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El expresidente fugado catalán Carles Puigdemont durante la rueda de prensa en Bruselas

El expresidente fugado catalán Carles Puigdemont durante la rueda de prensa en BruselasEFE

Apoyo a la investidura

Puigdemont lleva el pulso al máximo y exige a Sánchez amnistía y referéndum de independencia

El expresidente fugado catalán ha dado a conocer sus líneas rojas en una rueda de prensa en Bruselas sin permiso de preguntas a los periodistas

Carles Puigdemont ha vuelto al ruedo mediático. El resultado electoral de las pasadas elecciones generales del 23-J resucitaron políticamente al expresidente Cataluña fugado desde 2017.

Tras años de hastío en el separatismo catalán por la indefinición de unos y la incapacidad de otros, los ánimos se han vuelto a caldear.

La pugna entre Junts y ERC está más viva que nunca. El apoyo de los de Oriol Junqueras y Gabriel Rufián al PSOE en la última legislatura ha dañado a la formación. En cambio, Junts ha parecido revivir.

Quien lleva la batuta cantante en este momento dentro del separatismo catalán es Carles Puigdemont, y eso que no tienen ningún cargo en su partido. Es el vencedor moral tras casi siete años desde su fuga y lo sabe.

Que esto es así lo demuestra el viaje exprés y a escondidas de la vicepresidenta en funciones Yolanda Díaz para reunirse con el expresidente antes de su comunicado de este martes 5 de septiembre.

El encuentro tuvo como objetivo consensuar y acercar postura de cara a una investidura por ahora imposible tanto para Pedro Sánchez como para Alberto Núñez Feijóo. Aunque el Gobierno ha dejado claro que el viaje de Yolanda no es oficial, la realidad es innegable.

Amnistía para empezar

Más de 60 periodistas, toda la plana mayor de Junts y figuras de ERC, y Omnium Cultural han estado presente en la rueda de prensa de Carles Puigdemont.

Durante cerca de 30 minutos ha repasado la historia de España desde 1714 hasta el presente pasando por los Decretos de Nueva Planta. «Cataluña es una bella nación europea cuya condición nacional ha sido atacada por todos los gobiernos españoles desde 1714 y la independencia política es su único camino para sobrevivir como nación», ha señalado.

Considera que «el único pacto posible es con Junts per Catalunya», una formación que «ha sido atacada por parte de los dos grandes partidos españoles». Actualmente no ve que existan las condiciones para negociar, por lo que estas deben ser creadas previamente.

Sobre el 1-O no ha mostrado arrepentimiento. «El referéndum es una respuesta legítima del pueblo de Cataluña a todas las soluciones dadas por los representantes del español», ha comentado.

Las condiciones para el apoyo de Junts a la investidura de Pedro Sánchez son tres. La primera, la amnistía, «el reconocimiento de la legitimidad democrática del independentismo» y el «abandono definitivo de la persecución judicial». «El Estado español espía e infiltra a agentes con el objetivo de paralizar y criminalizar la movilización ciudadana a favor de la independencia de Cataluña», ha subrayado. Esta sería la primera condición para empezar a hablar.

La amnistía incluye todo lo acontecido desde 2014. Es decir, los peores años del separatismo catalán serían eliminados de un plumazo. La batalla contra el Estado no tendría repercusión alguna. Implica a la fiscalía y a la abogacía del Estado. Los detalles no los ha explicado.

La segunda, reconocimiento de la lengua catalana como lengua europea para poder ser usada de manera oficial. «Sabemos que si España quiere, España puede», ha dicho.

Y tercera, un nuevo referéndum de independencia que «acordado con el Estado español podría sustituir al mandato del 1-O". Para ello considera necesaria la creación de “un mecanismo que aporte garantías de seguimiento de los acuerdos que hoy los grandes partidos no están dispuestos a hacer». «No queremos promesas y palabras, queremos hechos», ha sentenciado.

«Quiero el reconocimiento nacional de Cataluña y la autodeterminación. El pueblo catalán tiene el derecho a elegir su futuro. Ningún gobierno puede suplantar la legitimidad del 1-O», ha finalizado.

Puigdemont ha asegurado que no le inspira «el ánimo de revancha personal o partidista», porque de haber sido así, aseguró, no hubieran apoyado el acuerdo para la formación de la mesa del Congreso, que dio la presidencia del órgano a Francina Armengol.

Pese a lo expresado, el expresidente mantiene la presión al máximo: «hoy España tiene un dilema de resolución compleja: o se repiten elecciones o pactan con un partido que mantiene la legitimidad del 1-O y que no renunciará a la unilateralidad como vía legítima».

Es solo el principio

El núcleo del comunicado ha sido los requisitos de Junts para sentarse a hablar, pero la parte final es, quizás, igual de importante que lo anterior.

Puigdemont no ha perdido la oportunidad de comparar Cataluña con Madrid. Se he quejado de la falta de autonomía, del déficit en inversiones y de la imposibilidad de controlar la inmigración.

Posteriormente ha criticado el estado de las infraestructuras en la región comparando la conexión por tren entre Barcelona y Valencia con la existente entre Bruselas y París o Bruselas y Londres.

Y es que aquí es donde ve el objetivo final que, sin lugar a dudas, es el de siempre: más apoyo económico por parte del Estado, más inversiones, más infraestructuras y más autonomía.

Puede que lo esgrimido por Puigdemont sea tan solo un órdago con el fin de presionar sobre este tipo de cuestiones. Si Sánchez acepta lo que hoy ha exigido el expresidente catalán, cruzaría todas las líneas rojas posibles.

Figuras del socialismo como Felipe González no han tardado en reaccionar a las declaraciones y ha querido dejar claro que «ni la amnistía ni la autodeterminación están contempladas en la Constitución».

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