
Alberto Luceño
Habla Alberto Luceño, acusado en el caso mascarillas: «Van a por mí para derrocar al alcalde de Madrid»
Concede a El Debate su primera entrevista a menos de un mes del comienzo del juicio: se sentará en el banquillo al lado de Luis Medina, hijo de Nati Abascal. Le piden 15 años de cárcel.
Este mes de febrero, Luis Medina, hijo de Nati Abascal, y Alberto Luceño, empresario, se sientan en el banquillo acusados de estafa agravada, falsedad documental en documento mercantil y falsedad documental en documento oficial. A Luis Medina le piden 9 años; a Alberto Luceño le solicitan 15 años de prisión. Se trata del caso mascarillas.
Ocurrió en pandemia. Parece que fue hace años cuando todos los gobiernos del mundo andaban como locos para conseguir mascarillas, guantes, test de covid... El Gobierno de Pedro Sánchez se mostró incapaz de satisfacer la demanda de todas las comunidades y ayuntamientos y cada organismo decidió tirar por su cuenta. Uno de ellos fue el Ayuntamiento de Madrid, encabezado por José Luis Martínez Almeida.
Los encargados de conseguir el material fueron los Servicios Funerarios de Madrid, dependientes del Consistorio. En teoría, por su trabajo sabían de comercio internacional y tenían experiencia. Así, actuaron como central de compras, para conseguir mejores precios, ya que disponían de una estructura más ágil que el propio Ayuntamiento.
¿Cómo Medina y Luceño acaban metidos en este asunto? Lo cuenta por primera vez Alberto Luceño, que concede su primera entrevista a El Debate, a pocos días de sentarse en el banquillo. «Durante cuatro años trabajé y viví en China», explica. «Fue de 2015 a 2018. Yo no era un advenedizo que, de repente, en pandemia tiene un primo en China y se pone a hacer trueques, como se ha querido vender. Venía de ser CEO de varias compañías en España, algunas conocidas, como Uno de 50. Lo dejé y me fui a emprender a China. Tenía mi propio negocio, me dedicaba a fabricar principalmente textil, con diferentes fábricas de colaboración, con ventas a más de 34 países. Adquiero experiencia asiática y tengo mucha relación con fabricantes chinos que ven en mí a una persona de la que fiarse, porque ellos son muy desconfiados».Medina me pregunta si puedo conseguir material sanitario para ayudar en la pandemia y me solicita numerosos artículos para que le dé el precio
Es entonces cuando estalla la pandemia. «Me pilla en España. Conozco a Luis Medina hace aproximadamente 10 años. Él sabe de mi trabajo en China. En esos momentos, hablábamos con regularidad, como lo veníamos haciendo desde hace años sobre determinados bienes de consumo. Me pregunta si puedo conseguir material sanitario para ayudar en la pandemia y me solicita numerosos artículos para que le dé el precio».
«Luis me dice que puede tener compradores, porque todas las administraciones centrales quieren comprar al tiempo: termómetros, buzos, máscaras, respiradores… Me pide encontrar fábricas de absoluta confianza, para que, en esos momentos de pandemia mundial, estemos seguros de que puedan suministrar material. Él ofrece sus propios productos a determinados compradores, incluyendo el Ayuntamiento».
Pero Luis Medina por su cuenta no logra nada. «Entonces me pide que me ponga en contacto con una tal Elena Collado y me pasa su contacto. Ella me explica que es la responsable de compras del Ayuntamiento y que tiene mucha necesidad de suministro. Me manda por mail un cuadro con 29 artículos sanitarios que necesita. Llamo a China a ver qué me pueden conseguir».

Alberto Luceño entra en la comisaría para firmar
Luceño propone a Elena Collado centrarse en tres productos, que son los más urgentes: mascarillas, test y guantes. Pide consejo a su mujer, que es médico en un hospital de Madrid: «Me dice que lo más necesario son las mascarillas y que en vez de cuatro tipos de máscaras, que es lo que pedía el Ayuntamiento, traiga una que valga para todo. Hablo con China y me recomiendan que opte por la KN95 de grafeno, que es mejor filtrado que la FFP2. La KN95 es, por ejemplo, la que usaba el Gobierno chino. Tiene 20 usos. Se puede lavar. Por tanto, el precio de cada máscara se debe dividir entre 20. Además, también protegía contra las bacterias. Elena me dice que es urgente fabricar lo más pronto posible».
Luceño no se olvida de los guantes y los test. «Les anunció que el precio de los test era de 7 dólares unidad. Ella lo comunica en el Consistorio y explica que son los más baratos. Lo de que eran míos es una forma de hablar, porque ni la fábrica ni el producto son míos ni de Luis. Yo soy un agente del vendedor con contrato desde el 2018. Elena Collado y yo tenemos la capacidad de negociar. Elena representa a los Servicios Funerarios de Madrid, como consejera, pero no presidenta, por lo que no tiene poderes de firma, al igual que yo, que represento al vendedor en la negociación, pero no tengo poderes de firmar contratos. Eso lo hace la empresa de Malasia como suministradora y los Servicios Funerarios de Madrid como comprador».
Yo no sabía lo que se me iba a retribuir. El mercado estaba roto; subía cada hora
Pero sigamos con la adquisición de productos. El precio inicial de los test está en 7 dólares unidad. «No se deciden, pasa el tiempo y, como no se cierra el contrato, y sube a 11 dólares. El mercado está roto. Todo el mundo queriendo comprar al mismo tiempo. Aviso a Elena, les pido que decidan rápido. Ella escribe a sus jefes. Si hubieran esperado más, hubiese llegado a 20. Cuando se firma el contrato, se fijan los precios: 250.000 test a 16 euros, un millón de máscaras a 6,2 euros unidad, y 2,5 millones de pares de guantes a 1.85 euros el par».
Luceño hace la siguiente reflexión: «Por comparar: el Ministerio de Sanidad compró a la empresa Interpharma, el mismo día, a 26 euros cada test frente a los 16 a los que compró el Ayuntamiento. Esos sí que son caros. El Ayuntamiento de Madrid, a través de la Funeraria, compra las mascarillas a 5 euros el día anterior a mi venta y a 7 el posterior. Lo que pasa es que las mías tenían 20 usos. Es decir, las mascarillas se vendieron a 0,31 euros unidad». «Se firma un contrato sin envío, es decir FOB (Free on Board); el Ayuntamiento tiene que ir a buscar la mercancía a la aduana china. Mi trabajo termina ahí: poner de acuerdo a comprador y vendedor».
Llega el momento de las retribuciones por el trabajo hecho: «Yo no sabía lo que se me iba a retribuir, ya que el mercado estaba roto, subía cada hora y podría darse la circunstancia de que el vendedor ofreciera un precio que se aceptara por el comprador, pero, por la carencia temporal, entre lo verbalmente propuesto y lo firmado, le podría hacer perder dinero al vendedor. A los dos o tres días de firmar el contrato, que es cuando se fijan los precios, me dicen los chinos que me pagan 4,6 millones de euros, y por supuesto digo que sí. ¿Tú dirías que no?».
Luceño lo reflexiona: «Siempre la gente te juzga y opina por tu éxito, pero nunca juzga o valora el esfuerzo que hay detrás de eso, durante años. Luis Medina cobró un millón de dólares: simplemente por darme el teléfono de Elena Collado. No hizo nada más. Y esto es normal en mi sector. El facilitador es el que empieza el negocio. Si yo no hubiese recibido ese contacto, nunca hubiese llegado a poder negociar en representación del vendedor y nunca hubiese existido el negocio. Por tal motivo, la figura de Luis Medina es primordial y necesaria en mi negocio. En realidad, debería haber cobrado 3 millones. Un millón por las mascarillas, otro por los test y otro por los guantes. Pero hay contratiempos con los guantes y ninguno cobramos nada y por los test no cobra nada».
Si yo no hubiese recibido ese contacto, nunca hubiese existido el negocio. La figura de Luis Medina es primordial y necesaria en mi negocio
¿Y cuáles son esos problemas? Luceño lo cuenta: «Los productos tardan un mes en llegar. Primero llegan los guantes y las máscaras. Un mes y medio después, los test. Tardan porque los vuelos son complicados y los del Ayuntamiento se demoran porque no tienen experiencia y porque el mercado está roto».
Además, hay contratiempos más específicos: «Elena me escribe y dice que nos han estafado con los guantes. Ellos esperaban una longitud de 40 centímetros de guante de nitrilo, hasta el codo. Lo que llegaron eran de un nitrilo especial que se podía elongar hasta el 500 % sin romperse. Pero a sus ojos llega un guante corto, por mucho que se pueda estirar. Elena Collado se me queja y dice que es lo peor que le pasado en su vida. «Nos han estafado», en clara alusión a la fábrica. No dice: «Alberto, me has estafado»; ni: «Alberto, que me devuelvan el dinero». Dice: «Nos han estafado, por favor, ayúdame a solventarlo». Hablo con Malasia y les pido que devuelvan el dinero porque lo recibido no es lo pedido, no quiero ningún problema con mi país. No hay nadie que devuelva dinero en China. Pues fíjate bien, de una partida de guantes de 5 millones y pico de euros devuelven en solo nueve horas, 4,2 millones. Y, como se quedan con los guantes, se aprueba entre comprador y vendedor una rebaja sustancial en el precio, pasando de 1.8 a 0, 38 euros».
Tras la primera partida de guantes siguen trayendo más iguales y se modifica la factura al precio pactado. Las mascarillas llegan bien y los test también. Todos los contratos están supervisados por los abogados del Ayuntamiento y firmados por unanimidad del Consejo de Administración de los Servicios Funerarios, «con representación de todos los partidos que ahora me acusan». «Alucinante», dice Luceño.
Sin embargo, los test acaban dando otro contratiempo: «A los tres meses, Elena me dice que hay un lote con sensibilidad más baja: del 66,7 %. En China, lo normal es no devolver el dinero. Entre otras cosas porque Servicios Funerarios hizo tan mal los contratos que no establecieron en las cláusulas una sensibilidad y especificidad mínima. Más allá de la chapuza, el gerente de Madrid Salud, Antonio Prieto, dice que esa partida no es válida, pero no dice que los test son defectuosos, sino que prefiere utilizar otra marca. Transmito información al suministrador y este hace una carta a la fábrica, que es la quinta más importante del mundo, con una venta de más de 500 millones de test en pandemia, con más de 20 patentes y un histórico de muchos años vendiendo test rápidos de todo tipo. La fábrica responde que necesita un informe de Madrid porque en sus controles internos la sensibilidad no daba tan baja. También dice que cree encontrar la discrepancia. Está en el reactivo. Este estaba preparado para el principio de la pandemia: si han pasado los meses, ha mutado el virus y baja la sensibilidad». Esgrimen que esa puede ser la causa.
«La empresa propone mandar 400 reactivos nuevos para que los prueben. Los mandan gratis, que no es lo habitual. Llega la partida de reactivos, los prueban y Elena me dice por escrito, que está todo ok. Y que ya pueden mandar los 36.000 reactivos restantes del lote con baja sensibilidad. El envío lo paga la fábrica, cuando debería haber sido el Ayuntamiento. Esto pasa en agosto de 2020, pero en el Ayuntamiento no hay nadie: todo el mundo de vacaciones. Los chinos me llaman y se quejan de que los test llevan un mes en la aduana de España, en Madrid, y nadie los recoge. No podemos esperar más porque estamos pagando y porque los virus siguen mutando y además tienen fecha de caducidad. Al no recoger el pedido por sus vacaciones, se retornan a Asia. La empresa dice entonces: «Ahora si los quieres, pagas tú el envío logístico». Elena Collado reconoce que es un error suyo y que se hacen cargo. Los reactivos acaban llegando en febrero de 2021, siete meses después de que los tuviesen gratis y un año desde que se firmó el contrato. Una absoluta dejadez por su parte. Para entonces, Antonio Prieto dice que ya tienen otros».
Seis meses después, Luceño recibe una mala noticia: «Me llama a Fiscalía por tres delitos: malversación, cohecho y blanqueo de capital. En un mes voy a juicio y ahora ya no me acusan por ninguno de los delitos por los que se abrió la causa. Jamás debió abrirse: no soy un malversador, ni blanqueador ni cometí cohecho. Te bloquean todas tus cuentas a nivel nacional e internacional, las compartidas con tu familia, las cuentas de la empresa que no está imputada, te retiran el pasaporte. Un despropósito. ¿Y cómo continúas ejerciendo tu actividad? En aquella época fui a declarar ante el fiscal. Elena Collado también, y los dos dijimos lo mismo. El fiscal asegura que yo fijé los precios de mascarillas, guantes y test. La propia Elena Collado le explica, con datos, que yo no los fijo, que se fija entre comprador y vendedor. Así que, como por ahí no puede, me acusa de estafa por cobrar una comisión alta y ocultar la retribución al ayuntamiento. ¿Cómo? ¿Pero qué necesidad tiene una empresa de decirte cuál es su beneficio? Elena dice que no le oculté nada, porque no me preguntó si cobraba o no, ni cuánto, pero que deduce que obviamente algo debía de cobrar, pero no tanto».
Todos los partidos que firman los contratos en el Consejo de Administración de Funerarias son los que luego me acusan de estafa
Luceño tiene clara la razón que le ha llevado al banquillo de los acusados. No es solo una, sino varias: «El Ayuntamiento no se da por estafado, pero como se sabe que se va a presentar una querella, se adelantan al resto de partidos. Nunca se mostró disconforme, al revés, se muestra agradecido por el trabajo, y así nos lo hizo saber el alcalde, que nos agradeció una donación, a parte de la compra de 238.000 máscaras KN95, por importe de 1.475.600 euros, pero de eso no se habla. No interesa. Incluso el Consistorio preguntó por las vacunas de China. Así que imagino que sí tenían confianza en su suministrador. El Consistorio al final se persona como acusación particular para salvaguardar su rédito político y por una cuestión de imagen. Y donde, para el alcalde, antes éramos buenos, ahora somos personajes. Pero digo más, todos esos partidos que firman los contratos, por unanimidad, en el Consejo de Administración de funerarias, son los que luego dicen al alcalde que no puede ser y me acusan de estafa. Salvo Podemos, que se retira porque, en mi opinión, ve que la causa no tiene sentido. Estoy imputado porque la izquierda quería tumbar al alcalde de Madrid. Era una caza política y yo era una víctima colateral. Ahora para ellos no puede quedar en nada y estoy percibiendo en este caso mucha presión política para que se me condene. Qué casualidad que al fiscal Luis Rodríguez Sol le han dado una condecoración en el 2022 por elevar mi caso de la Fiscalía a Instrucción y por la apertura de Juicio oral, en mi opinión, ningún otro fiscal lo ha conseguido, todo se ha archivado en instrucción. Y qué doble casualidad que en 2020, se intentó condecorar, al juez instructor de nuestra causa por parte de la Policía municipal del Consistorio, siendo aprobada la distinción por la Junta de Mandos. Hasta que el director general de la Policía lo anuló. Todo es público, pero eso no interesa que se sepa. ¿Quieres más indicativos para que te demuestre que es una cacería política?».
Alberto Luceño, para defender su inocencia, se ampara en una resolución anterior del Tribunal de Cuentas: «Podemos denunció al Ayuntamiento ante el Tribunal de Cuentas por este mismo caso, por precios desorbitados, material defectuoso y perjuicio para el erario público. Y el abogado del Estado, que defendía al Ayuntamiento, declaró que no se podían fijar los precios, que la mercancía llegó en buenas condiciones de calidad y que cuando hubo contratiempos se solucionaron y que nunca ha generado un perjuicio contra las arcas públicas. El tribunal de cuentas concluyó lo mismo. Y lo que resulta realmente llamativo y vomitivo es que ese mismo ayuntamiento que se defendió ante el Tribunal de Cuentas ahora me acusa por todo lo contrario. No pueden decir una cosa y la contraria. En mi opinión, el fiscal me acusa a sabiendas de que no hay recorrido, actúa de mala fe, ya que en sus declaraciones ante Fiscalía y en Instrucción, se puede ver que todo se hizo correctamente. No obstante, creo firmemente en la justicia. Creo en la Audiencia Provincial de Madrid y sé que no claudicarán ante presiones políticas. Son imparciales y justos, de eso, estoy seguro».