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José Manuel Cansino

Pobreza vergonzante: 12 millones de españoles viven bajo el umbral y la brecha no para de crecer

En un mundo en casi constante postureo exhibido en redes sociales de Oriente a Occidente y de Norte a Sur, la pobreza acentúa su lado más humillante

Actualizada 09:56

María del Redentor de la Cruz, aunque bien pudiera serlo, no es uno de los personajes de la novela Un día después de sábado de Gabriel García Márquez, una obra por la que transitan nombres similares en longitud. María del Redentor de la Cruz es un nombre elegido que corresponde a alguien real que ha alcanzado una notable y no buscada popularidad, por hacerse viral tras impartir una conferencia. Paradójicamente, una conferencia de una persona que acostumbra a vivir en silencio.

La pobreza del sentido trascendente de la vida o de su sentido espiritual es otra dimensión añadida a los múltiples rostros de la pobreza. La espiritual es la pobreza que nos impide ver que los que sufren no necesitan de un acto de delegación de los demás en forma de asistencia sino que precisan, además, de nuestro acompañamiento para escapar de la trampa de la pobreza.

España tiene más de 12 millones de habitantes por debajo del umbral de pobreza

La Unión Europea propuso el indicador AROPE (At risk of poverty and/or exclusion) para evaluar el grado de cumplimiento de los objetivos de inclusión social propuestos en la denominada Estrategia EU2020. El valor de este indicador se construye combinando elementos de renta, posibilidades de consumo y empleo. La posterior aprobación de la Agenda 2030 hizo modificar el cálculo del indicador AROPE. El nuevo indicador está disponible desde 2014. Según su valor una persona está en situación AROPE si cumple al menos uno de los tres criterios siguientes; 1) está en riesgo de pobreza, 2) está en privación material y social severa, o 3) tiene entre 0 y 64 años y vive en un hogar con baja intensidad de empleo.

Con una metodología tan alineada con la Agenda 2030, los cálculos no pueden más que ser aceptados como rigurosos tanto por el principal partido del Gobierno como por el de la oposición. Pues bien, el informe de 2024 permite concluir que España tiene más de 12 millones de habitantes por debajo del umbral de pobreza. De 2019 a 2023, la renta de los españoles nativos se ha estancado, aumentando las personas en exclusión social. Adicionalmente, señala el catedrático de la Universidad de Extremadura, Julián Mora Aliseda, las brechas sociales, intergeneracionales e interterritoriales se amplían desde 2015 hasta ahora.

Lo anterior se compadece mal con lo que observamos al pasear por las calles de nuestras ciudades o al reparar el detalle de las ventas en comercios físicos o virtuales. No hay apenas hueco en terrazas y restaurantes, las furgonetas de reparto de compras on line compiten con las ambulancias que asisten a ancianos en nuestras ciudades y la necesidad parece haber sido borrada de nuestro entorno.

De 2019 a 2023, la renta de los españoles nativos se ha estancado, aumentando las personas en exclusión social

La aparente desaparición de la necesidad irrumpe además en nuestras pantallas y espectáculos públicos extendiendo una visión de la Navidad que pretende imponerse al relato de la citada María del Redentor de la Cruz. Por ejemplo, Canadá, lugar donde se produce el mayor número de películas navideñas del mundo -aunque más con capital estadounidense que canadiense- acaba de estrenar con no poco éxito, una que gira en torno a la «fiesta navideña de la luz y la felicidad». Los propios colegios religiosos de aquel país, y hablo por experiencia directa, rebajan la dimensión espiritual navideña con un intenso sirope que oculta el amargor a quien diariamente traga tierra.

No hay que irse lejos de España. La Navidad caramelizada y sensual pugna con celebraciones en las que aún permanece el origen religioso. Hay luces de las que sólo cuelgan regalos y cristales de nieve pero también otras que se encienden y apagan acompañadas de una multitud que corea con más pundonor el «campanas de Belén» que el All I Want for Christmas de Mariah Carey. Sólo tres años de explícitas imágenes de ángeles celestiales en la malagueña Calle Larios han doblado el pulso a los ayuntamientos que sólo buscan más y más kilovatios de iluminación.

Lo de los villancicos tradicionales coreados por jóvenes que no han pisado una iglesia en su vida dice no poco en favor de la religiosidad popular; una forma de religión probablemente epidérmica pero en absoluto inocua. Ni en la forma en la que actúa como vehículo de valores ni en la manera en la que acaba atendiendo y acompañando a quienes están en situación AROPE. Sin duda eso estaría en la mente de quien invitó a María del Redentor de la Cruz, superiora de la Casa de Roma de las Hermanas de la Cruz, a participar como ponente en el II Congreso Internacional de Hermandades y piedad popular celebrado en Sevilla cuando ya se había inaugurado el alumbrado navideño y había subido al cielo Curro Planás.

En un mundo en casi constante postureo exhibido en redes sociales de Oriente a Occidente y de Norte a Sur, la pobreza acentúa su perfil vergonzante. Se invisibiliza aún más. No son pocos los que viven una vida muy estrecha abismados en muchas horas de teléfono móvil por el que se asoman con avatares que disimulan su drama personal.

No hacen reservas en las terrazas. Trampean las marcas de chandal con imitaciones bien logradas, acaso su máxima aspiración es vivir una vida imitada. Su situación no es siempre el resultado de no haber tenido mejores oportunidades. Frecuentemente es el éxito de una estrategia obstinada que busca huir de todo esfuerzo o el rostro amargo de adicciones no vencidas. Sea como fuere, mientras haya quien nos recuerde que nada humano nos debe resultar ajeno y ejemplos extremos de quienes besan -literalmente- las llagas de los enfermos después de cada cura, mientras permanezca Dios como referente, existirán atajos para escapar de la trampa de la pobreza.

Téngalo presente quienes apuntan a las cruces como objetivos de demoliciones. Con ellas se dinamitan también buena parte de las esperanzas para quienes sufren necesidad.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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