‘Guerra de infancia y de España’: El tiempo recobrado de Ramondino
La italiana fabuló su propia infancia en Mallorca durante la contienda civil española en esta obra maestra de 2001 editada ahora en español
Es esperanzador pensar que allá afuera hay todavía muchos libros que no sabemos que necesitamos. Cada año, un buen puñado de novedades se publicitan como el libro que necesitamos leer y a muchas acudimos para comprobar si es cierto. Y ahora resulta que el libro que necesitábamos leer este año –¡este sí!– ni siquiera es de este año, tampoco de esta década. Se publicó originalmente en 2001 y es ahora, traducido del italiano por Celia Filipetto y editado por Libros del Asteroide, cuando nos enteramos de que íbamos con retraso. Por suerte, jamás se llega tarde a un libro; los buenos libros, llegan justo en el momento en que uno los abre.
Libros del Asteroide (2024). 504 páginas
Guerra de infancia y de España
Este libro comienza así: «Era el 13 de febrero de 1937. El cónsul Luigi Ferdinando Baldaro se disponía a partir hacia España para tomar posesión de su cargo en Mallorca». Es la España de la Guerra Civil, claro, y la Mallorca de esos grandes cementerios bajo la luna que asqueó a George Bernanos. Pero la Guerra es una presencia tangencial en este libro, «como si nosotros estuviéramos fuera de ese juego». La familia del cónsul de la Italia fascista, su mujer y tres hijos, entre ellos Titita, la voz narrativa, se instalan en un enorme caserío en Son Batle. No solo la Guerra queda lejos sino también la Ciutat, Mallorca, aun estando cerca. La casa es una república autónoma y, dentro de la casa, está Titita, creciendo. Todo el libro está en la red de afectos y desafectos que Titita genera con las personas y las cosas, con las plantas y los pájaros, con el jardín y las estancias, incluso con los idiomas: el español, el mallorquín y el italiano.
La autora de Guerra de infancia y de España, Fabrizia Ramondino nació en el año 36 y llegó a Mallorca con pocos meses de vida, luego los siete años que aquí se relatan son en buena parte una recreación de la imaginación a partir de sus recuerdos o aquello que pudiera reconstruir con posterioridad. No es este un libro de memorias sino una novela, con esa calidez de Proust para dejarnos acceder a una infancia solitaria o la pericia de Natalia Ginzburg en la interpretación de los léxicos familiares. También, con Lampedusa, hay algo de la fantasía del bel mondo al borde del precipicio y una exuberancia en la fabulación y la descripción entre la poesía y el realismo mágico. Todo esto para decir que Ramondino juega con los grandes.
Hay durante toda la novela una exquisitez en la composición de estas estampas íntimas que son como de bordados de antaño, trabajo de pasamanería. Su maestría para recrear el universo autónomo de la infancia hace de este libro moderadamente voluminoso, con una historia de dentro a fuera –de la niña al mundo-, una experiencia nada tediosa y siempre luminosa. Con Titita, a través de ella, se describe la personalidad de sus padres y su actitud hacia su hija, la entrañable abuela, la corte de criados, los potentados de la isla y a veces los humildes, entrevistos. La protagonista va aprehendiendo la posición privilegiada de su familia –un avión militar les trae harina y vino desde Italia– y los mecanismos del mundo adulto.
Sin marcar las transiciones, el tiempo pasa, lo vemos pasar, a lo largo del libro y Mallorca cobra vida en los detalles y la Guerra se acaba pero empieza otra, como pasa siempre. En la página de colofón, Libros del Asteroide ha elegido una muy adecuada cita de Ana María Matute: «Tal vez la infancia es más larga que la vida». De eso va Guerra de infancia y de España, no solo de la longitud de la infancia sino de su anchura y profundidad. Ese tiempo recobrado que, más que como memoria, regresa como fábula.