Entrevista con el periodista y escritor
Gustavo Morales: «Putin ha perdido la guerra de la opinión pública, pero Occidente ya es solo una pequeña parte del mundo»
A propósito de la publicación Prensa y Poder. Construyendo certezas, el periodista profundiza en los temas de la actualidad: globalización, terrorismo, redes sociales, Poder y contrapoder
La infantería pisa el terreno; el corresponsal de guerra, también. Por haberlo sido, por haber mirado a los ojos a la descarnada faz de la muerte, Gustavo Morales sabe bien que Revel no se equivocaba: «La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira». Por su libro Prensa y Poder. Construyendo certezas, el director del Club de Periodismo del CEU ha obtenido el Accésit I Premio Mayka Martín Padial de Ensayo Histórico.
–En el libro aborda tres fenómenos: la globalización, que ha acentuado el carácter mercantil de la información; el terrorismo como medio de comunicación y las redes sociales como nuevo ecosistema. ¿Cuál supone hoy mayor amenaza para nuestras libertades?
–El terrorismo es una amenaza contra nuestras vidas pero, como efecto secundario, provoca solidaridad en quienes lo sufrimos, que es un valor positivo. La globalización es un peligro en cuanto supone la extensión de un paradigma anglosajón, no es el acercamiento de la aldea común sino la uniformización de una hegemonía unipolar.
–El monopolio tecnológico GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) que controla nuestras vidas y salta por encima de las fronteras, lo dirigen personas que no son representantes electos. ¿Adquiere el Estado democrático en este escenario un nuevo papel de garante de nuestros derechos, en especial de la libertad de expresión y del derecho a la información?
–Decía Unamuno que la nación es el espacio de la solidaridad. El Estado nacional representa el punto de encuentro de la ciudadanía con dirigentes que han sido elegidos por ella y donde hay comunidades que convierten al individuo en persona al relacionarse con su entorno familiar, local y laboral. La reducción del Estado nacional facilita el libre tránsito de dinero y mercancías, pero reduce a las personas a individuos aislados más fáciles de domeñar.
–En el libro cita una interesante reflexión al respecto del jefe de redacción de The New York Times. ¿Puede convertirse hoy la pequeña prensa local en refugio de independencia periodística?
–Sí, es indudable que la prensa local es la que menos está sujeta a las presiones e imperativos del dios dinero o, al menos, en menor cantidad. Allí la publicidad no responde a grandes empresas o grupos de presión internacionales, sino a negocios locales que no se inmiscuyen habitualmente en las tareas de investigación del periodista.
Recordemos que las redes sociales están creadas y mantenidas por empresas privadas, con todo lo que eso supone. Los grandes medios las usan para expandir su mensaje
–Y frente al terrorismo, ¿puede funcionar el periodismo social como cierto antídoto de sus efectos comunicativos?
–Explicándolo, pero no dándole constantemente la primera plana ni la hegemonía de la información, que es lo que buscan. Sus ideas hay que exponerlas con claridad crítica para evitar su extensión. Aunque hablar de ellos ya les da una victoria. Decía Hitler: «Que hablen de nosotros, que nos traten como payasos o como criminales, pero que hablen».
–También alude a las redes sociales como contrapoder. Pese a la polarización que a veces provocan, ¿resultan más beneficiosas hoy para el ciudadano que los tradicionales medios de comunicación y su fijación de la agenda?
–Antes la mayor parte de los ciudadanos no podían expresar sus opiniones más que en pintadas en las paredes. Las redes sociales, fuertemente intervenidas por grupos de coacción, que se arrogan el privilegio de decirnos qué es verdadero o falso, son el último refugio de la libertad de expresión de los ciudadanos, pero carecen del poder de comunicación que muchos pretenden, aunque sí el suficiente para que se preocupen de censurarlas. Ojo, recordemos que las redes sociales están creadas y mantenidas por empresas privadas con todo lo que eso supone. Los grandes medios las usan para expandir su mensaje.
–Byun-Chul Han afirma que hoy el soberano es quien decide sobre las «shit-storms». ¿Quién suele beneficiarse de este fenómeno? ¿Se puede hablar de un nuevo «totalitarismo sin rostro»?
–El poder busca ahora el anonimato. Cuantos se atreven a salir de lo políticamente correcto son agredidos en las redes, a veces también fuera de ellas, por una multitud de troles y de robots cuya tarea es precisamente impedir la ruptura de la hegemonía. Cuantos profesan opiniones disidentes se las callan para evitar la marginación. Las jaurías y sus tormentas de mierda han destruido carreras, prestigios y vidas para mantener el statu quo. Muchas veces no es algo espontáneo, sino organizado y financiado con profesionales dedicados a ello. Hay grupos verdaderamente bien organizados que se movilizan a través de Telegram y destrozan reputaciones y prestigio en Twitter.
–Hoy la guerra de Ucrania monopoliza la agenda de los medios. ¿Puede perder Putin la guerra por causa de la opinión pública?
–Putin ya ha perdido la guerra de la opinión pública en Occidente. Son pocas, aunque relevantes, las voces que han roto esa hegemonía en nuestra área: un Calvo Sotelo y un antiguo nuncio papal en Estados Unidos en publicaciones con escasa difusión. La cuestión es que hay vida y hay prensa más allá de Occidente. De hecho, la mayor parte de la población mundial no vive en Europa ni en Estados Unidos. De todas maneras, no veo factible un rearme militar y moral de Europa.
–¿Hay manipulación informativa en los dos bandos? Si la hay, ¿puede compararse?
–Claro que la hay. La propaganda es uno de los pilares de la guerra moderna. El poder de las cinco primeras empresas audiovisuales de información y entretenimiento, radicadas en el mundo anglosajón, no tiene parangón al otro lado del nuevo telón de acero, aunque las intenciones de unos y otros son las mismas: retorcer la verdad.
–Un par de cuestiones finales, dirigidas al analista de geoestrategia: ¿el grupo Wagner es equiparable a Black Water?
–No, es el mismo negocio y con el mismo cliente principal, el Estado, pero la capacidad financiera de las empresas de soldados corporativos estadounidenses supera con mucho a sus contrapartes rusas. Black Water, Academi desde 2009, es la punta del iceberg.
– Zelenski ha sobrevivido ya a varios intentos de asesinato. ¿Cómo ha logrado esquivar a los homicidas?
–No duerme dos noches seguidas en el mismo sitio y se traslada de continuo de un lugar a otro, en ocasiones a horas intempestivas. Es algo que ya hacía Yasir Arafat, el líder de la OLP.