Oliver Twist ya no es huérfano y tampoco es niño, ni blanco: ahora es niña, negra y tiene móvil
Se trata de la obra de teatro musical Unexpected Twist, basada en el libro homónimo del autor Michael Rosen
Michael Rosen es un famoso y premiado escritor de literatura infantil. Unexpected Twist fue el título de su cuento ilustrado de 2019, una adaptación del Oliver Twist de Charles Dickens que no fue la primera del autor clásico inglés. Antes ya se había atrevido con su Cuento de Navidad. En Unexpected Twist, que en estos días se representa como obra de teatro en el Royal and Derngate de Northampton, se establece un paralelismo casi teledirigido entre el huérfano Oliver y una niña del presente, Shona, que no es huérfana, ni pobre, y que tiene un móvil y en lugar de añorar a alguien bueno que le ayude, añora que su móvil no tenga acceso a Youtube o a Snapchat.
La obra compara las tribulaciones de Oliver con las confusiones modernas de Shona (que en el libro de Rosen es blanca y en la versión teatral es negra, como todos sus compañeros) o retrata la injusticia social relacionando el realismo dickensiano sin connotaciones políticas o ideológicas en las disquisiciones y reinterpretaciones de Rosen, de conocidas afiliaciones socialistas. La orfandad de Oliver se sitúa en el mismo plano que la no orfandad de Shona, al cuestionar la idoneidad de los padres. ¿Es un contenido infantil que los niños se planteen la idoneidad de sus padres?
La obra de Rosen busca que los niños interpreten la novela bicentenaria de Dickens en el mundo actual, cuando no es una novela actual, es una novela de hace dos siglos, estableciendo relaciones casi esquemáticas entre los problemas del niño pobre decimonónico y una niña del siglo XXI que nada (o poco) tienen que ver.
Una simplificación de una de las grandes novelas de la historia. Una nueva transposición caprichosa de las historias del pasado para su revisión (y reeducación, la de los niños), para su cancelación, para la actualización que es censura en última instancia, como si, en este caso el gran Charles Dickens (¿y si Dickens, en vez de escribir sus propios cuentos se hubiera dedicado a «actualizar» a Jonathan Swift, por ejemplo?), fuera culpable de algo por haber nacido en su época y simplemente contarla.