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Un turista saca una foto junto a la Sagrada Familia.

Un turista saca una foto junto a la Sagrada FamiliaEP

La turismofobia amenaza a la gallina de los huevos de oro

La contribución del turismo en nuestro país alcanzó el 12,8 % del PIB en 2023 y, dependiendo de las fuentes, se situará entre el 13 y el 15 % en 2024

Bajo el mantra del derecho a una vivienda digna, miles de personas se manifestaron este fin de semana en Cádiz y Málaga contra la masificación turística, en unas concentraciones similares a las vividas en Barcelona, Baleares, Canarias, San Sebastián, Granada o Cantabria. Pero detrás de estas protestas subyace un batiburrillo de torpeza política, medias verdades e intereses partidistas que amenazan con perjudicar a un sector clave para nuestra economía.

España recibió en los cinco primeros meses del año 33,2 millones de turistas internacionales, casi un 14 % más que en el mismo periodo del pasado año. Si nada se tuerce, en 2024 superaremos tranquilamente los 85 millones de viajeros registrados el pasado año que convirtió a nuestro país en el primer destino a nivel mundial. Además, el gasto de los turistas aumentó un 22 % en dicho periodo, alcanzando los 43.200,41 millones de euros.

Según los datos de Exceltur, asociación que reúne a los actores más relevantes del sector en nuestro país, la contribución del turismo a nuestra economía alcanzó el 12,8 % del PIB en 2023 y, dependiendo de las fuentes, se situará entre el 13 y el 15 % en 2024 con una aportación por encima de los 200.000 millones de euros de actividad, lo mismo que lo recaudado por Hacienda el pasado año. Asimismo, el empleo turístico supone el 17 % del total generado el año pasado y la mayoría de los empresarios del sector prevén que vaya en aumento. Se trata, sin lugar a dudas, de la gallina de los huevos de oro.

Por ello, desde el alcalde más sencillo al ministro más poderoso, la política ha andado con pies de plomo a la hora de regular esta actividad. Al menos, hasta ahora. Varios consistorios ya están estudiando medidas para regular la entrada de turistas a sus ciudades, mientras que otros planean aplicar tasas para aumentar las ganancias.

El Gobierno, por su parte, ha estrechado el cerco sobre los alquileres turísticos y ha pedido su prohibición, siguiendo el ejemplo del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, que ha prometido «erradicar» los 10.000 pisos de la ciudad en los próximos cinco años. Por eso, las consignas sobre el cacareado derecho a la vivienda digna escuchadas durante las últimas protestas resultan sospechosamente oportunas.

El Ejecutivo, de hecho, olvida que la ley de vivienda provocó la fuga de miles de propietarios a modalidades como el alquiler turístico, a pesar de las advertencias del sector, que no fueron pocas ni minoritarias. Collboni, por su parte, era segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona cuando Ada Colau aprobó el Plan Especial Urbanístico de Alojamiento Turístico que impedía la apertura de hoteles en el centro de la ciudad y aumentó la oferta de alquileres turísticos. Tras llegar al consistorio catalán, prometió mantener esta medida y, un mes después, se desdijo.

La patronal de hosteleros de Málaga, una de las ciudades donde se produjeron las manifestaciones este fin de semana, ha expresado su preocupación ante «la ola de turismofobia» en torno a problemas «que en nada tienen que ver con el turismo como la escasez de vivienda o de infraestructuras». «Ninguna sociedad puede pretender arreglar sus problemas renunciando o desprestigiando a su principal industria económica», han señalado en una declaración institucional.

Las viviendas de Sánchez

No les falta razón. Los expertos inmobiliarios llevan años avisando de que la única forma de estabilizar los precios de la vivienda –ya sea de compra o de alquiler– es aumentando la oferta disponible. Durante la campaña electoral de las autonómicas de 2023, Pedro Sánchez prometió la movilización de 184.000 viviendas para alquiler asequible de las que nada se sabe.

Las infraestructuras son harina de otro costal. Tras la crisis financiera, el gasto público en infraestructuras estuvo durante una década prácticamente paralizado y solo la llegada del coronavirus, y los fondos europeos, ha espoleado las inversiones, que en 2023 fueron todavía un 14 % más bajas que en 2008.

El presidente de la Conferencia Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos, Jorge Marichal, lo resumió claramente hace un par de días durante la presentación del informe sobre la evolución del sector: «Creo que existe una masificación no crítica porque hay un incremento poblacional tremendo que no ha ido acompañado de un aumento proporcional de la infraestructura correspondiente».

Jornada laboral

La reducción de jornada laboral tendrá un grave efecto en el sector turístico, como ha alertado Exceltur. Según esta organización, el coste anual será de 2.348 millones de euros por la necesidad de suplir las horas reducidas donde no es posible compensarlas por un uso más eficiente del tiempo de trabajo.
Además, los costes laborales aumentarán un 4,9 % de media y los beneficiaos caerán un 8,1 %. También se verán afectados los costes laborales unitarios como resultado de la necesidad de compensar los 222,2 millones de horas que habría de reducirse.
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