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Abecedario filosóficoGregorio Luri

De Crates a Cultura

Máxima de Goethe: la única manera de crecer consiste en limitarse

Actualizada 04:30

Crates el Cínico

Apuleyo, Las floridas;

Oyendo Crates a Diógenes, tanto se enardeció su ánimo, que un día fue a la plaza pública y arrojó allí todo su patrimonio como vil carga, más embarazosa que útil. Después, en medio de la multitud que le rodeaba exclamó: 'Crates emancipa a Crates'. Desde entonces, solo, desnudo, libre de todo, vivió toda su vida como verdadero hombre feliz.

Hiparquia, una doncella de ilustre nacimiento, desdeñando a todos los pretendientes jóvenes y ricos, deseó unirse a él. Crates le descubrió sus hombros y su joroba, puso en el suelo sus alforjas, su bastón y su manto, y le dijo que aquellos eran todos sus bienes, y sus atractivos personales ya los veía, añadiendo que consultara seriamente consigo misma, para que no se arrepintiera después.

Hiparquia respondió que ya había reflexionado y deliberado bastante; que en parte alguna encontraría un marido más rico y más amable. El cínico la llevó al Pórtico, y allí, en el sitio más frecuentado, ante todos, y en pleno día, se acostó junto a ella, y ante todos también hubiera consumado el matrimonio, a lo que accedía la joven con igual desenfado, si Zenón no les hubiera cubierto con su manto para ocultar a su maestro de las miradas de la multitud que le rodeaba.

Creatividad

Daniel C Dennett, La libertad de acción: En cierta ocasión refiriéndose a sus ideas musicales Mozart dijo: «De dónde vienen y cómo vienen no lo sé y no tengo nada que ver con eso».

A Einstein se le ocurrieron algunas de sus mejores ideas científicas durante sus descansos con el violín.

Crecer

Máxima de Goethe: la única manera de crecer consiste en limitarse.

Creer

Robert Musil, El hombre sin atributos: «¡Quien sabe si los credos humanos no son casos especiales de crédito! En el amor y en los negocios, en la ciencia y en los saltos acrobáticos, hay que creer antes de vencer; ¿y por qué no ha de valer esa misma ley para la vida entera? Y si se ha consumido esta fe, para la cual no hay cuenta ni garantía, la ruina no se hace esperar; las épocas y los reinos desaparecen, igual que los negocios, en cuanto se malogra el crédito.»’

Crisipo

Crisipo ha sido uno de los filósofos que con mayor optimismo ha contemplado la naturaleza. Según Plutarco, creía que «las chinches útilmente nos despiertan y las ratas nos hacen ser cuidadosos en no dejar las cosas en cualquier sitio». Como buen estoico no solamente creía que la naturaleza no hace nada en vano, sino que afirmaba que la naturaleza siempre hace lo mejor. ¿Para qué existen los gallos? ¡Pues para despertarnos por la mañana! ¿Y por qué entonces nos los comemos? ¡Pues para que el mundo no se llene de gallos altivos!

Cristianismo

Henri-Frédéric Amiel, Diario íntimo (20-I-1871): ¿Qué es en el fondo lo que los cristianos, tomados en su universalidad, tienen de más que los paganos? Una angustia. No son en absoluto mejores, pero se hacen mayores reproches. Hacen casi el mismo mal pero lo hacen con inquietud. Lo que se ha ganado, por consiguiente, es un poco de delicadeza y de escrúpulo.

Cristianismo. La tendencia perversa del cristianismo

En su crítica a René Girard, Pierre Manent sostiene que el cristianismo tiene tendencia a pensar la igualdad entre el enemigo y el cristiano («amad a vuestros enemigos») dando preferencia al enemigo. «Es lo que yo llamo la tendencia perversa del cristianismo». Esta tendencia transforma de manera apresurada e imprudente la proposición cristiana según la cual todos somos en un sentido igualmente pecadores, en una proposición política destructiva de toda la moralidad política, porque si todos somos pecadores, en último extremo no hay diferencias morales entre las causas humanas: «no hay diferencias de justicia, no hay diferencias de honor». Los cristianos deben amar a sus vecinos sin confundir este amor con el pacifismo o la pusilanimidad, concluye Manent.

Crucifixión

Donoso Cortés: «Si no bajaron los ángeles del cielo para defender al Justo cuando fue puesto en una cruz entre dos ladrones, ¿por qué habrían de bajar ahora, cuando sólo se trata de la crucifixión del hombre? ¿Qué papel tendrían en esta triste comedia?»

Cultura

Iliá Ehrenburg, Memorias: «Los futuros SS estudiaron en las escuelas de aquella Alemania que yo conocí; desde niños les había explicado que Kant había escrito la Crítica de la razón pura y que Goethe, al morir, exclamó: «¡Luz, más luz!». Todo esto no les impidió diez años más tarde arrojar a los pozos a bebés rusos… Los frenos de la civilización se han revelado frágiles y han cedido al primer encontronazo».

G. Steiner, La barbarie de la ignorancia: «Cuando surge el horror final (los campos de la muerte, los gulags, las grandes masacres, dos guerras mundiales entre agosto de 1914 y abril de 1945), perecen en Europa setenta millones de hombres, de mujeres y niños. Ya sea en las batallas, ya sea de hambre, de deportaciones, de torturas, en los campos de exterminio y en los hornos de gas. Una cifra inconcebible: medio millón en Verdún. ¡Y todo esto en medio de la más alta cultura! Nada nos preparó para nuestro siglo. ¿Por qué las humanidades en el sentido más amplio del término, y por qué la razón en las ciencias no nos han proporcionado ninguna protección ante lo inhumano? ¿Por qué, efectivamente, se puede interpretar a Schubert por la noche y acudir a cumplir con el propio deber en el campo de concentración por la mañana? Ni la gran lectura, ni la música, ni el arte, han podido impedir la barbarie total».

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