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Portada de «Poesías en Casarsa» de Pier Paolo Pasolini

Portada de «Poesías en Casarsa» de Pier Paolo PasoliniSomos Libros

'Poesías en Casarsa': Pasolini sin censuras, a corazón abierto

La primera traducción al español del poemario que Pasolini escribió en 1942 en dialecto friulano, nos presenta la evolución existencial del poeta y cineasta

Pasolini fue un poeta que hizo cine, ensayo, política y crítica. Empezó siendo poeta, y murió haciendo tragedia. Toda su vida estuvo atravesada por el verso, la imagen, la estética y los espacios en blanco entre estrofas. De ahí la necesidad de un libro como «Poesías en Casarsa» para entender a Pasolini y su mundo cultural, que es también el nuestro.

La edición que ha hecho la editorial Somos Libros ha cuidado todos los detalles formales. No me suelo detener en estos detalles cuando reseño un libro, pero en este caso es necesario porque es algo esencial en el libro, y no un mero acompañamiento. La encuadernación japonesa, con el lomo dejando ver las costuras del lomo, no solo ofrece un aspecto artesanal a la obra, sino que nos aproxima a un autor que también dejó las costuras de su vida al aire, atravesado por el punzón, plegado y prensado por las tapas duras que pusieron principio y fin a su vida. El gramaje del papel, la tipografía, los desplegables que permiten ver completa una poesía que es historia y mosaico, sin la fragmentación del paginado, también ayudan a disfrutar de una lectura que es total.

Lo más meritorio es que se trata de la primera traducción al español de un poemario escrito en 1942 en dialecto friulano que además ha tenido la elegancia de conservar los poemas originales en esta edición trilingüe. Se han añadido también las dos reescrituras posteriores, la segunda de 1954 y la tercera de 1975, que permiten ver la trayectoria completa que recorrió la vida de Pasolini. La labor de Mario Coleoni en este cuidado por el lenguaje, la forma y, sobre todo, por hacer presente el espíritu del autor, es encomiable. El lector agradecerá esta atención y verá cómo entre sus manos cobra vida algo tan sagrado como una vida expuesta sin censura, a corazón abierto.

Se percibe la evolución existencial que oscila entre dos polos, el de una cultura religiosa y popular vinculada a las fuentes, el campo y los sonidos del campanario, y el de un mundo nuevo que se abre a lo desconocido.

Portada de «Poesías en Casarsa» de Pier Paolo Pasolini

somos libros / 224 págs.

Poesías en Casarsa

Pier Paolo Pasolini

La lectura es dura porque se pasa del lirismo de una escritura sencilla y sin adornos que canta a la tierra, al agua y al sol, a unos versos puros y secos que hablan de la extinción de lo humano.

Si en 1942 abría el poemario con un suave canto:

Fuente de agua de mi pueblo.

No hay agua más fresca que la de mi pueblo.

Fuente de rústico amor.

En 1975 lo reescribe de este modo:

Fuente de agua de un pueblo que no es el mío.

No hay agua más vieja que la de aquel pueblo.

Fuente de amor para nadie.

¿Por qué debería conmovernos la lectura de un itinerario que nos dirige a la extinción? Porque en el nihilismo de Pasolini está constantemente abierta la posibilidad de la vida contra la muerte, de la vida contra el formalismo: «No añoro una realidad, sino su valor / No añoro un mundo, sino su color».

Hay una paradoja implícita que llena de luz un poemario que habla constantemente del fuego sin luz, y es la paradoja de una Verdad con mayúscula que a veces se muestra como negación, como aniquilación de ídolos para preparar un terreno fértil para la semilla.

Pasolini es bruto como el buey, duro como la reja del arado, y descarnado como un surco, pero esperanzado como el campesino que siembra contra toda esperanza.

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