confinado y, sobre todo, se habrían rastreado sus contactos. La razón que se dio fue que no querían que se colapsasen los Hospitales.
Simultáneamente, se debería haber realizado una campaña de test, además de la ya citada, dirigida a tres grupos de ciudadanos objetivos: los más vulnerables, como ancianos e inmunodeprimidos. En especial, en las Residencias de ancianos.
–¿Todos los países occidentales se equivocaron en el tratamiento de la covid?
–Lamentablemente, en los que he analizado en mi libro, su gestión no fue acertada. Pero con notables diferencias: el 5 de junio del año 2020, que fue la primera fecha en la que estimé los números de registrados y de fallecidos evitables en nuestro país, España tenía ya 580 fallecidos/millón de habitantes, mientras Alemania tenía 105. En todos los países orientales analizados, este indicador era inferior a 8 y, en dos de ellos, no llegaba ni a la unidad.
–¿Y cuáles fueron los resultados obtenidos?
–La cuantificación de registrados y fallecidos evitables la hice para tres fechas: el citado 5 de junio de 2020, el 28 de octubre del mismo año y el 20 de marzo de 2021. Me referiré al número de fallecidos evitables. Es el dato más grave y, también, el más representativo. En las tres fechas, el resultado de fallecidos que se podrían haber evitado, con una gestión similar a la que hicieron los países orientales, supera el 90 %. El resultado no me gustó. Sobre todo, por la cantidad de personas muertas innecesariamente. Pero, además, porque era consciente de que valores tan elevados harían el resultado menos creíble. Pero esos eran los resultados.
En mi libro, se llegó a la conclusión de que lo aconsejable hubiera sido aplicar las medidas de la gestión de los países orientales, excepto China. A idéntica conclusión llegó la misión que la OMS organizó en China con representantes de diversos países. España no acudió, fiel a su principio rector de que, como mucho, no habría más allá de algún caso. Las conclusiones de la misión fueron difundidas, como Recomendación, el día 24 de febrero de 2020. Hasta esta fecha la gestión del Gobierno pudo ser solamente poco acertada, pero lo más grave es que desde este día el Gobierno no aplicase esta recomendación.