Más allá del escándalo de Dani Olmo: todos los frentes que tiene abiertos Laporta y le pueden hacer caer
El presidente del Barcelona lleva cuatro años en esta segunda etapa y su gestión ha estado constantemente cuestionada
Amenaza de moción de censura: la oposición pide la dimisión de Laporta
El Barcelona elevará este martes por la mañana al Consejo Superior de Deportes (CSD) la petición de la cautelarísima para Dani Olmo y Pau Víctor. Es la última esperanza del equipo catalán para salvar esta situación tan complicada y que les podría hacer un roto económico de inmensas dimensiones, además del ridículo que ya han hecho como entidad. Joan Laporta se ha abrazado al Gobierno de Pedro Sánchez esperando que le salve los muebles.
LaLiga y la RFEF ya resolvieron todas las peticiones del Barcelona de manera negativa, por lo que ahora solo les queda la justicia ordinaria y el CSD, que es en quien más fe tienen. Esa cautelarísima, que llegaría mientras el Gobierno estudia el caso, serviría al Barcelona para ganar tiempo y ya en verano, aprovechando que están en la regla 1:1, inscribir de manera definitiva tanto a Dani Olmo como a Pau Víctor.
Ocurra lo que ocurra con el caso de las fichas, la imagen de Laporta como presidente del club azulgrana está muy deteriorada. Desde que comenzara esta segunda etapa al frente de la Junta directiva, el abogado catalán ha hecho una gestión que ha provocado que su popularidad esté bajo mínimos. Llegó como el salvador del club y se ha convertido en un nuevo problema. «Ha hecho bueno a Bartomeu», comentan algunos socios que le votaron en las elecciones de 2021.
Y es que el desastre con la inscripción de Olmo ha sido la gota que ha colmado el vaso. Es un escándalo tremendo, pero el enfado de la afición azulgrana venía de mucho antes y esto ya ha sido lo que ha hecho saltar todo por los aires por el trato a dos jugadores, la ruina que puede suponer y la imagen de club amateur que se ha dado en todo el mundo.
Un desastre tras otro
Desde que volviese Laporta a la presidencia, su gestión ha sido una huida hacia adelante permanente. Nunca ha querido escuchar ni ha querido aceptar la grave crisis económica que atraviesa el Barcelona. Ya lo avisó Xavi y le costó el puesto. «Debemos entender que el Barça está en una situación muy complicada, sobre todo a nivel económico, que no podemos competir con el Madrid, que se acabaron los tiempos en que el entrenador decía, quiero a este, a este y a este», dijo poco antes de ser cesado.
Laporta, que hizo campaña en 2021 prometiendo la renovación de Messi y el fichaje de Haaland –dos mentiras–, se pensó que lo resolvería todo con sus ya famosas 'palancas'. Una venta a 50 años de numerosos activos valiosos del club para poder fichar de nuevo grandes jugadores y estar entre los grandes de Europa. El problema es que al final llegaron buenos jugadores, pero no estrellas, los problemas económicos siguieron porque el Barça tiene una deuda enorme y apenas hubo títulos.
La realidad, con quien Laporta tiene mala relación, es que el Barcelona se está salvando por una gran hornada de canteranos. Lamine Yamal es un talento generacional y, si quiere hacer carrera en el Barça, será a quien el club se agarre para que les intente sacar de esta situación. El resto, todo sigue igual o pero que antes de la llegada del abogado catalán. Una gestión kamikaze y donde no se dice la verdad ni por equivocación.
El Camp Nou, fuera de plazo
Otra de las cosas que tiene mosca al barcelonismo es el tema de la reforma del Camp Nou. En teoría el pasado mes de noviembre volverían a casa y ahora ya parece claro que, como pronto, será en septiembre de este nuevo año. Es decir, casi un año entero de retraso sobre el plazo dado. Además, las obras del estadio son sobre todo noticia por lo lento que avanzan o por las peleas entre obreros de diferentes nacionalidades.
Todas estas cosas han hecho a la oposición a Laporta y a gran parte de la masa social poner el grito en el cielo y exigir su dimisión. Y es que también hay que tener en cuenta que el presidente no ha dado la cara tras lo de Dani Olmo. Silencio por parte de la directiva y cero autocrítica. La tensión se puede cortar con un cuchillo y ya está habiendo movimientos para plantear una moción de censura, aunque antes esperan que Laporta inicie por voluntad propia la cuestión de confianza.