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Volcán de

Volcán Atitlán en Guatemala, asociado a Los ChocoyosCreative Commons

Una supererupción causó una pequeña era glacial en la Tierra, pero no causó una crisis climática

Hasta ahora, se creía que ese evento había alterado el clima del planeta durante siglos, desencadenado un enfriamiento suficiente para causar una edad de hielo

Un estudio reciente publicado en Communications Earth & Environment, liderado por Harriet M. Innes y un equipo de investigadores, ha revelado nuevos detalles sobre el impacto climático de la supererupción de Los Chocoyos, uno de los mayores eventos volcánicos del Cuaternario. La investigación ha determinado que, a pesar de su magnitud, esta erupción no provocó cambios climáticos prolongados a escala global, como se había pensado anteriormente.

Los Chocoyos, asociado con el volcán Atitlán en Guatemala, tuvo lugar hace aproximadamente 79.500 años y es considerado uno de los eventos volcánicos más devastadores del último millón de años. La erupción expulsó alrededor de 84 kilómetros cúbicos de material piroclástico, cubriendo vastas regiones con cenizas volcánicas, conocidas como tefra, que se han identificado en América del Norte, el Caribe, el Atlántico y el Pacífico. La extensa dispersión de estos depósitos ha convertido a la erupción en un importante marcador cronológico para estudios paleoclimáticos y geológicos.

La clave para determinar la fecha exacta y el impacto climático de la erupción se ha encontrado en los núcleos de hielo extraídos de Groenlandia y la Antártida. Estos núcleos actúan como archivos naturales que almacenan información sobre la atmósfera de épocas pasadas, incluyendo concentraciones de sulfato volcánico, partículas y temperaturas. Los investigadores identificaron fragmentos microscópicos de tefra en los núcleos de hielo, lo que les permitió correlacionar estos depósitos con los picos de sulfato asociados con la erupción.

Un impacto climático limitado

Uno de los principales hallazgos del estudio es que, a pesar de la magnitud de la erupción, no se observaron cambios climáticos prolongados en los registros de los núcleos de hielo. Los científicos esperaban encontrar una disminución significativa y sostenida de las temperaturas, ya que las supererupciones suelen inyectar grandes cantidades de aerosoles de sulfato en la estratosfera, lo que bloquea la radiación solar y enfría la superficie terrestre. Sin embargo, los datos indican que, aunque hubo un impacto climático inicial, este fue de corta duración y no se extendió por siglos o milenios, como se ha documentado en otros eventos volcánicos.

Los autores del estudio sugieren que la falta de un enfriamiento prolongado podría deberse a varios factores. Entre ellos se incluyen las condiciones climáticas preexistentes, la localización tropical de la erupción y la distribución rápida de los aerosoles volcánicos. Estos factores podrían haber limitado el tiempo de permanencia de las partículas en la atmósfera, reduciendo así su impacto climático a largo plazo.

Este hallazgo desafía la noción de que todas las supererupciones tienen consecuencias catastróficas y prolongadas para el clima global. Además, resalta la complejidad del sistema climático terrestre y su capacidad para recuperarse de ciertos eventos extremos. Los resultados también tienen implicaciones para los modelos climáticos actuales, que suelen asumir que todas las supererupciones provocan enfriamientos duraderos.

El estudio destaca la importancia de las cronologías precisas y del uso de múltiples registros geológicos para evaluar los impactos volcánicos en el clima. Comprender cómo respondió el sistema climático a la erupción de Los Chocoyos puede ayudar a mejorar las proyecciones sobre el impacto que podrían tener futuras supererupciones en un contexto de cambio climático.

Los investigadores planean continuar su trabajo analizando otros eventos volcánicos para afinar los modelos climáticos y evaluar mejor el riesgo que representan las supererupciones para la humanidad.

Esta investigación de Innes y su equipo ofrece, por tanto, una visión más matizada sobre la interacción entre los volcanes y el clima, destacando que los efectos de las supererupciones pueden variar significativamente según las condiciones ambientales y geográficas.

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