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Ozempic

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Entre la salud y el lucro: el creciente negocio de los fármacos antiobesidad

Las terapias tradicionales han sido adelantadas por las nuevas moléculas que permiten pérdidas de hasta un 25 % del peso corporal

La obesidad es un problema de salud pública, así como los cánones de belleza en el siglo de las redes sociales. Ambos están alimentando el negocio de las farmacéuticas y la popularidad de medicamentos originalmente destinados al tratamiento de la diabetes. Las terapias tradicionales han sido adelantadas por las nuevas moléculas que permiten pérdidas de hasta un 25 % del peso corporal —frente al entre 3 y 11 % que alcanzaban los tratamientos más veteranos—.

Novo Nordisk y Eli Lilly son dos de las compañías que protagonizan la producción de estos medicamentos y Ozempic, Wegovy y Mounjaro los nombres bajo los que comercializan sus fármacos a los que se les atribuyen propiedades milagrosas. «La obesidad es una enfermedad multifactorial, que no viene determinada excluvisamente por lo que comemos y cómo nos movemos», explica la dietista-nutricionista Laura Naharro. «Buscamos la pastilla mágica, el atajo para evitar el esfuerzo de cambiar hábitos, pero esa pastilla no existe».

A nivel nacional, las ventas de fármacos contra la obesidad se han multiplicado por 25 en cinco años: casi cinco millones de unidades fueron vendidas a lo largo del 2024. En este mismo ejercicio, los laboratorios reportaron una facturación de casi 485 millones de euros por la venta de Ozempic y sus análogos en España; una cifra 21 veces superior a la registrada en 2019, según Statista.

Sus efectos positivos en la salud son tan significativos como incuestionables. «La situación actual en EE.UU. refleja un cambio inédito: se ha reducido la estimación del aumento en la prevalencia de obesidad por primera vez en más de diez años. Además, los estudios nos sólo nos demuestran cambios clínicamente relevantes en términos de reducción de peso, sino también mejoras metabólicas y en marcadores de salud cardiovascular, entre otros.», apunta Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España. «Dicho esto, debemos ser cautos y reconocer que aún es pronto para comprender por completo su impacto en la evolución de la obesidad y su integración con otros enfoques terapéuticos», añade.

Y es que las cifras pueden desdibujar una realidad susceptible de ser percibida como positiva, ya que: por un lado, un menor índice de obesidad reduce la presión y el gasto económico del Sistema Nacional de Salud (SNS); por otro, el crecimiento de la industria farmacéutica fortalece el tejido empresarial del país.

El auge de los fármacos para la diabetes responde a su uso para luchar contra la obesidad

Los fármacos para la diabetes son la gallina de los huevos de oro de las farmacéuticas. En nuestro país, estos encabezan el ranking de los productos sanitarios que mayor importe a precio de venta al público (PVP) facturan, abarcando un 15,2 % del total de los fármacos que se venden. Sin embargo, el auge de los últimos cinco años responde, en gran medida, a su uso para luchar contra la obesidad.

También a su uso abusivo con fines estéticos, alentado tanto por el ruido mediático de ciertas celebridades como por ese impulso casi instintivo que nuestra cultura mantiene hacia la delgadez, cuando la única inercia legítima debería ser la de aspirar a una mejor salud.

En esta línea, el responsable de la Unidad de Tratamiento de la Obesidad del Hospital San Rafael, Iván Domínguez, alerta de que «no se trata de un tratamiento inocuo. Hablamos de una medicación muy reciente, cuyos efectos a largo plazo son aún desconocidos, y que, tal vez, hemos abordado de forma frívola».

La mayoría de los fármacos destinados al tratamiento de la obesidad no están financiados por el Sistema Nacional de Salud

Aunque vivamos pensando más en el futuro que en el día de hoy, buscamos la solución rápida —que es, en última instancia, el objetivo de cualquier medicamento—. La nutricionista Naharro comenta que «mientras dura el tratamiento, la pérdida de peso es sencilla porque el fármaco reduce el apetito y la apetencia por determinados alimentos».

Mejor es si, además de inmediata, el remedio es apto para los bolsillos. Actualmente, la mayoría de los fármacos destinados al tratamiento de la obesidad no están financiados por el Sistema Nacional de Salud (SNS) en España, lo que implica que los pacientes deben asumir íntegramente su coste. Ni Wegoby ni Mounjaro cuentan con financiación pública y sus costes oscilan entre 180 y 292 euros mensuales, dependiendo de la dosis.

Sin embargo, para determinar cuán económicos son los medicamentos contra la obesidad en comparación con los gastos asociados a un estilo de vida saludable (como la cuota del gimnasio o el coste de los alimentos frescos), es esencial resolver una cuestión: la potencial cronicidad del tratamiento. «Existe el riesgo de que tengamos pacientes con una mejoría en su peso, pero cronificando su enfermedad y haciéndolos farmacodependientes. La duda está en la posible resistencia a largo plazo que pueden crear estos fármacos. Con Wegoby, empezamos con la dosis de inicio en 0,25 y ya está en 2,4. Hay que ver cuál es el techo de efectividad», subraya el doctor del Hospital San Rafael.

Apoyo, no solución

Sin duda, los fármacos para la obesidad pueden traernos muy buenas noticias ya que han abierto una prometedora vía de tratamiento para más de la mitad de los adultos que tienen exceso de peso en nuestro país. Medicamentos que, según el conocimiento disponible hasta ahora, deben entenderse como apoyo temporal dentro de un proceso de cambio del estilo de vida.

«Los fármacos están pensados para tratar la obesidad y a veces se olvida tratar a la persona y su contexto. La obesidad no es solo un problema de kilos de más, sino de hábitos, emociones, educación y entorno», concluye Naharro.

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