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Vassily Kandinsky. Composición 8 (1923)

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'Antes de que Google nos alcance': una poética contra el olvido digital

Julián Quirós escribe un poemario distópico que confronta memoria e identidad en tiempos de despojo

Hace falta ser audaz para incluir en el título de un poemario la palabra «Google», y Julián Quirós demuestra ser valiente no solo por mentar al diablo algorítmico sino por enfrentarse a él en un libro donde la denuncia a la ultramodernidad digital se expresa con unos versos sencillos, cargados de lirismo y de nostalgia.

Cubierta de Antes de que Google nos alcance

Reino de cordelia (2024). 104 páginas

Antes de que Google nos alcance

Julián Quirós

Un libro de poemas dedicado a Google (y al iPhone, entre otros) podría parecer el ejercicio de un artista futurista de hace un siglo, y a priori esperaríamos un estilo poético que se ajustara a esa modernidad de números y velocidad (algo parecido a los versos de García Lorca en Poeta en Nueva York, con muchos paralelismos en el fondo, pero nada en la forma; o a las composiciones abstractas de Kandisky como la utilizada en la cubierta libro). Por el contrario, Quirós se enfrenta a la tecnología con la herramienta de la palabra bien escrita, el verso libre, breve y pensado, con un tono nostálgico, tal vez algo pesimista, pero sobre todo muy humano.

Este no es el primer libro poético de Julián Quirós. El periodista que está probablemente acostumbrado al mundo de la velocidad y la inmediatez de la prensa periódica (ha dirigido varios medios y actualmente pilota el diario ABC), tiene una vía de escape aparentemente tan opuesta como es la poesía. En 2021 publicó Pérdidas y ganancias (Ars Poética), un libro que, como bien dice el subtítulo, es un «recuento de los años huidos», un ejercicio de memoria, de recuperación de la propia identidad mediante la memoria. Antes de que Google nos alcance también indaga en los recuerdos, pero ya no solo solo los suyos, sino los de todos nosotros, y ya no es un ejercicio emocional sino de supervivencia.

Se dice que Ortega y Gasset tenía un estilo tan claro y directo a pesar de escribir sobre asuntos tan profundos gracias a su vinculación familiar a la prensa periódica («nací sobre una rotativa», llegó a escribir). Con Quirós, y cambiando el género, podemos decir algo parecido. La claridad y la voluntad de comunicación, esencial en el ejercicio periodístico, está presente en estos versos que son directos y agudos, breves y certeros, pero cargados de lirismo.

El tono melancólico al que me refería crea una atmósfera poética que recuerda al tópico del et in arcadia ego, pero con un sesgo trágico, pues define una suerte de olvido impuesto y en directo, donde las personas son despojadas de sus recuerdos y reemplazadas por códigos digitales. Este futuro distópico (con mucho de Orwell), donde «Ellos escribirán el inventario» –como se titula el primer poema–, de las vidas y emociones de los hombres, resuena como una advertencia frente a la creciente dependencia de la tecnología y el control sobre nuestra percepción de la realidad.

A través de un lenguaje directo y una cadencia que fluctúa entre la resignación y la rebeldía, el autor nos invita a explorar las grietas que deja el olvido impuesto por fuerzas digitales: «Todo lo que sabíamos / lo vamos extrañando», introduciendo un lamento que se convierte en denuncia. La voz poética no se conforma con describir, sino que exige al lector reflexionar sobre el impacto de la desmemoria.

Uno de los grandes logros de este libro es su capacidad de entrelazar lo individual y lo colectivo. En poemas como «Ya éramos barro», Quirós trasciende lo anecdótico para hablar de un sentimiento generacional: la desposesión de la memoria como acto de violencia estructural. La voz poética se convierte en portavoz de una multitud en vías de vaciamiento, «y debemos aceptar el orden impuesto / contra esta identidad averiada».

Los versos se tornan especialmente contundentes cuando abordan la pérdida del lenguaje como herramienta de control. «Todo el abecedario fue laminado/ a escobazos,» escribe Quirós, pintando un panorama de desolación donde las palabras mismas (su herramienta de trabajo) son objeto de saqueo. Esta imagen sirve como una metáfora devastadora para el silenciamiento de las voces críticas en una sociedad que busca uniformidad y control.

El poemario es, en esencia, un acto de resistencia. En una era donde la desinformación y la hiperconectividad amenazan con diluir nuestras historias, el autor nos recuerda que la memoria no es solo un acto de nostalgia, sino una forma de supervivencia.

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