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Cubierta de más libros y menos pantallas

Detalle de cubierta de Más libros y menos pantallasPenínsula

‘Más libros y menos pantallas’, o por qué debemos fomentar la lectura en los niños

Michel Desmurget, uno de los principales referentes de la neurociencia aplicada a la educación, explica con solvencia y detenimiento por qué la lectura es el mejor regalo que podemos hacer a las nuevas generaciones

Tras el éxito de La fábrica de cretinos digitales, Michel Desmurget vuelve a la carga con Más libros y menos pantallas. Si en su primer libro se centró en denunciar los efectos nocivos de la implantación de tecnología en los colegios, en esta ocasión el célebre neurocientífico francés pasa a proponer la que él considera mejor alternativa educativa a las pantallas: los libros.

Cubierta de más libros y menos pantallas

Península (2024). 496 páginas

Más libros y menos pantallas

Michel Desmurget

Haciendo honor a su puesto al frente del Instituto de la Salud y la Investigación Médica de Francia, el autor hace referencia a multitud de estudios científicos, que vienen a confirmar lo que la experiencia educativa había demostrado ya fehacientemente desde hacía siglos: que, a la hora de formar y nutrir la mente y el espíritu de los más jóvenes, la lectura carece de rival.

El punto de partida de Desmurget es claro: los jóvenes cada vez leen menos. A pesar de las noticias que hablan de un aparente repunte de la lectura entre las nuevas generaciones, el autor aclara que en realidad estos titulares se basan en encuestas que no son fiables, ya que en ellas se cuenta como lectura el consumo de cualquier texto escrito. De hecho, si se va al detalle de las respuestas de dichas encuestas, se constata que lo que más leen los jóvenes son revistas y cómics, y que los libros suelen ser su última opción. Y, como bien demuestra Desmurget a lo largo de toda la obra, los beneficios de la lectura de un libro, especialmente en papel, son incomparables con los de cualquier otro formato o soporte.

Para el autor, esta caída de la lectura está directamente relacionada con el vertiginoso aumento de las horas dedicadas al ocio digital: «todas las horas regaladas a Netflix, Fornite y TikTok no han caído del cielo. Ha habido que arrebatárselas a otras actividades, como el sueño, las interacciones familiares, las tareas escolares y, por supuesto, la lectura».

Para Desmurget, esta tendencia es especialmente preocupante, en gran parte porque esos jóvenes que cada vez leen menos dentro de poco se convertirán en maestros. ¿Podrán estos nuevos profesores inculcar a sus alumnos un gusto por la lectura del que ellos carecen?

Una vez constatada esta preocupante situación, el autor francés adquiere un tono más propositivo y divide el grueso de la obra en dos cometidos diferentes: presentar los inigualables beneficios de la lectura para los niños y hacer propuestas para lograr cultivar en ellos el amor por los libros.

En el apartado de los beneficios, el autor presenta de manera concienzuda y convincente los numerosos efectos positivos de la lectura tanto en el desarrollo intelectual y académico del niño como en la formación de su persona. La conclusión es clara: «desde que surgió el lenguaje, la humanidad no ha inventado una herramienta mejor que la lectura para estructurar el pensamiento, organizar el desarrollo del cerebro y civilizar nuestra relación con el mundo».

A la hora de presentar las propuestas para inculcar el amor por la lectura en los más jóvenes, el autor no tiene dudas a la hora de presentar la lectura compartida como la alternativa más valiosa y eficaz. Cuando sus padres o sus maestros les leen, los niños más pequeños se sumergen en un mundo fascinante, lleno de historias y hechos mágicos y sorprendentes, y esa deleitosa experiencia es la que les hará desear coger un libro entre sus manos cuando tengan la capacidad de leer y no volver a soltarlo. Ahora bien, como señala Desmurget, esta práctica de la lectura compartida no debería ser abandonada cuando los niños sepan leer, pues con ello les privaríamos de los beneficios de esta experiencia. No en vano, incluso los adolescentes confiesan su fascinación cuando sus mayores les leen historias.

Quitando alguna parte de más ardua lectura, en general la exposición de Desmurget es clara y amena, y es muy recomendable especialmente para todos los que nos dedicamos a la educación, tanto padres como profesores, ya que nos brinda un sinfín de argumentos y de propuestas que a buen seguro nos invitarán a hacer un esfuerzo extra a la hora de fomentar la lectura entre los niños y jóvenes.

Ahora bien, Desmurget, consciente de que el ser humano no atiende solo a argumentos racionales, también hace referencia al deleite y al placer que provoca la lectura entre sus más fieles practicantes. En ese sentido, es especialmente acertada la elección de la cita del ilustrador y escritor juvenil Claude Ponti que da inicio al libro, y que resume a la perfección el fascinante y constante descubrimiento que supone la lectura: «Durante mucho tiempo me he acostado temprano con mis libros y mi linterna. En cuanto encendía la linterna, los personajes salían en masa de entre las páginas, con los vecinos, los caballos, los pájaros, los marcianos ambidextros, los maléficos, los superpotentes, los traidores, los anodinos, los embrujados, los injustamente condenados, los invisibles, los subterráneos, los de cara de ángel, las princesas que había que liberar. Nadie sabrá jamás cuántos éramos bajo la cubierta».

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