Marcelo Gullo: «España es el único país con una clase política que odia la historia del país que gobierna»
El historiador ha sido uno de los hispanistas firmantes del manifiesto del Protocolo Santa Polo, donde exigen al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que se retracte de sus declaraciones «contra España» o, de lo contrario, dimita
«Actualmente, la leyenda negra, es decir, la falsa historia de la conquista española de América escrita por los enemigos históricos de España e Hispanoamérica, parece haber ganado la batalla cultural, determinando conciencias, costumbres y prejuicios. Pero los tiempos están maduros para la restauración de la verdad. Y esa restauración ya está en marcha».
Así termina el último libro del historiador Marcelo Gullo, Lo que América le debe a España. El doctor en Ciencia Política, magíster en Relaciones Internacionales, graduado en Estudios Internacionales por la Escuela Diplomática de Madrid y profesor de la Escuela Superior de Guerra de Buenos Aires se ha propuesto desmontar la Leyenda Negra española y la Leyenda Rosa precolombina.
Marcelo Gullo forma parte también de la Asociación Amigos de la Hispanidad, que a través de un manifiesto ha mostrado su condena y su indignación con las declaraciones del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, sobre la propia cartera que le ha tocado defender. El también portavoz de Sumar ha declarado en una entrevista en la cadena Ser que «España ha heredado esa cultura colonial que, de alguna manera, tenemos que ver y gestionar».
El protocolo lleva en su titular la exigencia de que el ministro «se retracte de sus declaraciones» o, en su defecto, «presente su dimisión». «El señor Urtasun muestra un gran desconocimiento de la Historia de España o, lo que sería peor, una profunda mala fe o simple vasallaje ideológico a las corrientes más negrolegendarias», resuelve en su párrafo introductorio.
–¿De dónde nace la iniciativa del Protocolo de Santa Pola?
–Yo participo activamente, pero pertenece a Alberto Abascal, que vive en Alicante. Promotor del hispanismo que organizó un congreso hispanista en Santa Pola, que antes estaba en Héroes de Cavite. Yo colaboro con él, vemos ideas.
–¿La idea del manifiesto surgió tras las declaraciones del ministro Urtasun en la Cadena Ser?
–Efectivamente. Este señor se atrevió a comparar la degeneración que hicieron los belgas en sus colonias con la actuación española en América. No dábamos crédito, pero parece que hay un sector de la sociedad española que se empecina en el pensamiento negrolegendario.
–¿De dónde cree que procede este «odio», como ustedes lo califican, hacia la propia historia?
–Es algo ahistórico y demencial. En el fondo, lo que desvela es un odio profundo a España: Urtasun y quienes piensan como él creen que España no debería haber existido nunca, que es como una mala hierba, un mal producto, un veneno. Es algo extrañísimo, porque no hay un ejemplo en la historia de la humanidad de una clase política, de un sector ideológico, que deteste a su propia nación. Lo peor es que en el caso español, encima están en el Gobierno.
Urtasun y quienes piensan como él creen que España no debería haber existido nunca, como una mala hierba, un veneno
–¿No sucede tampoco en los países considerados más progresistas y avanzados?
–España es el único país en el que derechos básicos se convierten en una vergüenza. En el que no puedes llevar una bandera, porque es una vergüenza. Ni siquiera hay un sector dentro de los demócratas de Estados Unidos que odien su patria, su historia, mientras aquí son calificados de fascistas y retrógrados. Toda la izquierda norteamericana se muestra orgullosa y patriota, la izquierda francesa se pone en pie y se lleva la mano al corazón cuando suena La Marsellesa. Lo que ocurre en España es algo insólito.
–¿Cuándo se empezó a relacionar en España el patriotismo con lo conservador?
–Podemos rastrear sus antecedentes a lo largo de la historia, pero si bien la Primera República fue clave en destruir la historia de España, el antecedente más claro está en José Luis Rodríguez Zapatero. Ni siquiera la izquierda tradicional tenía semejante odio a España. Con el republicanismo comienza la idea de desmembrar España y construir varios estados dentro del país, que es una idea comunista, y por tanto que impone Stalin (por eso en 1930 convoca el Congreso Comunista en Buenos Aires, para crear las «repúblicas comunistas indígenas» partiendo en pedazos las repúblicas preexistentes). Si bien la federación se encontraba en la doctrina del PSOE, no existía el odio a la Historia de España.
La izquierda tradicional no odiaba España, el antecedente está en Zapatero
–¿Qué medidas tomó Zapatero que lo señalan como «antiespañol»?
–En realidad, todo su actuar político. Pero es paradigmática la falsa Ley de Memoria Histórica, que de memoria no tiene nada: es una revancha, una venganza. No se trata de una ley objetiva, sino de una ajuste de cuentas personal: Zapatero explicó en su investidura que su compromiso político estaba marcado por el ideario de su abuelo, fusilado en 1936. Por ello trató de establecer una venganza histórica que en realidad no existía en el espíritu de los españoles, ni siquiera de los socialistas.
–¿Cree que Urtasun, que no es socialista sino de Sumar, es heredero de esta línea de actuación de Zapatero?
–La conformación que se ha dado en España de nacionalismos e izquierdas locas tiene sus raíces en la leyenda negra. Esto marca el camino: se empieza detestando la obra de España en América y se acaba detestando la construcción de la propia España. Por eso hoy se odia a Isabel la Católica; de igual forma, se empieza renegando de la Conquista de América y acaba renegando de la Reconquista. Pero atacar la Historia de España y defender la leyenda negra es de malintencionados, ignorantes y mentirosos; su odio los lleva a mentir pero su ignorancia los lleva a ser torpes y a comparar el imperialismo atroz del Rey belga en el Congo con la experiencia de España en América. Eso es ignorancia y mala intención, un cóctel molotov para destruir España. Ningún socialista serio podría hacer esa comparación.
Se empieza detestando la obra de España en América y se acaba detestando la construcción de la propia España
–En el manifiesto comparan la herencia romana con la que han recibido en Hispanoamérica de España.
–Roma construyó España de la misma forma que España construyó Hispanoamérica. No es imperialismo, es un imperio. ¿Cuál es la diferencia? Cuando llegó a América del Norte, el imperialismo anglosajón calvinista afirmó que «el mejor indio es el indio muerto»: querían hacer tabula rasa, matar a todos e implantar su civilización. Cuando España llega a América, en cambio, propone no matar, sino realizar una misión evangelizadora basada en el mestizaje. Los Reyes Católicos animan a casarse con los indígenas, mientras que el imperialismo ejecuta una limpieza étnica. El imperialismo considera la colonia un botín; el imperio una provincia. Y además, cuando el imperialismo no puede hacer limpieza étnica entran en juego el apartheid, las reservas, los guetos.
–¿Cómo se puede revertir esta situación? ¿De qué manera podemos mirar al futuro con esperanza?
–Tenemos que construir otra España. Todo lo demás es prejuicio. ¿Cómo revertirlo? Los españoles de bien tienen que ponerse en pie, tienen que denunciar que hay una línea política en España que quiere la destrucción de España. Si los españoles se mantienen en silencio cada vez que se tira ácido sobre España, ¿quién los va a defender? ¡Tienen que recuperar su dignidad! Lo mejor del pueblo español, los jóvenes, ya ha empezado a hacerlo en Ferraz: son los jóvenes que rezan el rosario y que proclaman consignas contra el socialismo. Ese es el ejemplo, y por eso el PSOE quiere eliminarlos y la Policía los persigue. Ferraz es el camino.