Palacete Peñalba, una construcción indiana en Figueras, en Asturias

Palacete Peñalba, una construcción indiana en Figueras, en AsturiasWikimedia

Historias de Cataluña

Aquellos indianos que trajeron a la gastronomía el arroz a la cubana

Los emigrantesque regresaban de América con los bolsillos llenos dejaron en España un legado hoy patente en la arquitectura y la gastronomía

A los españoles que emigraban a América para hacerse ricos y, a su regreso, no desperdiciaban un momento para presumir de sus riquezas se les llamaba indianos. Muchos de los que lo intentaron nunca alcanzaron su sueño, pero los que sí, se volvían personajes influyentes al regresar a España.

Sus pueblos de origen quizás no se acordaban de ellos, pues llevaban demasiados años fuera y la memoria es voluble, pero como tenían dinero conseguían ascender dentro de la vida cotidiana y política de sus pueblos de origen. Hubo indianos de origen gallego, asturiano, cántabros, vascos, canarios o catalanes. Y se instalaron en Argentina, Brasil, Chile, Cuba, México, Uruguay o Venezuela.

Entre los indianos catalanes debemos destacar a Miguel Biada, que pagó la línea férrea entre Barcelona a Mataró: en 1848 se convirtió en la primera línea de tren existente en España. También está José Xifré, que hizo construir unos edificios, donde se instaló el restaurante 7 Portes, o Facundo Bacardí, que fundó la marca de ron que lleva su apellido, así como Agustín Vilaret, dedicado al mundo vitícola, o Antonio López, fundador de La Trasatlántica, entre otros.

Muchos consiguieron su fortuna con el cultivo de la caña de azúcar, la fabricación de ron y tabaco, o el comercio de café y cacao, y algunos con el tráfico de esclavos, como los Vidal-Quadras, López, Goytisolo, Samà, Xifré o los Vidal-Ribas. Otro esclavista fue Joan Mas Roig «el Xicarro», tatarabuelo del expresidente de la Generalitat Artur Mas.

También tenemos los fabricantes de puros. Uno de ellos fue Jaime Partagás, nacido en Arenys de Mar. En su fábrica introdujo la figura del lector, que se encargaba de leer en voz alta diarios y libros de Cervantes, Víctor Hugo, Zolá, Dumas, Shakespeare o Dostoievski. De ahí que algunos puros habanos se llamen Sancho Panza, Romeo y Julieta o Montecristo.

Retrato de Jaime Partagás

Retrato de Jaime PartagásWikimedia

Solían regresar con sus criados, normalmente mujeres, que se encargaban de las labores de la casa. En su lenguaje incluían lo que se conoció como americanismos: palabras típicas del lugar donde habían estado. Algunos se casaron con mujeres originarias o con hijas de descendientes españoles o de otros países. Otros estaban solteros, y se casaban con mujeres mucho más jóvenes, para que no se perdiera el patrimonio.

Eran bodas de conveniencia. Por ejemplo, si el indiano en cuestión morían antes, la mujer heredaba parte de su patrimonio, pero con una condición: no podía volverse a casar. De hacerlo, perdía todos sus derechos.

Casas de los indianos

El indiano solía construir sus casas o bien delante del mar o en el casco antiguo del pueblo. Eran elegantes y destacaban por encima de las demás. En el jardín solían tener palmeras para recordar su pasado. También se encargaron de construir casinos, teatros o panteones. El casino se convirtió en el centro de la vida social: allí se celebraban las fiestas mayores, bailes, obras de teatro y disfrutaban del bar y sus tertulias.

Otra característica era hacer construir un panteón en el cementerio. Con gran lujo, para que las generaciones futuras recordaran quienes fueron. Escogían a los mejores arquitectos del momento para realizar aquellas obras. Uno de ellos fue Manuel Joaquín Raspall Mayol. En Cataluña, encontramos la huella de los indianos en los cementerios de Lloret de Mar, Arenys de Mar, Mataró, Vilanova i la Geltrú, Sitges o en el de Poblenou, en Barcelona.

En el distrito de Sant Andreu de Barcelona, vinculado al barrio del Congreso, existe una zona que se llama de los indianos. Está en las calles Manigua, Puerto Príncipe, Matanzas, Coroleu, Pinar del Río, o Campo Florido. Antes de la llegada de los indianos, las calles que hoy forman el barrio eran tierras de cultivo de las masías de Can Berdura y Can Ros. En esas tierras de torrentes y caminos, los indianos construyeron sus casas, dejando las huellas de su origen en los nombres de las calles, que hacen referencia a lugares, personajes o hechos acontecidos en la antigua colonia de Cuba.

Gastronomía indiana

Introdujeron nuevos platos en la gastronomía tradicional catalana. Un plato que hoy en día forma parte de muchas comidas, por su sencillez y, sobre todo, porque les encanta a los niños, tiene su origen indiano. Nos referimos al arroz a la cubana. Compuesto por arroz hervido, tomate y un huevo frito. Y este no es el único, aunque algunos con los años han caído en el olvido.

Arroz a la cubana

Arroz a la cubana, con plátano fritoWikimedia

Pusieron de moda comer boniatos, que aún se mantiene. También el ajiaco, una sopa o caldo que lleva carne asada, cerdo o pollo, patatas, zanahorias, cebolla, malanga, calabaza, huevo, boniato, orégano y comino, aunque hay variantes según el país de procedencia. En Colombia se cocina con pollo y patatas.

Otros platos, que sí se suelen comer, son la ternera con salsa de tomate, el cerdo al chilindrón, con un sofrito de cebolla, tomate y pimiento, o el pastel de cacao. No tan común es la sopa de harina de patata, pues en Cataluña ya se comían las «farinetes», que es una sopa con harina de cereales, aceite y sal. Aportaron también alargar las sobremesas con el café, la copa de licor y el puro.

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